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Cultura y medio ambiente

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

Cuando regresamos de alguna ciudad cercana a la Comarca Lagunera y nos internamos en sus municipios más rurales, la impresión de una región desértica cambia radicalmente cuando aparece ante nuestros ojos el verdor intenso de los cultivos que se disponen en manchones o parches a veces circulares o las más de las veces rectangulares, dentro en un anillo que rodea a una urbe compuesta por las cuatro ciudades principales de la región. En ocasiones, se puede apreciar la lluvia artificial del riego por aspersión sobre los cultivos, en otras, las lagunas que se forman por el riego de aniego sobre las parcelas. Es inevitable la sensación de suficiencia y de falsa satisfacción.

Entre las figuras simétricas de los cultivos, aparecen terrenos sin cultivar con una cubierta de arbustos espinosos dispersos con cierta regularidad y que muestran entre sus ramas las primeras señales de que estamos llegando a la ciudad. Pedazos de plástico negros, y blancos, bolsas de plástico naranjas, rojas, café y negras, se quedaron atrapadas en los arbustos después de algún remolino.

Nuestro ingreso a la urbanidad es repentino, los colores de las edificaciones se ven atenuados por una pantalla, no precisamente cosmética, de polvos beis claro y grisáceos, estos colores se repiten tanto que de pronto ya no lo notamos. Ahora vamos por un arrollo lleno de coches, camiones urbanos y semiurbanos, camiones de carga de todos los tipos, un ruido mezcla de claxon y rugidos de motores se combinan con las emisiones de humos para indicarnos que ya nos encontramos cerca de casa. Aunque aun tendremos que escuchar y ver otros indicadores como el rugido de algún reactor o el repetitivo martilleo de un motor industrial.

No falta a quien se le ocurra llegar a comprar algo a una de esas tiendas de conveniencia que pululan las ciudades, al estacionarnos entre dos coches, observamos que aunque están vacíos se encuentra en marcha su motor, de esta manera sigue funcionando el aire acondicionado y cuando regresa su propietario lo encuentra fresco.

Al llegar a nuestro barrio, nos cruzamos con varios camiones que distribuyen agua embotellada y refrescos, en la colonia no sólo hay poco agua disponible, ahora se tiene también gran desconfianza en tomarla y muchas personas optan por el agua embotellada.

Así es nuestra cultura y así está nuestro medio ambiente, por todos lados vemos señales de los problemas ecológicos y quizá, aunque no me guste decirlo, nos encontramos ante una inminente catástrofe ecológica. Se trata de una cultura edificada a partir de los grandes cambios culturales ocurridos en la historia de la humanidad: la invención de la agricultura y la ganadería, la revolución industrial y el más reciente, la revolución de la información. Todos estos cambios, han permitido que se expanda la población humana, el uso de nuestros recursos, y el deterioro y degradación del ambiente. Algunos le llaman la cultura del despilfarro.

La pregunta obligada que tendríamos que hacernos es: ¿tenemos posibilidades reales de cambiar las cosas? A nivel global se acepta que se está saliendo gradualmente de la cultura que nos ha llevado a la actual situación de deterioro y contaminación, sin embargo aun está por verse.

Lo importante en todo caso es que mucha gente está recapacitando y se cuestiona acerca de lo que está bien hacer y por qué. Frente a la competencia, concebida como la principal fuerza motriz de la naturaleza, se presenta a la cooperación, tan fuerte y natural como la competencia. En realidad la fuerza que mueve a la naturaleza proviene de ambas, si no fuera así no tendríamos planeta.

En nuestra Comarca Lagunera, desde finales del siglo pasado, se han dado muestras de un cambio cultural que le importa la conservación de su medio ambiente. Este movimiento se inició con los esfuerzos de grupos de ciudadanos organizados, para lograr que se aplicaran tecnologías de conservación de la biodiversidad a sitios como la Sierra y Cañón de Jimulco y en el Río Nazas al Cañón de Fernández, entre estas asociaciones destacan Pro Defensa del Nazas y Biodesert, A. C.

En el área urbana, la asociación civil Ruedas del Desierto ha fomentado el uso de la bici como "genial medio de transporte y… disfrutando de su uso con libertad, seguridad y como medio para una vida saludable."

También en el área urbana, el proyecto de Moreleando de Vuelta al Centro, ha tomado la iniciativa de cambiar la tendencia de desarrollo negativo del centro de la ciudad de Torreón, por un desarrollo positivo en los aspectos social, cultural y ambiental.

Encuentro Ciudadano Lagunero, una coalición de organizaciones no gubernamentales, enfrenta el problema de la sobreexplotación y degradación del agua en la Comarca, con un planteamiento claro de una nueva forma de gestión del vital líquido.

Como mencioné antes, mucha gente está cambiando hacia una cultura que le importa la conservación de su medio ambiente.

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