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México, Brasil y el TPP

JULIO FAESLER

La visita en estos días de la señora presidente del Brasil, Dilma Rousseff, es particularmente oportuna. Los dinámicos procesos políticos de cada país sirven para restablecer entendimientos que, por el simple peso de las dos economías, son indispensables para que América Latina consolide y amplíe su participación e influencia en el ajedrez internacional.

Sólo con la autoridad que den los éxitos que se obtengan en la conquista de la pobreza, la ignorancia y el desorden social, podrá América Latina contribuir a la prosperidad y a la paz internacional.

Siendo ambos países miembros activos en organismos multilaterales de todo tipo podemos marcar en ellos caminos prácticos de desarrollo en cuya realización mancomunada descansará una mayor influencia de nuestra región.

El tablero internacional se presenta cada vez más complicado. La grave caída en la actividad económica mundial repercute en la vida de nuestros países bajando índices de crecimiento y recrudeciendo brechas sociales. En nada ayuda la rémora de los retrasos en la educación y la frágil cultura política de nuestros pueblos. Las crisis sociales semejantes a las que sufren por igual tanto los países subdesarrollados como los industrializados, amenazan con inestabilidades políticas. Las sorpresas electorales están a la orden del día como se ve en Europa y son también previsibles en nuestro propio México.

A la violencia de las mafias se añaden los crímenes de grupos fundamentalistas, que son parte de la problemática del desarrollo, todo ello agravado por el descomunal crecimiento demográfico mundial. Los gobiernos buscan nuevas rutas hacia la prosperidad y la paz social a través de la intercomunicación e interdependencia.

Se trata de buscar nuevas vías de desarrollo socioeconómico promoviendo asociaciones entre países que tienen niveles de desarrollo y recursos que puedan contribuir a compartir retos y dar ocupación a las ingentes masas que desfogan sus frustraciones en migraciones desordenadas y que alimentan inseguridad y violencia sin precedentes.

Entre las propuestas más singulares se encuentra la audaz iniciativa de los Estados Unidos de integrar una comunidad para el desarrollo económico mediante el Tratado Transpacífico que uniría al menos doce países de la cuenca del Pacífico y agruparía a más de 1,000 millones de población que aportan el 40 % del comercio mundial.

No es fácil realizar la meta. Entendido como una pieza estratégica fundamental para su promotor, que no incluye formalmente a China, se temen sus previsibles consecuencias independientemente de pertenecer o no al ambicioso esquema. En Estados Unidos hay una resuelta oposición de los congresistas de ambos partidos.

La urgencia que el Presidente Obama siente para avanzar en la aprobación del Acuerdo lo llevó a pedir que se le exima de procelosos debates parlamentarios. La fórmula de esta vía, "fast track", no sólo significa una estrategia legislativa. Las consecuencias para la reglas y operación del comercio mundial son las importantes.

Se espera la respuesta coordinada de México y Brasil al TPP con sus poblaciones sumadas de 320 millones. Con exportaciones mexicanas de 397,536 millones de dólares y brasileñas de 284,920 la fuerza de los dos países no es despreciable. Otros países como Chile, Colombia o Perú contribuyen a que nuestro Continente tenga buenas perspectivas para influir en la economía mundial del futuro.

Esa influencia tiene que tomar en cuenta a China. El 17 % de las importaciones brasileñas proviene de China y exporta a ese país 19 % del total de sus ventas al exterior, mientras que a Estados Unidos sólo exporta el 10 %. China es el segundo socio comercial de América Latina y el primero de Brasil y Chile. Su intercambio con la región se ha multiplicado 22 veces desde el año 2000.

Este año el Primer Ministro de China visitó Brasil, Chile, Colombia y Bolivia. Durante su viaje firmó 70 acuerdos en materia comercial, ambiental, energía, minería infraestructura, centrales nucleares e informática. Sus declaraciones anunciaron ya desde ahora, un activo intercambio de alto contenido estratégico.

China está participando en América Latina financiera y técnicamente en la construcción del canal interoceánico nicaragüense después de haberse asociado en la ampliación del Canal de Panamá.

Aunque sin haber sido invitado a ser miembro del TPP, ha habido reuniones de trabajo del grupo preparatorio como la del pasado noviembre en Beijing para determinar los caminos hacia un acuerdo "balanceado que regule las disciplinas de comercio en el Siglo XXI".

Las conversaciones entre los Presidentes de México y Brasil deben aprovechar las coyunturas en que se están decidiendo las características de la economía mundial para delinear los ámbitos en que pueden cooperar hacia la realización del anunciado "Siglo Latinoamericano" ya indispensablemente constructivo para el bienestar de la región y de todo el mundo.

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