Columnas Social

IMÁGENES

Sueño soñado por el caos, hacedor omnisciente

RAÚL HUMBERTO MUÑOZ ARAGÓN

…sólo acaso, la vida es un momento de inspiración, tan única y extraña que no es fácil de encontrar. Producto de múltiples ensayos hechos por el Azar para no morir de aburrimiento. Un juego eterno en que las partículas se divierten constantemente ensayando uniones, permutaciones, encuentros y constantes multiplicaciones por construir "castillos" que se tornarían en los grandes observadores de este vivir, pues ocurre que en la vida se da que la naturaleza se contemple así misma.

Suponiendo que esto fuera la realidad, tragicómica, absurda e inconexa realidad, habría que buscar a ese "Azar" tan excesivamente meticuloso, absurdo y paradójicamente ordenado, acomodador de todo lo visible y lo invisible, tangible o no. Ese mágico azar que congregó en los últimos 100 mil años a seis tipos diferentes de humanos, resultados de una carrera compleja y rebuscada. Ese azar que hizo del homo neanderthalensis en lo que con el tiempo sería Europa y Asia; el homo erectus en la Asia oriental; el homo soloensis en la isla de Java; el homo floresiensis en alguna de las islas de Indonesia y al homo denisova en las cuevas de Siberia fueran los acompañantes del homo sapiens, ese hombre sabio nacido en África que es el primero de nuestra especie.

Me explico, siempre he pensado en el Azar como un pariente cercano al caos, amante de la locura, esa misma locura que se elogia a sí misma en el texto de Erasmo de Roterdam, antípoda total y pleno del orden. Lo imagino como un niño caprichoso que puede hacer todo aquello que le competa o no, sea lícito o absurdo… como lo hace todo niño que se precie de serlo y que sin duda es necesario para esto que es vivir.

Así el Azar (ese niño hacedor) construye todo con base a giros de sus inquietudes. Sin lugar a dudas, él no sólo juega a los dados con el universo, sino que juega todos los juegos posibles, todo el tiempo, en todos y cada uno de los niveles cósmicos que podemos visualizar, entender y sin duda también aquéllos que no podemos siquiera imaginar o soñar… Así, un buen día pone en el centro del Universo al planeta Tierra, una pequeña roca cubierta en su mayoría de agua, y hace que todo gire en torno a ella, colocando en la noche incontables antorchas que reúnen a los dioses en torno a ellas con el fin de pasar la noche; y cuando esta cosmología está completa, ese caprichoso azar lo cambia todo, lo revoluciona y lo sazona con ideas cada vez más complejas y complicadas; así ese pedazo de piedra que alguna vez fue el centro de todo a ser una más de las que pueblan el Universo por millones de millones.

Así como es, inventa dimensiones, fuerzas, partículas, cuerdas… manzanas; y hace que una de ellas, al chocar con la cabeza adecuada en el momento más pertinente (cuando se sueña, sin duda), y así lo descubra y nos lleve por derroteros nunca antes imaginados, en un juego donde se nos aparece y esconde este Azar nuestro de todos los días.

El Azar se disfraza de absurdo, es tan casual y causal que pareciera distraído, cabismundo y meditabajo… quizá hasta sea un poco autista y no se dé cuenta (o no tenga tiempo de darse cuenta) de la diversidad de su hacer.

Nos engaña a todos, pensamos que es absurdo, que no obedece de leyes, que desconoce toda regla y norma, aunque muy posiblemente él se encargue de crearlas y cambiarlas, pues se aburre de andar por caminos ciertos.

Hoy sé que no es así, el Azar es meticuloso, ordenado, pulcro, ecuánime; esa actitud de distraído con que se nos presenta es producto de múltiples y muy sesudas reflexiones; ese andar, aparentemente desparpajado y desaliñado es originado por la claridad de su camino ya trazado, y en apariencia no siempre cierto.

Pruebas hay muchas, incontables rastros a la vista de todos, pequeñas miguitas de verdad que van cayéndosele de los bolsillos raídos de su pantalón.

He aquí, por ejemplo, para que yo esté aquí frente a esta hoja (que por azar ha trasmutado en unos cuantos días en un teclado que guarda impulsos electrónicos) a medio rayar, hubo la necesidad de que el Azar dejara caer algunos "sinsentidos", razones carentes de razón que lo hacen posible.

Acaso, sólo acaso somos el sueño soñado alguna vez por el Azar, que en su enorme presencia haga de esto de ser viajeros en el espacio-tiempo valga la pena y sea el pretexto primero y mayor para desentrañar el caos que es el diseñador de todo lo visible e invisible.

Facebook.com/Ymahr

[email protected]

@Ymahr_Nogara

Leer más de Columnas Social

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Columnas Social

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1118898

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx