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8 de junio, 2015

ARNOLDO KRAUS

Nuevamente los mexicanos seremos víctimas de las elecciones. Tinta y palabras corren a diario en los medios de comunicación. Los spots de los políticos cuestan mucho y de nada sirven. Uno es más nauseabundo que otro. Pocos creen en ellos. Se requiere mucha fe, ser político, o acólito -religioso o político- para creer en lo que prometen. Todos profetizan lo que sus maestros profetizaron en sus tiempos. Las palabras de hoy son las de ayer. Intentan mejorar lo dicho por sus padres. No lo hacen. Escuchar lo que dicen da asco.

Salvo por la clase política y los fanáticos religiosos nadie cree en los profetas. Observar la realidad mexicana es suficiente: Por nuestras calles hace décadas que ningún profeta camina. La nula, o casi nula credibilidad en la dirigencia política, retrata a nuestro país. Más nítida es la foto cuando se aproximan las elecciones; la población desprecia y se mofa de la ralea política. Abundan preguntas, asfixia la desconfianza hacia los partidos políticos. Instalados en la realidad, a unos días de las elecciones, ¿en quién confiar?, ¿hay algún partido en el cual creer?

En lo que va del año, periodistas y políticos han sido asesinados. No sé cuántos sean, pocos son muchos. En 2014, de acuerdo al informe de Reporteros sin Fronteras, México ocupó el sexto lugar del mundo en el rubro de homicidios de periodistas. Copio de su página: "México es uno de los países más peligrosos del mundo para los periodistas; las amenazas y los asesinatos a manos del crimen organizado -incluso de las autoridades corruptas- son cosa de todos los días. Este clima de miedo, junto a la impunidad que prevalece, genera autocensura, perjudicial para la libertad de información".

En mayo 14, en menos de 24 horas, dos candidatos fueron asesinados; Enrique Hernández, de Morena, a la alcaldía de Yurécaro, Michoacán, y Héctor López Cruz, del PRI, candidato a regidor en Tabasco. El primero fue liquidado mientras pronunciaba un discurso; el segundo fue acribillado en su casa. Pocos días antes la misma muerte acabó con las vidas de Ulises Fabián Quiroz candidato a la alcaldía de Chilapa, Guerrero, por la coalición del PRI y Verde Ecologista, así como de la precandidata del PRD, Aideé Nava González, en Ahuacotzingo, Guerrero. La lista no acaba ahí. Más políticos han sido asesinados en lo que va del año.

El próximo 7 de junio, más de 83 millones de connacionales están convocados a votar para elegir a mil 996 funcionarios, incluidos 500 diputados federales y los gobernadores de nueve estados. Las elecciones se enmarcan en un clima de violencia sinfín. Asesinar periodistas y políticos retrata la gran descomposición social de México. Unos por informar, otros por acceder a la vida política institucional. Ambos grupos son víctimas de las políticas insanas y corruptas de nuestros dirigentes que han sembrado lacras e inequidades desde siempre. La violencia como forma de vida normal se ha adueñado de México.

Periodistas y políticos son asesinados por grupos criminales similares, con una gravísima excepción: los primeros, en ocasiones, son víctimas de los segundos. Acallar periodistas, y acabar con la vida de políticos, independientemente de sus filiaciones partidistas, revelan la enfermedad México. En un artículo reciente, Guillermo Fadanelli disecaba la enfermedad México. "Yo vivo en un país donde nadie quiere un país, y aquellos que lo desean se ven rebasados por la terrible escenografía de los hechos trágicos".

Las elecciones son una radiografía. En nuestro México, más que una radiografía, son una resonancia magnética: Mostrarán casi todo. Pocas personas acudirán a votar, poco se obtendrá tras ellas, mucho se escribirá de su inutilidad y nada mejorará. Las nítidas imágenes de la resonancia, después de las elecciones, enseñarán lo que ya se sabía antes del 7 de junio: La insalubridad moral de nuestros dirigentes políticos se ha multiplicado y ha cancerizado los últimos resquicios de nuestro México.

Terminar con la vida de periodistas y políticos es signo ominoso. La descomposición social y la desconfianza hacia los políticos crecen sin cesar. Signos ominosos, tiempos insanos y desesperanzadores los nuestros.

Notas insomnes. Después de las elecciones del 7 de junio, ¿qué revelarán, el 8 de junio, las resonancias magnéticas?

(Médico)

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