Columnas la Laguna

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Aquella mujer era un fenómeno de feria. Tenía las pompas al frente y las bubis en la espalda. Al verla un hombre soltó la carcajada. Levantó ella el brazo en alto, y apuntándole con la axila lo amenazó: "Si sigues riéndote de mí te voy a mear". En el bar un tipo le dijo a su mejor amigo: "Te tengo una mala noticia: Creo que tu esposa nos está engañando". Don Geroncio, señor octogenario, iba a contraer matrimonio con una cuarentona de opulenta carnadura. Le dijo cautelosamente su doctor: "Casarse a los 80 años con una mujer así puede ser muy peligroso". Replicó don Geroncio: "Entonces esperaré a cumplir los 81"... A decir verdad no se necesita un gran desprendimiento ni una considerable dosis de humildad para renunciar a una candidatura cuando se tiene sólo el 3 por ciento de las preferencias de los electores y el renunciante se encuentra en último lugar entre los candidatos de los cuatro partidos principales. Por eso opino que hay más cálculo que mérito en la renuncia que Fernando Elizondo Barragán hizo en favor de "El Bronco" en la carrera por la elección de gobernador en Nuevo León. Dos hombres más distintos que ellos será difícil encontrar. Jaime Rodríguez viene de cuna campesina; Elizondo nació en pañales de seda, si me es permitida una expresión inédita. Aquél es "de la raza"; éste pertenece a la más rancia aristocracia del poder económico de Monterrey. Sin embargo, los dos tienen una característica común: Ambos son políticos. Eso explica su alianza. Por mi parte no dejo nunca de asombrarme por mi supina ingenuidad. Puedo decir lo mismo que el filósofo: "Nada me han enseñado los años; siempre caigo en los mismos errores". Hace unos días sugerí la posibilidad de que Elizondo, quien antes fue panista, se aliara con Felipe de Jesús Cantú, propuesto por el PAN. ¡Tonto de mí, por no decir peor! Esto no es cuestión de ideologías: Es cosa de poder. Al renunciar a su candidatura y concertar esta extraña alianza Elizondo busca la posibilidad de gobernar sin haber sido electo; de entrar por la puerta de atrás al palacio de cantera rosa. Queda ahora por ver si su unión con este representante de la alta burguesía regiomontana beneficia al Bronco, lo perjudica o todo lo contrario. En todo caso no lo favorece nada la imagen esa de que a los huevos se le añaden sesos. Se pone en el papel del hombre fuerte, pero corto de entendederas, que será manejado bajo cuerda por el hombre sin carisma, pero inteligente y hábil. Por su parte a Elizondo Barragán tampoco le hace bien aparecer como el político astuto que quiere hacerse del poder con una hábil maniobra a costa del candidato del pueblo. Además eso de ser "Coordinador Ejecutivo" se presta a confusiones. Un estado no puede tener dos ejecutivos. Tal cargo no aparece en el organigrama del gobierno. Habría sido mejor, en vez de pedir o aceptar por vanidad ese ambiguo título, ofrecer con verdadera humildad, desprendimiento y buena fe desempeñar un cargo oficial -el de secretario de Finanzas, por ejemplo-, y aplicar ahí su talento y experiencia al bien de Nuevo León. Hoy por hoy Elizondo es visto como un solapado Richelieu que, si El Bronco es elegido, moverá ocultamente los hilos del poder y hará del gobernador su títere. Eso podrá ser personalmente provechoso, pero es moralmente reprobable y políticamente peligroso. Con esta alianza la campaña de Jaime Rodríguez presenta una contaminación que puede ser mal vista, tanto por sus partidarios como por los de Elizondo Barragán. En fin: A los votantes toca la última palabra. Ellos dirán el próximo 7 de junio si el arreglo hecho por estos dos hombres tan opuestos fue un acierto político o un costoso error. Dos soldados de la Legión Extranjera llegaron a un país de oriente. Le preguntó uno al otro: "¿Será cierto que aquí las mujeres tienen su parte íntima en forma horizontal, no vertical?". Respondió el otro: "Quién sabe. Pero por si las dudas antes de venir aprendí a tocar la armónica". (No le entendí). Al empezar la noche de bodas Meñico Maldotado le dijo a Pirulina, su flamante mujercita: "¡Entrégame el cofre donde guardas tu más íntimo tesoro!". Respondió ella: "Por mí puedes tomarlo. Pero no estoy segura de que puedas abrirlo con esa llavecita". FIN.

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