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¿Adónde va México?

Actitudes

JOSÉ SANTIAGO HEALY

Francamente es difícil anticipar lo que ocurrirá en este México deteriorado luego de las elecciones del próximo siete de junio.

A estas alturas muy poco importa si el PRI mantendrá el control en la Cámara de Diputados y si el PAN gana o pierde la mayoría de las nueves gubernaturas en disputa.

Lo que verdaderamente concierne a la sociedad es saber si el estado mexicano, integrado por los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, logrará dar un golpe de timón a este buque desvencijado que navega sin rumbo y en medio de aguas inseguras y turbulentas.

Nadie desea reconocerlo, pero hoy el país vive tiempos más complejos y peligrosos que los del año 1994 cuando además del levantamiento indígena en Chiapas, se registraron los crímenes de un candidato presidencial y de un alto dirigente político.

Hoy en cambio vivimos virtuales insurrecciones a lo largo de la República encabezadas por grupos del crimen organizado que dominan amplias regiones en estados tan importantes como Jalisco, Michoacán, Guerrero, Tamaulipas y Sinaloa.

No hay asesinatos de encumbrados políticos porque no es año de una elección presidencial, sin embargo los crímenes y agresiones contra candidatos para alcaldías y otros cargos se multiplican a lo largo y ancho del país.

Reina además un ambiente general de apatía, indiferencia y al mismo tiempo de indignación contra todo lo que huela a partidos, candidatos y políticos por el nivel al que han llegado los abusos, la prepotencia y la corrupción por no decir que la ratería.

Las denuncias y evidencias de los excesos de los políticos mexicanos -sea presidente, gobernador, diputado, senador o alcalde-se acumulan mes tras mes sin que las autoridades correspondientes tomen el toro por los cuernos.

El disimulo, la complicidad y la impunidad son el pan de cada día por parte de los gobernantes, legisladores y jueces que no dan pie con bola, por el contrario negocian para que todo siga exactamente igual sin importar que el excremento pudra gradualmente a la sociedad entera.

Así tenemos obras corruptas como la línea 12 del Metro, mansiones mal habidas, "moches" en toda licitación pública, leyes que nadie cumple, partidos irresponsables, un Instituto Nacional Electoral sin autoridad ni liderazgo y una lucha siniestra por el control del poder sin importar que México se desangre y se hunda día tras día.

Las cacareadas reformas estructurales han sido meras acciones estéticas para presumir ante el pueblo mexicano y ante una opinión pública internacional que en medio del desastre anhela escuchar noticias positivas de aquel México que se nos fue y que en algún momento tuvo gobernantes más serios y confiables.

Por supuesto que la Reforma Energética no logrará erradicar el cáncer de la putrefacción que desde hace muchos años abraza a Petróleos Mexicanos y sus alrededores.

Tampoco la Reforma Educativa ha puesto en su lugar a las cúpulas sindicales ni ha conseguido mejorar la calidad paupérrima de la educación básica que ha sido una de las razones primordiales del atraso, marginación y miseria de por lo menos veinte millones de mexicanos.

¿Y a poco cree usted que con la Reformas en las Telecomunicaciones se alcanzará una verdadera transparencia y equidad en el manejo de las concesiones de telefonía, Internet, radio y televisión?

Simplemente se incrementará el número de los jugadores y en el camino algunos saldrán del escenario, pero realmente no veremos cambios sustanciales en los medios electrónicos ni tampoco el servicio de las telecomunicaciones avanzará al nivel esperado porque el negocio seguirá bajo las manos de los selectos grupos del poder.

A pesar de tener los peores gobiernos del mundo subdesarrollado, México se sostiene gracias a los sectores productivos y a los beneficios del petróleo, el turismo y las remesas del exterior.

Pero el modelo económico, social y político está en crisis y estancado desde hace décadas. De ahí la inseguridad, el raquítico crecimiento y la corrupción galopante.

¿Veremos un cambio súbito en la dirección del país a partir del siete de junio? ¿Entenderán los políticos en el poder que el hartazgo y la desconfianza podrían generar una "primavera" al estilo de los países árabes? ¿Hay que esperar uno, dos o más sexenios para que México salga de tan profundo barranco?

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