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¿Para qué sirve la educación?

Periférico

ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

Una corriente de opinión que en los últimos años ha tenido enorme alcance considera que la educación es la principal arma para superar la mayor parte de los problemas de un país. Se le atribuye a la educación el aumento exponencial de la posibilidad de éxito de una población y de un individuo. Se piensa, y ya es un lugar común este pensamiento, que una sociedad bien educada será una sociedad próspera; que una persona educada será una persona exitosa. Bajo esta óptica, se hacen diagnósticos, se diseñan políticas públicas, se buscan fórmulas de otros países y se aplican programas. Se cree que la educación transformará por sí sola al país, hará más efectiva a la democracia y dará el empuje necesario para detonar el desarrollo económico.

De ser cabalmente cierto lo anterior, los países más educados del mundo deberían ser los más democráticos, los de economías más desarrolladas y los de mayor bienestar social. Pero no necesariamente es así. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el país más educado del mundo es Rusia. No obstante, por el tamaño de su economía, la nación euroasiática está en el lugar 9; por sus indicadores de progreso social, en el 71; y por la calidad de su democracia, en el 122. Noruega es el país más democrático del mundo y con el mayor nivel de progreso social, sin embargo no se encuentra entre los 15 más educados. Veamos el caso de México: posee la decimotercera economía más grande del mundo, pero se encuentra ubicado en los últimos lugares de la lista de la OCDE en educación; por su calidad democrática se ubica en el lugar 51, y por su nivel de progreso social, en el 54.

Sin dejar de ser un valor importante, el nivel de educación no es determinante en el éxito de una sociedad, una democracia o una economía. La educación es un factor que, combinado con otros, puede ayudar a construir prosperidad, desarrollo y sana cultura política. Me atrevo a decir que la educación no es un fin, sino un medio. Cada Estado nación define para qué sirve esa educación. Y los resultados de la misma dependerán de cuál sea el enfoque que se le dé. Esto ha sido así desde las sociedades en las que se originó la educación en Occidente. En la Antigua Grecia, los objetivos de la educación variaban de acuerdo a los principios y constituciones de cada ciudad o cada reino. Así, mientras en Atenas se enseñaba para formar ciudadanos, en Esparta para forjar guerreros. En Macedonia, cuna de Alejandro el Grande, la educación era un privilegio de los nobles, quienes eran educados para una sola cosa: gobernar. En este contexto, cabe la pregunta: ¿para qué se educa en México?

La Secretaría de Educación Pública es la principal institución del Estado en la materia. Su misión, publicada en el portal electrónico oficial, es la siguiente: "la SEP tiene como propósito esencial crear condiciones que permitan asegurar el acceso de todas las mexicanas y mexicanos a una educación de calidad, en el nivel y modalidad que la requieran y en el lugar donde la demanden". Parece muy claro, aunque el énfasis se queda en la cobertura. Falta definir un aspecto importante de esta misión: ¿qué es una educación de calidad? Pero lo más importante no está manifiesto ¿para qué sirve la educación en México? O, mejor dicho, ¿para qué queremos que sirva en este país?

En el mundo es posible encontrar modelos educativos fuertemente centralizados con una visión muy ideologizada para dar soporte a un sistema de gobierno o modelos descentralizados orientados más al progreso individual y a satisfacer la demanda del capital. Entre ellos, una amplia gama de grises que abarcan modelos dirigidos hacia objetivos muy claros como el desarrollo económico del país, el incremento de la igualdad social o el aumento de las oportunidades de subir en la escala social. En medio de estas diferencias, no me queda claro cuál es la orientación del modelo educativo mexicano. ¿Para qué se le educa a un niño y se le motiva a seguir hasta la universidad? ¿Para aprender sólo a leer, a escribir y a sumar y restar? ¿Para acumular conocimiento? ¿Para que tenga más elementos para ser feliz? ¿Para que sea exitoso? ¿Para que sea un buen ciudadano? ¿Para que se integre a la fuerza laboral que satisfaga la demanda de mano de obra de las empresa? ¿Para mantener al régimen de gobierno? ¿Para investigar e innovar? ¿Para transformar? ¿Para dejar de ser pobres? ¿Cuál es el valor individual que tiene actualmente la educación en México si ha dejado de ser un factor de movilidad social?

Insisto, si la educación es un medio y no un fin, habría que aclarar primero a qué fin o fines se quiere que sirva ese medio. Luego, ajustar ese medio a los fines. Y esta definición no debe ser tarea exclusiva del gobierno, sino que se debe incorporar a cuanta sociedad civil sea posible. Tampoco se trata de crear un modelo único concebido, controlado y evaluado desde el centro de la República, sino que puede ser un sistema diverso, acorde a las necesidades de cada una de las regiones. Un niño de una comunidad de los altos de Chiapas no encontrará la misma utilidad a la educación que la que tendrá para un menor de la colonia Centro de Torreón. En gran medida sus entornos y visiones determinan la orientación de su instrucción, la cual deberá ser congruente con el proyecto de nación o región que su sociedad pretenda construir. La discusión no termina aquí, sino que apenas comienza. ¿Para qué crees que debemos educarnos en México y en La Laguna?

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