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El mundo los espera

DENISE DRESSER

Día de las Madres. Día en el cual -según las convenciones sociales de la época- a uno la llevan a comer, la celebran, le envían flores, le escriben tarjetas. Pero prefiero usar el momento de otra manera, para escribirle a mis hijos y a los hijos de quienes me leen lo que quisiera que supieran. Aquí desde la humildad, desde la imperfección, desde los errores y también, espero, los aciertos. Ser madre no es tarea fácil ni viene con un manual de instrucciones. A veces he deseado para ustedes cosas que no desean para sí mismos. A veces no he sabido dónde acabo yo y dónde comienzan ustedes.

Lo que sí sé con prístina claridad es que he tratado de educarlos para vivir con un sentido de obligación moral. Con un sentido de responsabilidad con su país y con su mundo. Para ser auténticos y audaces y agitadores y abrir los brazos a lo nuevo, lo inexplorado. Para combatir el sexismo y el racismo y el militarismo y todos los "ismos" que aún nos aquejan. Para entender que vivirán el gozo inexplicable y la tragedia más allá de las lágrimas. Y en ese camino, ojalá nunca sigan a los héroes decorados del fraude y la corrupción ni emulen las fallas de nuestro país y de nuestro tiempo. Más bien están aquí para crear comunidades de poesía y mariposas y amistad y causas y besos y verdad y posibilidad.

He tratado de educarlos para que participen, porque la democracia no es un deporte de espectadores. He intentado criarlos para que en vez de preguntar "¿Por qué no alguien hace algo?" pregunten "¿Por qué no hago algo yo?". Y sí, quiero que busquen la felicidad, pero creo que proviene de hacer cosas que valen la pena. La felicidad no es suficiente, como escribió Toni Morrison. El éxito personal desligado o desentendido de la justicia social equivale a una vida trivial. Equivale a verse bien en vez de hacer el bien.

Y aspiro a más para ustedes. Hay mucho trabajo serio, difícil, noble que hacer. Cambiar lo que hay que cambiar. Están aquí para ser -como lo escribía Aristóteles- "animales políticos". Están aquí para ser ciudadanos efectivos en búsqueda de una democracia pluralista, liberal, anti-tribal. ¿Y por qué ustedes y tantos jóvenes más de su generación? Porque el mundo y el país no pueden esperar. Porque son ciudadanos de una democracia fallida e imperfecta, pero ciudadanos al fin. Y eso implica estar casados con lo político sin posibilidad de divorcio, como dice el dramaturgo Tony Kushner. No actuar es actuar. No votar es votar. Si se rehúsan a actuar le abrirán la puerta al mal que se cuela; al mal que está muy contento con la impunidad y los feminicidios. Estos son tiempos monstruosos de estudiantes calcinados y jornaleros golpeados.

Ante estos tiempos nublados la esperanza que insisto en transmitirles no es una elección. Es una obligación. Y la esperanza no es ingenua; todos los días lucha contra la desesperanza. Pero si pierden la esperanza pierden el alma, y si la pierden se volverán como esos zombies de las películas que les gusta ver y que caminan por tantas oficinas de este gobierno. Piensen en las palabras del poeta Czeslaw Milosz: "(...) el día se acerca a otro, haz lo que puedas".

Y sigan leyendo muchos libros porque cuando leemos -escribe Collum McCann- empezamos a vivir en los cuerpos de otros. En la madre que busca desesperadamente a su hijo y no acepta el "ya supérenlo". En el migrante que se sube a La Bestia sólo para acabar empacando carne en una gélida fábrica en Dakota, atrapado en una jaula de oro. En la mujer encarcelada por ser "mala madre" ya que no pudo hacer nada cuando su novio aventó a su hijo contra una pared, matándolo. Lean para que puedan engarzar la empatía con la compasión y con la acción transformadora.

Finalmente, si no están de acuerdo con estas palabras que les escribo, cuestiónenlas. Cuestiónenme. Son hijos de la inteligencia libre; así los eduqué. Para que piensen por sí mismos, para que cultiven su humanidad a través del debate. Sólo les pido que ante los retos extraordinarios que enfrenten en México y más allá, traten de restaurar algo de la belleza y la paz y la justicia que hemos perdido. Traten de conjugar esas palabras que comienzan con la letra "r": reconstruir, reformar, reinventar, reimaginar, reconsiderar. Conéctense de manera profunda a su patria y a quienes la habitan. Ese sería para mí el mejor regalo de Día de las Madres: que dejarán su país maltrecho mejor que como lo encontraron. Que recordarán la valentía que cargan adentro para hacer cosas extraordinarias, milagros incluso. Y por cierto, gracias por el privilegio de ser madre, su madre.

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