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Acelerar el paso

OPINIÓN

Acelerar el paso

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Cecilia Lavalle

Imagine que una niña nace hoy. Ahora imagínela de 81 años. Resulta que, al parecer, eso tardaríamos en construir una aceptable paridad entre mujeres y hombres en el ámbito laboral: 81 años.

Es decir, si nada ni nadie perturba ni obstaculiza ni le mete el pie a la paridad que ahora mismo se construye, una niña que nace hoy podría ver que sus nietas ganan igual que sus nietos por el mismo tipo de trabajo, y ocupan a la par cargos de toma de decisiones.

Ese fue el pronóstico de las y los líderes que se reunieron en el evento “Las Mujeres en el Poder y la Toma de Decisiones: Construyendo un Mundo Diferente”, celebrado en Santiago de Chile el pasado 27 y 28 de febrero.

En este acto, que reunió a personajes como la presidenta de Chile, Michelle Bachelet; la presidenta de Lituania, Dalia Grybauskaité; el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon; la directora ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka; y la directora ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, se hizo un llamado a implementar cambios de manera urgente. De hecho se dijo: “¡El mundo y las mujeres no podemos esperar más!”, “¡Igualdad de género ya!”.

Y es que resulta que tenemos a las generaciones de mujeres más preparadas de la historia de la humanidad, más capacitadas, con mejores calificaciones, con probadas y sobradas aptitudes, pero al llegar al ámbito laboral se topan con que ser mujer es un obstáculo.

Hoy, ejércitos de mujeres trabajan en el mercado laboral. Pero están en la planta baja del escalafón. Algunas alcanzan los tramos medios. En los altos parecen lunares. Y en el tope brillan por su ausencia.

A eso alude el concepto de “techo de cristal”: a una barrera -no por intangible menos real- que impide que las mujeres ocupen tramos altos de la jerarquía de poder público, lo mismo político que empresarial.

En otras palabras, ser mujer aún resulta un obstáculo. ¿De qué tamaño?

Según ONU Mujeres, actualmente sólo 25 mujeres son directoras ejecutivas de empresas que figuran en la lista Fortune 500. Eso representa sólo cinco por ciento de todas las y los directores de esa lista.

Las mujeres sólo representan 22 por ciento de las y los parlamentarios; es decir, apenas dos de cada 10 escaños son ocupados por mujeres.

Y sí, la mitad de las mujeres del mundo tiene un empleo remunerado. Pero las mujeres ganan entre 10 y 30 por ciento menos que los hombres por realizar el mismo trabajo.

En América Latina, según la Cepal, en 72 grandes empresas de diferentes países, sólo en tres hay una mujer como directora general o presidenta.

Así que, en efecto, urge acelerar el paso. Porque no podemos creer que nada perturbará el camino y que todo es cuestión de tener paciencia, un siglo más de paciencia.

Necesitamos cambiar el paradigma. Necesitamos construir uno donde, para empezar, las tareas domésticas y de cuidado se compartan por igual entre mujeres y hombres, y donde los horarios laborales sean compatibles con los escolares.

En este momento el escenario es cuesta arriba para las mujeres. Y eso tiene que cambiar. Porque, al margen de la injusticia que eso significa, es un absurdo desperdiciar el talento de la mitad de la humanidad justo cuando está más preparada que nunca. ¿No cree?

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