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Ambiente familiar

Padres de familia y abuelos se enfrentan hoy a lo que se la ha dado a llamar la descomposición del tejido social, ese que, a decir de los expertos, nace desde el hogar y se entreteje con el resto del medio ambiente de toda sociedad. En su construcción, indudablemente, participan las familias como primeras responsables de encauzar durante los primeros años al menor en hábitos y actividades propias de su edad que le permitan fortalecer su desarrollo armónico y social con los demás.

Pero qué difícil y complejo se ha vuelto poder realizar esta tarea en un universo donde padres y madres andan “del gallo al grillo” corriendo para hacerse de recursos y hacer frente a una costumbre altamente consumista y a una vida cada vez más cara.

Los fines de semana y en la búsqueda de fortalecer los lazos familiares acudimos con los hijos o nietos a eventos que se suponen familiares en los que buscamos en primer lugar divertirnos y luego deshacernos de las tensiones de la semana. Ahí empiezan los problemas que trastornan el proyecto del bien educar a los tuyos cuando todavía se puede, cuando todavía son menores. Llegas al estadio, te ubicas, salen los jugadores, se anuncian las alineaciones, empieza el partido y al primer error, a tu alrededor, empiezan las mentadas de madre y toda clase de insultos a los jugadores contrarios que tu hijo, pensando que es parte del espectáculo, no entenderá.

Él, que va contigo, oye cada vez que el portero saca el balón el clásico “...eeeeeee...uto” que incorpora a su breve léxico y además aprende que esa forma es un insulto.

Por otro lado, si vas a la lucha libre, todavía no empieza la primera caída y lo mismo, una serie de vocablos ofensivos que, los adultos, aún cuando ven menores a su alrededor, no los evitan.

Los periódicos amarillistas exhiben sus fotos de sangre en los puestos de periódicos sin faltar la mujer con poca ropa. Los noticieros ponderando el crimen en sus notas y hasta hay caricaturas que incitan a la violencia y a la discriminación.

Todos, de alguna forma, hemos desgarrado ese tejido social que hoy se pretende, por decreto, reconstruir.

El Estado, la escuela, la iglesia, las familias hemos fallado, ahora sólo recibimos un poco de lo que no advertimos o no quisimos evitar.

Reconstruir este tejido, este hilacho, diría mi abuela, que queda del tejido tardará muchos años, tal vez, esta nueva generación de mexicanos ya se fue por la borda, habrá qué trabajar en una nueva.

Los primeros responsables de brindar un ambiente sano son las familias, es ahí donde se generan los más grandes humanistas y profesionales comprometidos con los suyos y luego con toda la sociedad.

Experiencias de vida relatan que quienes tuvieron a bien tener padres responsables llegaron a una meta sólida de valores. Algunos no tuvieron a ambos, pero hubo un guía que los tuvo a su cargo hasta que los impulsó a ser hombres y mujeres de bien.

Por eso cuando preguntan que si la educación en México está mal, cabría responder con otra pregunta, ¿la educación o el sistema educativo nacional? La primera es en el hogar, la que se mama, la segunda les toca a los demás que se incluyen para que esto sea posible.

Por ello, las familias tienen que hacer hoy su mejor inversión y su mejor esfuerzo para orientar, apoyar y bien educar a los hijos, de ello depende si queremos tener en el futuro una vida más tranquila o una de sobresaltos y temores.

Miguel Gerardo Rivera,

Ciudadano de Gómez Palacio.

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