Tres propuestas para compartir nuevas experiencias. (Agencias)
Deja que tus hijos vuelen y descubran lugares por su cuenta, y también libera al pequeñín que llevas dentro.
"Zihua" y su coco loco
En Zihuatanejo, el resort Viceroy se transforma en la mejor trinchera para enfrentar largas batallas de sol y arena, frente a Playa La Ropa.
Una mochila azul, material de construcción para castillos de arena (cubeta, pala y rastrillo de plástico), gorra y playera son los primeros regalos que el pequeño huésped recibe a su llegada, la cual previamente ha registrado con su propia firma, como lo hacen los adultos.
El mayordomo asignado exclusivamente para atender a los menores se encarga de supervisar la agenda de actividades. Los padres deben dar su autorización para una clase de yoga, jugar a la lotería, ir de excursión a una escuela para convivir con niños de la comunidad o visitar una galería para una clase de pintura.
Pero eso no es todo, después de una tarde jugando en dos de sus albercas especiales para chiquillos, con resbaladillas y una que otra actividad acuática, es momento de romper la piñata, antes de que el sol se oculte. El primero que la rompa deja caer ante los demás una lluvia de dulces, juguetes y confeti.
Zapatito blanco, zapatito azul…
El día siguiente se dedica a la familia para ir al mercado y preparar la comida del día, en compañía de un chef del hotel.
En la bolsa de mandado hay que llevar pescado fresco, frutas y verduras de la región.
A su regreso, los mayores se encargan del plato fuerte, mientras que los pequeños preparan el postre frente a la playa, hacen pasteles, ensalada de frutas o nieve.
Después de la comida, los espera el taller de pintura. Los más pequeños pueden decorar un coco como les venga en gana. Los mayores de seis años tienen la opción de pintar un par de zapatos, que posteriormente pueden usar en casa. El hotel manda a confeccionar varios pares en exclusiva para sus huéspedes.
Fuera del hotel
Para los niños de espíritu aventurero hay excursiones para que descarguen altas dosis de emociones. Sugerimos un paseo en medio de la selva para observar aves, descubrir una playa virgen y una aldea de pescadores. Después, una lancha los espera para navegar la Laguna de Potosí. El día termina con un paseo a caballo.
Si no es suficiente, contemplamos otro escenario: un parque ecoturístico de 11 tirolesas y puentes colgantes. La destreza se pone a prueba entre las copas de los árboles, subiendo y bajando plataformas para lanzarse por cables de 50 y hasta 100 metros de longitud.
