Las fotos oficiales lo dicen todo: el gobernador viste un traje de charro de los que seguramente nunca había portado, la novia con velo blanco y debajo de ellos un grupo de mujeres indígenas de los altos de Chiapas, que fueron contratadas para lanzar puños de arroz a la pareja y posar con ellos en las fotos. En otra imagen el obispo acompaña a la pareja, mientras el político levanta su sombrero blanco y la actriz saluda al pueblo.
Por lo visto recapacitaron y detuvieron un evento que se planeaba masivo y lujoso para realizar un "sorpresivo" enlace que según anunciaron no rebasó la centena de invitados. La contención de mostrar austeridad estuvo bien calculada y reconocida incluso en redes sociales por los conductores de Televisa que trabajan para el Partido Verde. No faltó el mensaje de Galilea Montijo en Twitter aludiendo a la sencilla ceremonia.
Así, con una estrategia que parece dirigida y producida desde un foro de televisión, se proyecta tanto en las primeras planas de algunos periódicos como en los programas de chismes artísticos la "unión" de un gobernador verde con la actriz mexicana que más seguidores concentra en Twitter. Será un buen negocio para la televisión, en tanto burlan a la audiencia para elevar ventas publicitarias con la primicia de ese tipo de acontecimientos. Pero su apuesta no es únicamente el lucro televisivo, sino al posicionamiento de un individuo y un partido en pleno proceso electoral.
Horas antes de la boda, el Instituto Nacional Electoral había solicitado expresamente a Manuel Velasco que se abstuviera de publicitar su imagen personal. Frente a la producción, transmisión y recepción de estas imágenes telenovelescas, la advertencia del INE fue completamente ignorada. Los integrantes del Verde saben ya muy bien cómo evadir a la autoridad y sus aliados en los medios de comunicación cooperan con su astuta elusión.
Pretenden quizá usar el mismo patrón con el que publicistas y especialistas en comunicación fueron construyendo la candidatura de Peña Nieto, ligándolo sentimentalmente a una actriz de telenovelas que contaba con algunos protagónicos y que podía aceptar muchas de las condiciones que traería consigo ser la primera dama. Hizo un buen papel al asumir la compraventa de una casa millonaria en la que el conflicto de interés del Presidente es más que evidente.
Son expertos en la construcción de imaginarios colectivos que además reproducen estereotipos discriminatorios y revalidan la desigualdad social. Hasta hoy les ha funcionado la generación de identidades aspiracionales en las que claramente las mujeres indígenas con las que posan en su foto oficial pueden solamente aspirar a ser el referente simulado de la inclusión social.
¿Estamos condenados a que funcione la política de telenovela? Posiblemente así sea, mientras las televisoras sigan teniendo suficientes incentivos para hacer alianzas con representantes vacíos de propuestas. Hoy en día no contamos con los espacios de difusión que pudieran hacer contrapeso a la superflua imagen de una boda de portada con datos e historias que revelen con la misma potencia la situación en la que Velasco y sus antecesores han mantenido en la total marginación a la población chiapaneca. De acuerdo con datos revelados por Coneval este mismo año, Chiapas registra un rezago social muy alto en 10 municipios, alto en 34, medio en 47, bajo en 25 y muy bajo en dos. Al gobernar uno de los estados con mayor pobreza del país, Velasco prioriza entre sus gastos la publicidad de su imagen repartiendo entre televisoras y agencias mediáticas más de 150 millones de pesos en un par de años.
Las reformas electorales y de competencia mediática parecen siempre inconclusas cuando la dramática combinación entre guiones baratos y gubernaturas ineficientes obtienen suficientes votos para resultar redituables.
Analista política y activista ciudadana
