Mireya Cueto falleció el 26 de abril de 2013, aunque su recuerdo y legado continúa a través de las obras de títeres que creó para fomentar la cultura en el país. (ARCHIVO)
Mireya Cueto, escritora y titiritera, nació el 23 de febrero de 1922 en la Ciudad de México y vivió siempre rodeada de creadores: su padre fue el escultor Gerardo Cueto y su madre la artista plástica Dolores Velázquez, de acuerdo con datos de su vida publicados por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).
Además, siempre según la misma fuente, a los seis años se trasladó para radicar a París y a su regreso a México su casa se convirtió en un lugar al que acudían asiduamente escritores y artistas.
Ya en la preparatoria, en el Colegio de San Ildefonso, Cueto formó parte de un grupo de intelectuales, entre los que figuraron los escritores Rubén Bonifaz Nuño y Ricardo Garibay.
Lo anterior muestra que siempre estuvo interesada por la cultura, ámbito en el que se inclinó por la dedicada a los niños, toda vez que su idea fue que se debía apostar por la inteligencia de los niños y las niñas.
Decía que había que confiar y fomentar el pensamiento de los infantes, a quienes se les daban las cosas “digeridas”, y que era por eso que sus propuestas no incluían moralejas.
Ganadora del Premio Nacional de Literatura por sus libro “Los viajes de Ozomatli y Don Armadillo”, trabajó para programas de televisión; sin embargo, esta no le gustaba, pues, según sus palabras, “aunque sea muy buena, es mala”, por lo que prefería los libros y el teatro.
Cueto también era una admiradora de la literatura de Miguel de Cervantes Saavedra, de quien “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” produjo una versión para radio de 103 capítulos, además de que fundó la compañía de títeres Tinglado, con la que montó textos de la obra cumbre en español.
La licenciada en Historia Moderna y Contemporánea por la Universidad Nacional Autónoma de México también fue una excelente dibujante, como lo muestran las ilustraciones que hizo para la Sala del Preclásico del Museo Nacional de Antropología
Otro de sus trabajos muy reconocido es “La boda de la ratita”. Igualmente se confesaba una amante de la buena música, en la que escuchaba lo mismo a Bach, Mozart y Vivaldi que a Joaquín Díaz y Violeta Parra.
A lo largo de su trayectoria recibió diversos reconocimientos, como el Premio Rosete Aranda del Museo Nacional del Títere, en Tlaxcala; la Medalla “Mi vida en el teatro” del Centro Mexicano ITI/UNESCO/UNIMA, y becaria del SNCA en varias ocasiones.
Igualmente, a finales de 1998 participó en el homenaje a Silvestre Revueltas, con la función de teatro guiñol de la obra “El renacuajo paseador” e ingresó a la Lista de Honor IBBY México 1982 por “El traje del rey”.
Fue colaboradora del teatro guiñol del Instituto Nacional de Bellas Artes y creó unos 500 títeres, además de que fue curadora y maestra, aunque su esfuerzo siempre estuvo enfocado a los niños y niñas, a quienes dedicó su último publicado, “Versos de patos”, poesías sobre las aves tradicionales de México, como el colibrí.
Mireya Cueto falleció el 26 de abril de 2013, aunque su recuerdo y legado continúa a través de las obras de títeres que creó para fomentar la cultura en el país.
