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Cuando las mascotas sufren

La displasia en perros no tiene cura y tiende a ser muy dolorosa para los canes

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Roberto Iturriaga

Los perros constituyen una parte fundamental de la vida de millones de familias en todo el mundo, su compañía hace que la vida de las personas sea más divertida y refuerza vínculos emocionales con los animales y mejoran el autoestima en general, sólo por mencionar algunos de los beneficios que conlleva su presencia en el ambiente humano.

Sin embargo, no todo es positivo y tan sencillo como parece, también los perros necesitan cuidados detallados y eventualmente sufren enfermedades que los hacen sufrir, siendo la displasia de cadera uno de los más dolorosos padecimientos que miles de canes en el mundo sufren cada año.

La displasia es más común de lo que se piensa, se trata de una enfermedad multifactorial que se manifiesta como la imposibilidad de que el perro se mueva de manera regular, que le cueste trabajo levantarse, caminar y poder llevar una locomoción adecuada, es el “mal de la cadera destrozada” entre el mundo de los veterinarios.

Esta enfermedad es relativamente común entre algunas razas específicas de perros, principalmente los Pastor Alemán, San Bernardo, Golden Retriever, Bulldog, Mastín Napolitano e incluso Rottweiler, aunque no es exclusiva y también puede afectar a otras razas medianas y grandes principalmente. Se estima que en esas razas se puede llegar a alcanzar hasta un 25 por ciento de los casos, es de carácter crónico y degenerativo.

Hasta ahora, la comunidad médica veterinaria indica que la displasia de cadera ocurre por diversos factores, entre los cuales destacan el hereditario y las alteraciones en la alimentación, misma que detona la aparición de tal enfermedad en los cachorros de los cinco meses en adelante generalmente.

La displasia de cadera ocasiona que la rótula del fémur de los perros sufra una alteración importante respecto a su forma y posición en la cadera, con el paso de los meses y los años la situación se hace más grave y ocasiona un dolor mayor a los perros, el movimiento será cada vez menor y caminar será una tarea de agonía.

Para saber si nuestro perro padece de displasia, se debe de remitir a la observación como principal herramienta, será hasta después de los cinco meses cuando el cachorro pueda comenzar a manifestar cojera leve, alteraciones en el humor, dificultad para moverse y oscilación de la cadera al correr, antes será prácticamente imperceptible.

“Es una enfermedad muy cruel, le quita el movimiento al perro y lo llena de dolor, algunas personas y médicos veterinarios incluso revisan el historial familiar para determinar los riesgos y anticipar los tratamientos. No podemos hablar de una cura definitiva porque no existe, hay algunas cirugías que pueden corregir ciertos aspectos, pero no eliminar la displasia, básicamente hablamos de tratamientos para intentar mejorar la calidad de vida”, asegura el médico veterinario Alejandro Valdés.

Una vez que la mascota cuenta con un diagnóstico de displasia, es posible que alrededor de los 11 meses pueda suprimir algunos de los síntomas, esto no quiere decir que el padecimiento se ha ido, pues en el 95 por ciento de los casos la displasia de manifiesta de nueva cuenta y con mayor intensidad en meses siguientes, por lo que se deben de tomar las precauciones necesarias que indique el médico.

Generalmente, se deberán de adoptar algunas medidas en casa para evitar el sufrimiento del perro en su ambiente natural, es decir, su desplazamiento por escaleras, desniveles y elevaciones deberá de ser evitado a toda costa, se deben de evitar superficies de arena o tierra suelta, mismos que puedan significar un esfuerzo extraordinario para que el animal se desplace.

La displasia puede ser clasificada por los veterinarios en tres categorías principalmente; la displasia leve es cuando el perro resulta con una subluxación en la cadera sin cambios degenerativos en toda su vida, la displasia moderada es cuando existe una subluxación importante de la cadera y la rótula se encuentra en casi un 25 por ciento fuera de su lugar, y la grave es cuando más del 50 por ciento de la rótula se encuentra fuera de su sitio y los cambios degenerativos son evidentes.

Alternativas y tratamientos existen, pero usualmente será recomendada siempre una combinación de aplicación de antiinflamatorios de manera crónica y controlada, fisioterapia y hasta el uso de artefactos ortopédicos en caso de ser necesario. También existen nuevas terapias que utilizan la natación como forma de aliviar la ansiedad del animal, el dolor en ese caso es mínimo y se ofrece una alternativa de movilidad.

En algunas tiendas también se pueden encontrar camas especiales, soportes de tallas diversas y otras piezas de apoyo para la mascota en cuestión, los precios varían de acuerdo al tamaño del perro y el envío de parte de cada empresa.

Será básico consultar con un especialista el camino a seguir si se tiene un perro con displasia, y tomar en cuenta que el objetivo siempre será mejorar la calidad de vida de la mascota, evitar el sufrimiento y dar una nueva oportunidad al animal.

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