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La Columna de Rosell

RAFAEL ROSELL

En la jornada doce, los adoradores de Pitágoras sentenciaron: las probabilidades de clasificación de Santos Laguna son de un tres por ciento, es decir, es algo que sucede sólo tres veces de cada cien. Pedro y sus muchachos no parecen muy abrumados con dicha estadística y se lo están tomando como dice el lema de alcohólicos anónimos: "un día a la vez", en este caso un partido a la vez.

Desafían las leyes de las probabilidades y se rehúsan a ser descartados prematuramente, pero continúan jugando como si en cada partido se presentara un grupo de futbolistas diferentes, a ciencia cierta no se sabe a qué juegan, en una jornada generan una buena cantidad de opciones de gol, luciendo como un conjunto ofensivo y con poca elaboración, llegando sin mayor dilación a zona de gol, en el siguiente partido los mismos jugadores se hacen un lío terrible, incapaces de ligar tres pases, con deficiencias técnicas increíbles en un profesional y obvio los juegos se terminan en medio de angustia y sobresalto. En sus últimos dos partidos se vio calculador y contundente, contra Monarcas avaro y sin brindarse demasiado en ataque le bastó para derrotar a una miseria de equipo. En casa contra Jaguares, efectivo y cambiando calidad por cantidad en las llegadas. Por cierto en ese juego se insistió mucho en la suerte de los atacantes laguneros, como si los goles de los de Chiapas no hubieran caído en rebotes, fallas arbitrales y un error grosero. Si tratas de minimizar los logros de un equipo de futbol porque "corrió con suerte" es una soberana tontería.

Ahora, ¿qué versión de Santos se presentará en Ciudad Universitaria? Por lo pronto se adivina un cuatro, cuatro, dos. Con la reaparición de Molina lo más seguro es que Pedro opte por jugar con tres contenciones no importa cómo los acomode, Diego González, Rodolfo Salinas y Jesús Molina son futbolistas con características defensivas los ubiques donde los ubiques, el único en esa línea de cuatro volantes con toque educado es Néstor Calderón, adelante Tavares y Rentería tendrán que arreglárselas con lo que el llamado "Avión" les haga llegar o generar sus propias jugadas en medio de ese clima mortecino y lánguido que permea al mediodía en el Pedregal.

Santos sigue vivo pero coquetea peligrosamente en quedar marginado dos torneos seguidos de lo único que vale la pena en nuestra Liga, la Liguilla. Para una organización como la santista fracasar dos veces al hilo es sumamente dañino, significa un año completo en términos de resultados tirado a la basura. El principal aliado de los laguneros es el resto del calendario, se enfrentará a equipos menores e inferiores a él. La cosecha debe de continuar en ramilletes de a tres para de una vez por todas "asesinar" a Pitágoras y sus matemáticas. Si los Guerreros vencen el tedio que irradia esa inmensa cueva de hastío y aburrimiento que es el Estadio Olímpico Universitario en esas interminables tardes de futbol, podrán aspirar a ganar, los Pumas a pesar de su abrumador dominio histórico en su cubil sobre el Santos, no tienen el futbol suficiente para asustar a nadie. Y recuerden, aun el empate es bienvenido, no se me agüiten todavía.

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