El estilo de Botero, plenamente figurativo, se ha caracterizado en lo plástico por cierto aire naïf y en lo temático por la representación de personas y animales siempre como figuras obesas. (ARCHIVO)
Luis Fernando Botero Angulo, quien vino al mundo el 19 de abril de 1932, en Medellín, Colombia, es el personaje de la semana de quien se comparten algunos datos biográficos.
Desde pequeño, el artista mostró tener un fuerte interés por la tauromaquia, razón por la cual incursionó en ésta sin éxito, por lo que decidió dedicarse a su verdadera vocación: la pintura.
De acuerdo con la biografía del artista publicada en el portal en Internet “elcolombiano.com”, a los 14 años, el joven creador se inspiró en su amor a los toros para crear su primera obra de arte.
Dos años más tarde, en 1948, comenzó a realizar ilustraciones para “El colombiano” y participó, con dos cuadros, en la exhibición colectiva “Exposición de Pintores Antioqueños”, que se presentó en Medellín.
En 1950 concluyó sus estudios, que cursó en el Liceo de la Universidad de Antioquia, en Medellín, y en 1951, se trasladó a Bogotá, donde conoció a algunos de los intelectuales más importantes de la época.
Ese mismo año montó su primera exposición individual en la galería de Leo Matiz, en la cual su óleo “Frente al Mar” ganó el segundo puesto en el IX Salón Nacional de Artistas, premio que el artista ha conseguido en varias ocasiones.
Con el dinero ganado por el premio y la venta de sus primeras obras, Botero viajó a España, donde conoció la obra de los grandes maestros de la pintura española, tales como Francisco de Goya (1746-1828) y Diego Velázquez (1599-1660).
Tiempo después se trasladó a Francia e Italia, países en los que estudió diversas técnicas, y visitó México y Estados Unidos, donde continuó formando su visión universal de la pintura y su estilo particular que hoy en día es reconocido y admirado.
En 1955, el artista contrajo matrimonio con la gestora cultural Gloria Zea Hernández, con quien tuvo tres hijos: Fernando, Lina y Juan Carlos, no obstante su relación amorosa solo duró cinco años.
Tiempo después emigró a Nueva York, donde conoció a su nuevo amor, Cecilia Zambrano, con quien tuvo otro hijo, el cual murió en un accidente de tránsito con sólo cuatro años; suceso que marcó su estilo artístico y desembocó en el que es quizás su cuadro más querido: “Pedrito Botero”.
En los siguientes años Botero logró consolidarse como escultor y se abrió paso en el mundo del arte gracias a que el Museo de Arte Moderno de Nueva York adquirió algunas de sus obras, tales como “Obispo Dormido”, una serie sobre el “Niño de Vallecas”, la “Apoteosis de Ramón Hoyos” y “Monalisa de 12 años”.
En 1966 realizó su primera exposición en Alemania y desde entonces no ha parado de exhibir sus obras en los recintos museístico más importantes del mundo y en emblemáticos espacios, tales como los Campos Elíseos en París, la Gran Avenida de Nueva York, el Paseo de Recoletos de Madrid, la Plaza del Comercio de Lisboa, la Plaza de la Señoría en Florencia y hasta en las Pirámides de Egipto.
El estilo de Botero, plenamente figurativo, se ha caracterizado en lo plástico por cierto aire naïf y en lo temático por la representación de personas y animales siempre como figuras obesas, señala la biografía de Botero publicad en el sitio electrónico “biografiasyvidas.com”.
En 1975 se separa de Zambrano y tres años después se vuelve a casar, ahora con la griega Sophia Vari, también escultora, con quien vive un tiempo en París.
En la década de 1980 se convirtió en uno de los artistas vivos más cotizados del mundo, y algunas de sus esculturas tales como “Mujer a caballo” son parte del paisaje urbano de numerosas ciudades.
Actualmente Botero radica en Colombia, donde continua activo en su gran pasión, que es seguir creando.
