Columnas la Laguna

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Jactancio Elátez, sujeto presuntuoso y engreído, fue a la casa de mala nota conocida con el nombre de "El columpio del amor". Una de las señoras que ahí prestaban sus servicios y todo lo demás lo abordó y le propuso que se tomaran juntos una copa. Respondió displicente el tal Jactancio: "Bebedor, lo que se llama bebedor, no soy. Pero en fin, tráeme la copa". En ese momento la desafinada murga que tocaba en el local empezó a interpretar las notas del inmortal bolero "Amor perdido". (El hombre que no ha bailado "Amor perdido" en un congal nunca ha bailado). La daifa invitó a Jactancio: "¿Bailamos?". Contestó él: "Bailador, lo que se llama bailador, no soy. Pero en fin, bailemos". Seguidamente la maturranga le preguntó: "¿No sientes deseos de ir al cuarto?". Replicó Elátez: "Cachondón, lo que se llama cachondón, no soy. Pero en fin, vamos al cuarto". Terminado el trance de carnalidad que los había llevado ahí el vanidoso tipo procedió a vestirse, y luego se dispuso a salir. Le dijo la mujer: "¿Y el dinero?". Respondió Jactancio: "Gigoló, lo que se llama gigoló, no soy. Pero en fin, dámelo". Mala hierba nunca muere, y menos aún en México, donde las malas hierbas de todas las especies nacen, crecen y se reproducen, pero no mueren jamás. En este país las lacras tienen un poder de resiliencia que las hace eternas, circunstancia que se agrava por el hecho de que no sé qué significa la palabra "resiliencia". Tendré que consultar la nueva edición del Diccionario de la Academia, en la cual ese voquible aparece por primera vez. ¿Cuántos años tiene ya la CNTE de ser un forúnculo en el trasero del país? ¿Por cuántos siglos más el sindicato petrolero seguirá ordeñando a PEMEX? Si le preguntamos a Dios cuándo terminará la corrupción en México, seguramente el Padre Eterno se echará a llorar. Por eso, porque en México la mala hierba nunca muere, dudo que le quiten el registro al nefasto Partido Verde, y menos ahora que se ha convertido en el chueco brazo derecho del PRI. Todos los partidos están desprestigiados, pero el Verde, para decirlo con énfasis de pueblo, es el más peor. Su cinismo se ha vuelto ya risible por el descaro que el tal partido muestra, por la desfachatez con que se burla de la supuesta autoridad electoral. Y sin embargo, ese próspero negocio político seguirá aumentando su cuota de votantes, valido de la vulnerabilidad de muchos electores ante la ilegal, pero eficaz -por lo machacona y ubicua- propaganda del indecente partido del tucán. Reverdecerá aún más el Verde, y de la mano con el PRI seguirá siendo una de las mayores lacras entre las muchas que la partidocracia y una viciosa legislación electoral nos hacen padecer. Y ya no digo más, porque estoy muy encaboronado. En la clase de Biología se hablaba de la reproducción de los ovíparos. Pepito declaró: "No me explico cómo se reproducen los patos". La maestra le preguntó: "¿Por qué?". El chiquillo razonó su duda: "¿Cómo pueden reproducirse, si follan con la pata?". A 30 mil pies de altura, y ante la puerta abierta del avión, la asustada azafata le informó al piloto del jet: "Parece que al pasajero del 2A no le gustó la película que estamos exhibiendo". Aquella noche el señor y su esposa hacían el amor en la recámara. De pronto él le dijo a ella: "¿No crees, Emerenciana, que el niño ya está lo suficientemente grande como para tener su propia habitación?". Preguntó la mujer: "¿Por qué lo dices?". Respondió el señor: "Nos está filmando con su cámara de video". El señor Esmíl, magnate de los negocios, llegó en su limosina particular a un hotel de Miami. Se dirigió al mostrador de registro seguido por una larga fila de bellboys que cargaban sus dos docenas de maletas. El último de ellos llevaba los esquíes de nieve del señor y su ropa de invierno para esquiar. Le indicó al huésped el empleado del hotel: "Siento decirle, caballero, que en Miami no tenemos nieve". "No se preocupe usted -le contestó el señor Esmíl-. Viene con el resto de mi equipaje". He aquí lo que dicen los diferentes tipos de mujer en el momento del amor. La positiva: "¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!". La negativa: "¡Ahí no! ¡Ahí no!". La devota: "¡Ay Diosito santo!". La plebeya: "¡Échale, papasote!". La velocista: "¡Más aprisa, más aprisa!". Y la piñatera: "¡Dale, dale, dale!". FIN.

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