De acuerdo a cómo pintan las campañas, a casi dos semanas de iniciadas en el ámbito federal, es muy probable que el abstencionismo se erija como el gran vencedor en los comicios de 2015.
Hasta el momento son muy escasas las propuestas de calidad y por el contrario abundan los ataques, las descalificaciones además de las promesas vanas y demagógicas.
Pareciera que los partidos y sus candidatos salieron a improvisar de último momento cuando tuvieron largos meses para planear sus estrategias y en especial sus mensajes de campaña.
En Sonora, en donde además de diputados federales se elegirá a alcaldes, diputados locales y a un nuevo gobernador, los ánimos están cada día más caldeados con varios brotes de violencia, pero también las propuestas serias y de largo alcance brillan por su ausencia.
El candidato panista para la alcaldía de Hermosillo prometió un teleférico que nadie le solicitó mientras que un aspirante a diputado federal aseguró que si gana la elección dotará de alarmas de seguridad a por lo menos el 20 por ciento de los hogares de su distrito.
En tanto el aspirante a la gubernatura del blanquiazul ofreció una "tablet" para cada estudiante si llega al poder mientras que su contrincante del PRI ha insistido una y otra vez en lanzar una campaña para erradicar la corrupción ,pero difícilmente creerle ante el desastre que vive el país.
Extrañamente muy pocos candidatos se han enfocado a los temas más sensibles de la población mexicana como son la inseguridad, el derroche de los políticos y la necesidad de un gobierno eficiente en todos los campos: educación, servicios, salud, caminos, agua y el fisco.
Precisamente hoy deseamos abordar el último tema, es decir el fiscal, a raíz de un viaje reciente por el interior de la República.
Nunca como en esta ocasión batallamos tanto para intentar cumplir con los requisitos impuestos por el fisco mexicano, mejor conocido como el SAT y que años atrás llevó el mote de "Lolita".
Son muy escasos los restaurantes y prestadores de servicios turísticos que proporcionan facturas de manera ágil y oportuna al término de una compra o consumo.
La mayoría de ellos promete que en las próximas horas enviarán un correo electrónico al cliente lo que nunca ocurre y menos cuando se trata de restaurantes con pésimo servicio y dudosa calidad como ocurrió con un japonés de la calle Emilio Castelar, en la capital mexicana.
Ni que decir de los comercios y servicios de transporte en donde obtener la ansiada factura impresa o electrónica es prácticamente un milagro. En conocida tienda departamental explicaron que habría que pasar a las oficinas en horas hábiles -al tiempo de la compra ya estaban cerradas-y una vez tramitada se recibiría en los siguientes cinco días hábiles.
En tanto las líneas áreas -en esta caso Volaris-la factura tiene que imprimirse en los siguientes diez días de la compra, si el cliente olvida este trámite se quedará sin el comprobante para deducir dicho gasto.
No queremos en este escrito cargarle todas las culpas a los establecimientos porque a final de cuentas ellos, al igual que los consumidores, hemos tenido que cargar las consecuencias de un sistema fiscal absurdo, inoperante, burocrático y terriblemente complicado.
En los países desarrollados los gastos se deducen con el simple recibo de compra, incluso utilizando el comprobante de la tarjeta de crédito o una copia del estado de cuenta mensual.
Por cierto, en México recién aprendimos que ciertas facturas -por ejemplo de gastos médicos-sólo podrán deducirse si se pagaron con tarjeta de crédito, pero no con efectivo. ¿Quién diablos entiende esta disposición y que discrimina a mucha gente que evita a toda costa el uso del dinero de plástico?
Así las cosas esperamos que en las próximas semanas surjan ofertas electorales más sólidas, atractivas, viables y enfocadas al beneficio director de la vida y el bolsillo de los mexicanos.
Por cierto, ¿dónde quedó la propuesta de eliminar a los diputados y senadores plurinominales y aquella otra de recortar sueldos y prestaciones de funcionarios, líderes sindicales y legisladores?
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