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Madera Chihuahua, un 23 de septiembre

Fidencio Treviño Maldonado

A la memoria de Justino Conteras Galeana, mi ex alumno en la Sierra cafetalera de Guerrero desaparecido en la Guerra Sucia y mi amigo Juvenal Cabañas García, donde quiera que estén.

Yo nos soy político, porque

todos los políticos de México

son puros ladrones.

General Práxedes Giner

Durán, ex gobernador del PRI de Chihuahua (1962-1968)

Lo único que sigue en su lugar sin modificaciones o alteraciones es la antigua y desolada estación ferroviaria, de un lugar que ni siquiera figura en el mapa llamado Madera, en el Estado de Chihuahua.

La madrugada del 23 de septiembre de 1965, un grupo de jóvenes encabezado por el doctor en Medicina humana y profesor normalista Pablo Gómez Ramírez y el profesor Arturo Gámiz García, junto a Rafael Martínez Valdivia, Salomón Gaytán Aguirre, Emilio Gámiz García, Miguel Quiñones Pedroza y Antonio Scobell Gaytán, asaltó el cuartel de Madera que daba albergue a 120 soldados del Ejército Nacional.

Chihuahua, un territorio tan grande como sus llanuras, montañas y valles cuajados de árboles, veranos ardientes en la estepa y el desierto e inviernos con temperaturas de 20 o más grados bajo cero. Una tierra de milagro, sombras pétreas con figuras humanas llenas de miseria viviendo en un paraíso, tierra de caciques como por ejemplo los gobernadores Borunda y Giner que fueron los gobernadores más odiados por el pueblo y también los que más odio sembraron en ese vasto estado. Aunado a los traficantes de madera, con las dependencias corruptas del Departamento Agrario.

En los años sesenta ni la misma Presidencia de la República se salva y ayudaron en mucho a agudizar el hambre, la miseria y el desamparo. Los chihuahuenses veían y vivían en las bondadosas llanuras, pero para su desgracia la justicia estaba muy lejos y muy cerca de la Unión Ganadera que todo engullía, las cercas de alambre de púas caminaban de noche. Un dato muy importante en los años sesenta: El 20.3 de la población mayor de 14 años era analfabeta ¡137,306 chihuahuenses mayores de 14 años, eran analfabetas en 1960!, muy por encima de la campaña de alfabetización y el famoso y demagógico Plan Chihuahua en 1965. En el vasto estado había una cantina por cada 224 habitantes y una escuela primaria por 1,011, es decir 6,123 cantinas por 1,283 escuelas primarias, entre oficiales y particulares, urbanas, mixtas y rurales.

En un semanario de Chihuahua llamado “Índice”, Guillermo Astorga manda una carta abierta al Presidente de la República fechada el 20 de septiembre de 1965 tres días antes del dramático suceso de Madera. Denunciaba el licenciado G. Gallardo A. los atropellos del Gobierno estatal y también por parte de las autoridades federales, llamaba al gobernador Práxedes Giner Durán deshonesto, inepto, arbitrario y falto de tacto para gobernar. La carta la mandó Gallardo desde la penitenciaría, preso por una injusticia y órdenes del mismo gobernador Giner Durán. La situación en la parte de la sierra en ese norteño estado era ya insoportable y tal efecto desencadenó lo que se puede considerar el primer movimiento armado en contra del Ejército Mexicano, es decir contra el Gobierno, después de la Guerra Cristera.

Los diarios del Estado de Chihuahua dieron varias versiones el día 24 de septiembre y la más acertada fue la que señaló que el cuartel de Madera fue asaltado por unos guerrilleros a las cinco de la mañana y en la refriega murieron cuatro soldados y varios guerrilleros. La verdad es que aún hoy a 39 años del asalto nadie tiene la certeza de señalar cuántos eran los guerrilleros atacantes, unas versiones decían que los rebeldes eran catorce, otros más comentaban que fueron treinta, pero lo que sí fue cierto es que los muertos fueron ocho, todos jóvenes y no hubo prisioneros, ni heridos y según testigos y algunas fotografías del archivo nacional, los muchachos fueron acribillados, hechos una criba a balazos. De los soldados murieron seis, primero se dijo que fueron cuatro en la acción, después murieron otros dos, uno en un hospital de Chihuahua y otro en México, DF, jóvenes ellos y en cumplimiento de su deber, víctimas de la misma circunstancia.

En un documento recogido de las ropas de Arturo Gámiz se pudo ver las actividades que supuestamente tenía el grupo preparadas para el ataque al cuartel y la toma, entre ellas la primera acción era llegar al depósito de gasolina y hacerlo explotar para incendiar el cuartel, cosa que no se logró. Un fracaso del ataque inmediato fueron las armas que usaron en el intento estos jóvenes llevaban desde escopetas, viejos rifles 30/06 y hasta un rifle de salón 22 y sin duda también contó la falta de entrenamiento en las guerrillas.

Una vez terminado el tiroteo, los soldados salieron a perseguir a los guerrilleros, que supuestamente iban con el grupo, no encontraron a nadie, el mismo pueblo los cobijó, los campesinos y pueblo en general sabían que estos muchachos luchaban a su manera por ellos. Los cuerpos de los ocho jóvenes fueron arrojados a la plataforma de un viejo camión maderero y en él llevados a una tumba común, una simple zanja donde los dejaron caer. -“¡Querían tierra, denles tierra hasta que se harten!”- dijo el gobernador Práxedes Giner Durán cuando los estaban cubriendo de tierra. Inclusive un sacerdote de nombre Roberto Rodríguez Piña se negó a oficiar una misa, sin embargo este representante de Dios sí estuvo presente en la ceremonia de los soldados caídos.

El cinismo del gobernador Giner Durán rebasó todos los límites al declarar “que lo que pasó en su estado no tenía la menor importancia, lo mismo pudo haber ocurrido en un bailongo o en una cantina” y “que todo se reduce a una bola de locos mal aconsejados”. Esto lo pensaron y declararon más tarde Gustavo Díaz Ordaz en 1968 en Tlatelolco y luego Luis Echeverría Álvarez en 1971, el jueves de Corpus, sin comentarios.

Por esos tiempos el tiranismo del poder hegemónico del priismo vivía un romance inmerso en el paroxismo en todas las esferas incluyendo algunos seudointelectuales y artistas del DF, que inventaron la llamada “Zona Rosa” y era costumbre burguesa tomar café para arreglar los asuntos nacionales, existía otra organización teórica y también compuesta por arreglamundos intelectuales: “La Liga Espartaco”, mientras la nación se debatía entre caciques y corrupción, por lo que al hecho en Madera se le dio poca importancia; la otra es que los candados a los diarios nacionales estaban de moda y al servicio de la oligarquía.

De esta fecha y en honor a los caídos se toma el nombre de “Liga Comunista 23 de Septiembre” y en forma por demás obsesiva es combatida por todos los poderes judiciales, incluyendo el Ejército, el cual los combatió como si fueran perros del mal. En 1968 en la sierra de Guerrero y Michoacán, Lucio Cabañas y Genaro Vázquez formaron su comando, el PDLP, “El Partido De Los Pobres” y el IDP, Izquierda Democrática Popular, entre otros.

La llamada Guerra Sucia costó muchas vidas, aproximadamente 537 desaparecidos, la mayoría inocente, sólo por no estar de acuerdo con las ideas absurdas y estúpidas de la clase revolucionaria y emanada del poder hegemónico, el cual hizo gala de su poderío militar y mentes enfermizas para combatir a estos jóvenes, toda una jauría azuzada por el ex presidente Luis Echeverría Álvarez que les daba el derecho para detener, torturar, encarcelar y matar con todo un aparato de mentes torcidas como el hombre fuerte y célebre por su crueldad, inventor de la Brigada Blanca: Miguel Nazar Haro y sin descartar a Mario Moya Palencia que conocía toda la fetidez que salía de Los Pinos.

Fueron según datos recopilados de la Guerra Sucia contra estos jóvenes pertenecientes a la Liga Comunista 23 de septiembre más de 140 presuntos guerrilleros arrojados al mar, algunos encostalados, otros amarrados de pies y manos y es una vergüenza que la Fuerza Aérea mexicana haya sido usada por estos asesinos aún sin castigo. El caso de Roberto Bernardo Huicochea Alonso, otros militares de rango como Mario Arturo Acosta Chaparro y Francisco Quirós Hermosillo.

En los años setenta en el Gobierno de Rubén Figueroa, recuerde la matanza en el vado Aguas Blancas, en el Estado de Guerrero, la sierra cafetalera, la costa chica y la costa grande representaba una era de terror, incluyendo las zonas urbanas y con este pretexto muchos jóvenes y campesinos fueron exterminados. La Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado a cargo de Ignacio Carrillo Prieto parece estar dispuesta a llamar a los implicados en esta Guerra Sucia, cosa que se ve lejana, el caso del ex presidente Luis Echeverría Álvarez y otros militares retirados, son protegidos por los de “arriba”.

La cárcel de Topo Chico en el Estado de Nuevo León fue para muchos militantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre, la morada final y de donde muchos salieron con la amnistía, el caso de Mónico Rentería preso en el Topo Chico acusado de participar en la muerte de un rico industrial de Monterrey, Nuevo León.

Los jóvenes que murieron en Madera, Chihuahua, ese 23 de septiembre de 1965, fueron mientras vivieron valiosos para su país, todos desempeñaban una profesión y dirigida a la clase más desprotegida, lo mismo sucedió con muchos sacrificados en la Guerra Sucia.

Como dice don José Santos Vadés en su libro “Madera” fueron mártires y de ninguna manera bandoleros y salteadores como mucha gente los calificó en su tiempo. Ellos lucharon a su manera y como me platicó una vez Paulino Navarrete, guerrillero del grupo Genaro Vázquez, Tierra caliente: Prefiero morir con la cara al sol, que siempre teniendo el rostro agachado y en las sombras.

Con cariño para (Susana) Alicia de los Ríos e Ignacio Salas Obregón, líder de la Liga Comunista 23 de Septiembre, que en vida se amaron.

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