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Verdades y rumores

EL AGENTE 007

Más allá de las odiosas, aunque necesarias, comparaciones entre los proyectos de renovación de la tecnología del alumbrado público de Torreón y su hermanastra ciudad de Gómez Palacio, hay algunos enjuagues en la margen derecha del Nazas que han comenzado a generar interrogantes entre el respetable y que tienen que ver con el monto por casi 3,000 millones de pesillos del contrato con la empresa Construlita, en contraste con los 170 millones que costará la reconversión de aquel lado. Como recordará, memorioso lector, Enrique Mota, guardián de las finanzas locales, ha defendido desde el principio a capa y espada el costo de la concesión con el argumento de que se trata de un “proyecto integral” que contempla, al menos en teoría, cambios de todos y cada uno de los elementos de la red del servicio. Esto es: luminarias, balastras, postes, cables, controladores y demás.

El asunto es que, como se habrán dado cuenta quienes viven en las colonias a donde llegó ya la pregonada “modernidad”, en muchos casos sólo se están cambiando las luminarias, por lo que se ha dejado intacto lo demás. La explicación de los encargados de la empresa es que en esos postes no se amerita la reposición. Hasta aquí, todo bien. El problema es que el cálculo del monto de la concesión a 15 años se hizo sobre la base de una teórica renovación total, sin especificar qué sí y qué no se iba a cambiar de acuerdo al estado físico de los llamados arbotantes. Es de suponer que al no recurrir a la reposición integral, como originalmente se dijo, existe un ahorro de material y, por ende, de dinero. Y es precisamente en este aspecto que surgen las interrogantes. ¿Para quién es ese ahorro? ¿Para la empresa o para el ayuntamiento? O, para acabar pronto, ¿dónde queda esa lana? No son preguntas retóricas, puesto que hasta ahora ni Construlita ni el municipio han aclarado la cuestión. A menos de que se haya realizado una modificación al contrato, lo cual tampoco se ha dicho, ese ahorrito -que, aunque no se sabe de cuánto es, se presume que no es nada despreciable-, es para la empresa. Pero, y aquí viene otra detestable pregunta: ¿no debería de ser para la ciudadanía, que es quien al final va a pagar de su bolsa el multimillonario proyecto vía los impuestos que aporta? Que conste que se lanza como pregunta, esperanzada en que por ahí se encuentre una clara respuesta (ah, qué pregunta tan optimista).

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Color de hormiga andan las cosas al interior del partido por la mitad, mejor conocido como el PAN. Como le habíamos adelantado en este espacio, el jueves pasado la regidora de Torreón, Verónica Soto, asistió al comité municipal blanquiazul a rendir cuentas por su constante devaneo con el partido tricolor y, en particular, por haber levantado el dedo a favor de las cuentas públicas de la administración de Miguel Riquelme. Pero, según cuentan nuestros subagentes vestidos de sillas rotas, doña Vero no acudió sola, sino que fue acompañada por un grupo de lideresas panistas, que, curiosamente, fueron las mismas que asistieron al desayuno con el alcalde hace unos días. A la hora de poner el truculento asunto sobre la mesa, el dirigente interino del PAN, Ignacio García, le dio algunos argumentos de por qué la edil debió votar en contra de las cuentas del municipio, como lo hicieron sus demás compañeros. Entre los argumentos se mencionó el que en numerosas ocasiones ha denunciado la síndica de vigilancia, Gabriela Casale, sobre la entrega incompleta y al 20 para las 12 del informe de ingresos y egresos por parte del zar financiero, Enrique Mota. Al momento de asumir su defensa, dicen que Soto sólo arguyó generalidades sin aportar datos precisos sobre el desglose del gasto, por la sencilla razón que no los conoce porque don Enrique los guarda como si de un secreto de Estado se tratara. El asunto es que doña Vero no convenció a propios ni a extraños y quien tuvo que entrar al quite fue, nada más y nada menos, que su esposo Petar Entchev Petrov. Sí, el excontralor de Simas que le “tumbó” varios milloncillos a la empresa de aguas con una demanda laboral. La cosa se puso por demás caliente cuando el exfuncionario cuestionó a don Nacho por qué habría de amonestar a la regidora, a lo que éste respondió que no fue él sino el comité blanquiazul quien decidió la amonestación bajo el argumento de la violación de estatutos del partido. El tono de la discusión fue tan alto que la misma Vero Soto tuvo que dejar el banquillo de los acusados para calmarse y calmar a su gente, pero, de pronto, sin decir agua va, abandonó la sede del PAN municipal dejando colgados a sus verdugos. De cualquier forma, dicen los que saben que esta semana le llegará a su correo el oficio con la amonestación y en caso de acumular dos más, podría causar baja de las filas blanquiazules. Lo más interesante del caso es que algunos militantes panistas, amantes del “sospechosismo”, ven en esta postura de la regidora rebelde una estrategia del PRI para seducir a cuadros del equipo contrario para llevarlos a su redil, lo cual no sería extraño, ya que es un uso y costumbre suyo.

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Y ya que andamos por territorios azules, cuentan nuestros subagentes disfrazados de banderines electorales que quien anda muy movido para colocar su imagen entre el gusto del respetable es el senador Luis Fernando Salazar. Y es que no sólo el legislador se ha hecho de unas cuantas banderas para desde su curul senatorial soltar dardos emponzoñados contra los gobiernos de Rubén Moreira y Miguel Riquelme, que tampoco es algo muy difícil que digamos. Dicen que también ha comenzado a hacer trabajo “de base” (así le dicen a la construcción de clientelas electorales) en las colonias de Torreón, en donde ha desplegado un ejército de encuestadores para conocer qué tanto está posicionado su nombre entre la ciudadanía, esa que sólo está en la memoria de los políticos en tiempos de campañas. Pero lo curioso del caso es que don Luis armó a este ejército con un paquete de “recuerditos”, compuesto de gorras, termos y playeras con su sonriente cara estampada, para que los repartan entre quienes acepten participar en la dichosa encuesta. Como se sabe, el senador suspira por ser candidato de su partido a la alcaldía de Torreón, meta para la cual tendrá como obstáculo en su camino a su correligionario, el diputado federal Marcelo Torres, quien también se anda moviendo organizando concursos de propuestas legislativas entre la chaviza. Así que, a poco más de dos años de la elección, la contienda interna dentro del PAN ya está en proceso. Nótese lo visionario de nuestros políticos.

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En la vecina ciudad de Matamoros de La Laguna corren vientos de inconformidad. Y esto se debe a la designación de la suplencia en la candidatura del PRI por el distrito V. Como ya había sido consignado por nuestros subagentes, la selección de la candidata no estuvo exenta de vicisitudes, ya que en principio se dijo que la ungida sería Lourdes Quintero, decoradora -perdón, regidora- del ayuntamiento de Torreón, pero terminó siendo la exdiputada local Flor Rentería. Pero resulta que también hubo algunas extrañas maniobras previas de otro suspirante. Y es que, contrario a lo que siempre dice y nunca cumple, el alcalde de Matamoros, Raúl Onofre, quería ser el “ganón” de esa designación. Como es del conocimiento público, don Raúl tiene fama de ser un funcionario tendiente al “chapulinazo”, ya que sus dos anteriores gestiones como edil quedaron inconclusas porque se fue en pos de otro cargo. Con todo y que había dicho que para su tercera alcaldía ahora sí terminaría la administración, sin sucumbir a la tentación de brincar a otro puesto, nuestros subagentes disfrazados de matracas tricolores nos reportan que Onofre incluso viajó a la capirucha del esmog para hablar con el mismísimo pastor del rebaño tricolor, César Camacho, para conseguir la candidatura. Pero no se le hizo porque el distrito en cuestión estaba apartado para una mujer, por aquello de la cuota de género. Pero el munícipe no se quedó conforme, faltaba más, e hizo todos los amarres para que su esposa, Graciela Fernández, quedara como suplente de Flor Rentería, lo que desató una ola de muina entre otros cuadros del tricolor en Matamoros y Torreón que piden a gritos la oxigenación de liderazgos del partido que parece anclado en los tiempos del régimen de partido de Estado.

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Dicen las malas lenguas que hay nerviosismo entre las huestes del jefazo provincial de Durango, Jorge Herrera Caldera, sobre todo entre quienes laboran en las dependencias de seguridad y procuración de justicia. Y esto se debe a que, según los subagentes vestidos de chalecos antibalas obsoletos, con la detención de un capo de la mafia que operaba en la tierra de los alacranes, la Procuraduría General de la República inició una investigación en la que estarían involucrados varios funcionarios que, dicen, se habrían estado haciendo de la vista obesa intencionalmente sobre los negocios y actividades del hampa. Aseguran los conocedores que derivado de ello se espera una sacudida en las corporaciones estatales, al estilo de las observadas en Gómez Palacio y Lerdo, cuando se quedaron sin policías hace dos años porque andaban bateando para el equipo contrario. ¿Será?

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