El presidente de la República, Enrique Peña Nieto, se encuentra en un bache en lo que a popularidad se refiere. Inseguridad, corrupción y el difícil contexto económico nacional son los problemas que impiden al primer mandatario mejorar los niveles de aprobación que, según una encuesta publicada la semana pasada, se encuentra en niveles del 39 por ciento entre la ciudadanía, y del 17 por ciento entre líderes de opinión. Esto se traduce en que 4 de cada 10 mexicanos no está de acuerdo con la forma de gobernar del mexiquense. La calificación dada por los ciudadanos es reprobatoria, 5.0, mientras que la de los líderes de opinión es peor, de 3.5.
Los datos más contrastantes están en el tema de la inseguridad. Si bien a nivel nacional los delitos han ido a la baja, este hecho aún es insuficiente para mejorar la percepción ciudadana de seguridad. En comparación con 2012, año del relevo en Los Pinos, el número total de delitos denunciados disminuyó 6.7 por ciento en 2014, de acuerdo con cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Aunado a lo anterior, el gobierno de la República ha dado duros golpes a los cárteles principales del crimen organizado, entre los que destacan la captura de Joaquín Guzmán Loera, Omar Treviño Morales y Servando Gómez Martínez, Vicente Carrillo Fuentes y Héctor Beltrán Leyva. Además, según el Índice de Paz México 2015, del Instituto para la Economía y la Paz, nuestro país tuvo un mejora de 16 por ciento en comparación con la medición de 2011.
No obstante, para el grueso de la población el crimen sigue siendo el principal problema que enfrenta la administración federal, con casi la mitad de las menciones, según la encuesta de referencia. Aunque ciertamente el porcentaje disminuyó en marzo 11 puntos en comparación con la encuesta de diciembre, aún se encuentra muy por encima de los otros dos problemas. Una explicación de este fenómeno puede estar en que los resultados en materia de seguridad tardan en traducirse en una mejora en la percepción, o bien, que dichos resultados son insuficientes para los ciudadanos. No así para los líderes de opinión, entre los que sólo un 13 por ciento considera que el crimen es el principal problema del gobierno federal, porcentaje que está por debajo de las menciones sobre corrupción y economía. Por otra parte, no se puede dejar de lado la cifra negra de delitos, es decir, los ilícitos que no son denunciados y que, por lo tanto, no se pueden contabilizar.
En lo que respecta a la corrupción, la percepción entre ciudadanía y líderes de opinión es muy diferente. Mientras que apenas un 8 por ciento de los ciudadanos considera que la corrupción es el principal problema, entre los líderes el porcentaje alcanza los 63 puntos. Una explicación a esta diferencia abismal puede ser que los escándalos, como el de la llamada “casa blanca” y el de los contratistas privilegiados por el gobierno, tienen un mayor impacto entre la población más informada, ya sea por interés crítico o porque cuentan con mejores herramientas para el conocimiento de los mismos.
En cuanto a la economía, en ambos sectores de los encuestados ocupa el segundo lugar en menciones como principal problema del país, con un crecimiento considerable respecto al anterior estudio de opinión pública. Esto es posible entenderlo a la luz de las dificultades que enfrenta la República, y que se han ido agravando, como la abrupta caída en los precios del petróleo, el encarecimiento del dólar y la disminución en las expectativas de crecimiento económico, que han redundado en fuertes recortes presupuestales. Y el bolsillo de los ciudadanos ha comenzado a resentirlo.
Pero sea por el motivo que fuere, la popularidad del presidente es hoy menor a la registrada en el primer año de su mandato. Y más allá de la polémica respuesta dada por Enrique Peña Nieto, que él no busca “medallitas”, lo que se advierte es que a dos años cuatro meses de haber asumido el poder, la estrategia para mejorar la situación del país no es clara y sus resultados distan de ser contundentes. Aquí es quizá donde esté el reto principal.
