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Campañas molestas

OPINIÓN/JAQUE MATE

Campañas molestas

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Sergio Sarmiento

Las campañas electorales son, para la enorme mayoría de los mexicanos, una enorme molestia. Los espacios de radio y televisión se llenan de propaganda basura en que los partidos y candidatos tratan de hacer gala de sus virtudes y generan simplemente confusión. Los políticos utilizan recursos que nos han quitado a los contribuyentes para comprar publicidad en espectaculares, impresos o cines. El aire se llena de promesas 'incumplibles' o irrelevantes.

Todos los políticos nos dicen que ellos sí son honestos... no como los demás. Afirman que no buscan el poder por el poder sino servir al pueblo y a la nación. En cada elección, sin embargo, reaparecen muchos de los mismos rostros de siempre: rostros de políticos que nunca han tenido un trabajo productivo.

México ha realizado ocho reformas electorales desde 1977, siempre con el argumento de que los cambios ahora sí servirán para garantizar la equidad y la transparencia. Una y otra vez, sin embargo, se renuevan los trucos del pasado y los perdedores afirman que no fueron derrotados sino que cayeron víctimas de un fraude.

Las elecciones mexicanas se cuentan entre las más caras del mundo. Quizá los comicios estadounidenses son más onerosos, pero los gastos no los pagan los ciudadanos sino las personas o empresas que apoyan a cada partido o candidato. Aquí los contribuyentes cubrimos todo.

Cuando los partidos organizaron nuestro sistema, y ordenaron que sus gastos fueran sufragados por los ciudadanos, dijeron que lo hacían para impedir que el narco penetrara en la política. Hoy que el crimen organizado ha invadido la política los partidos prefieren no acordarse de por qué votaron apropiarse de dinero del erario.

Y se entiende. Los partidos más pequeños, los que aún no tienen registro, reciben 120.9 millones de pesos al año. El PRI obtiene mil 376 millones de pesos. Y eso que los partidos no pagan ya su publicidad en radio y televisión. Los políticos no quieren cambiar un sistema que les entrega dinero a manos llenas.

Si hablamos simplemente de reglas, las del sistema electoral mexicano son consideradas un ejemplo a nivel internacional. Numerosos países que han iniciado transiciones a la democracia han adoptado nuestras disposiciones. La manera en que se realizan los comicios en México es ciertamente más democrática que la de Estados Unidos u otros países con democracias antiguas. Nuestras reglas son muy caras, por ejemplo al obligarnos a tener una credencial para votar con fotografía, pero los políticos siempre nos han dicho que este es el costo de la confianza.

Ni las reglas ni el enorme costo, sin embargo, nos han dado esa confianza. En los países con democracias establecidas se cuestionan las propuestas de los rivales pero no las reglas. Aquí en México se hacen cuestionamientos que restan credibilidad a todo el proceso. Y luego los candidatos perdedores se encargan de acabar con la confianza al protestar en automático el resultado.

A pesar de que tenemos un sistema electoral que los especialistas internacionales consideran sólido, las campañas siguen siendo una gran molestia para los ciudadanos. Las campañas nos saturan de propaganda, nos cuestan una fortuna, están infiltradas por el crimen organizado y al final carecen de credibilidad. Con razón los mexicanos odiamos a los políticos y a sus campañas.

Twitter: @SergioSarmienti

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