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Twin Peaks: 25 años de ser precursora

La crucial incursión de Lynch en la pantalla chica

Twin Peaks: 25 años de ser precursora

Twin Peaks: 25 años de ser precursora

Miguel Báez Durán

En la actualidad abundan las series de la televisión estadounidense. Destacan sobre todo por su excelente calidad. Tanto así que empiezan a robarle atención y no se diga actores al cine. Aparecer en una de ellas ya no se traduce en desprestigio. Esta época de oro no habría sido posible sin el surgimiento a principios de los noventa de Twin Peaks. Resulta difícil describir su naturaleza. Parte relato detectivesco, parte telenovela y además elogio al reino de lo descabellado y lo onírico, en un comienzo esta teleserie comandada por David Lynch y Mark Frost cautivó al público de Estados Unidos que al sentarse frente al televisor cada semana se hacía la misma pregunta: ¿quién asesinó a Laura Palmer?

ENVUELTA EN PLÁSTICO

El piloto de Twin Peaks se emitió en abril de 1990. Podría describirse como una versión moderna de la telenovela Peyton Place o La caldera del diablo. Los secretos más escabrosos de un pueblo del noroeste de Estados Unidos quedaban impúdicamente al descubierto. El detonante era el homicidio de una estudiante preparatoriana de envoltura perfecta. Apenas pasados unos minutos de que vemos a una mujer tarareando y maquillándose frente al espejo se descubre a la orilla del río el cadáver cubierto con plástico. Al poblado llegará un foráneo -tal como acontece en el comienzo de Peyton Place- no sólo para investigar el homicidio sino también para develar los pecados de quienes habitan ahí. El agente del FBI, Dale Cooper, aplica métodos de investigación nada ortodoxos. Para él la intuición, los sueños, las casualidades e incluso las visiones pesan tanto como la razón. En un primer encuentro desconcertará tanto a televidentes como al sheriff del pueblo: Laura es en realidad la segunda víctima de un asesino en serie que mató a otra chica un año atrás.

Twin Peaks se alimenta del recuerdo de la televisión vista por sus creadores cuando eran jóvenes. No sólo Peyton Place sino también El fugitivo. El género de la telenovela termina siendo parodiado y subvertido. Sus recursos más típicos -el melodrama, el final de infarto- se llevan hasta sus últimas consecuencias. Por ejemplo, dentro de los televisores de los pueblerinos se halla Invitación al amor, en cuya ridícula trama aparecen gemelas interpretadas por la misma actriz. Tras esta referencia burlona hace incursión el personaje de la prima de Laura, Madeleine Ferguson, idéntica a la muerta excepto por sus lentes y su pelo negro. El nombre de esta tercera víctima en potencia es una referencia directa a Vértigo de Hitchcock. No por nada Twin Peaks se despliega ante nuestros ojos como un lugar congelado de la transición entre los años cincuenta y sesenta: la vestimenta de ciertos personajes recuerda a Rebelde sin causa, el sheriff se llama Harry S. Truman, la presencia de dos actores -Richard Beymer y Russ Tamblyn- sacados de Amor sin barreras y, como en El fugitivo, hay entre los sospechosos un manco de nombre Philip Gerard que detenta las claves del asesinato. Las referencias a la cultura estadounidense de esa época -idealizada, moralista y maniquea- son incontables.

OBSESIÓN DE JUVENTUD

El piloto se distribuyó en México como película bajo el título El enigma de Twin Peaks. Aquel VHS se convirtió en uno de los primeros contactos de un servidor con la historia de Dale Cooper y los Palmer. Tenía casi 15 años y quedé avasallado luego de verla. Pero había llegado tarde. Para entonces la primera temporada ya había sido transmitida por la ABC. En septiembre de 1990 dio inicio la segunda y, por supuesto, grabé ese episodio. Una y otra vez vi aquellos cortos del inicio para tratar de entender en segundos todo lo ocurrido durante la temporada precedente. Aquel pueblo imaginado del noroeste de Estados Unidos, enclavado en una región de bosques y montañas, se convirtió en una obsesión que ninguna persona a mi alrededor entendía. Dicho enajenamiento con Twin Peaks se volvió tan profundo que cada semana grababa los episodios y los veía sin parar. Con orgullo llevaba a clases un cuaderno con la imagen de la muerta envuelta en plástico sobre la carátula. Cuando me aburría de mis clases trataba de escribir de memoria el poema recitado por Bob, el hombre canoso y de pelo largo. Incluso compré el álbum de Julee Cruise con algunas de las canciones que se escuchan en la serie.

La idea original surge de la mente de Lynch con dos imágenes: el bosque agitado por el viento y, en su centro más oscuro, una joven en problemas. A partir de esto desarrolla la historia al lado de Mark Frost: un relato cuyo título tentativo era Pasaje del noroeste. Después de filmarse el piloto en locaciones del estado de Washington, la ABC queda convencida y realiza la apuesta. Meses después toda la gente involucrada recibe convocación para trasladarse a California. Habrá una temporada corta de ocho episodios. Lynch podrá dar rienda suelta a sus filias y fobias. Así, en el cuerpo de Laura, sintetizaba las fuerzas antitéticas del pueblo: el bien y el mal, las fachadas de las casas y la tenebrosidad latente en lo más profundo del bosque; una alumna de preparatoria en apariencia sin mácula -reina de su escuela, voluntaria en actividades diversas, hija ejemplar- que por las noches se volvía prostituta o swinger, tanto consumidora como traficante de cocaína. De ahí se irán agregando adulterios, intercambios de pareja, maltratos, venganzas, catástrofes y traiciones. El remate se da con la ambientación, el vestuario cincuentero o de leñador, la música de Angelo Baladamenti, la voz de Julee Cruise en un puñado de canciones y, por supuesto, las actuaciones de un reparto multigeneracional que logra deambular por los extremos de la tragicomedia. El gran mérito de Twin Peaks fue crear un universo propio dentro una televisión abierta hasta entonces muy convencional. Un universo improbable sí, muy poco realista además; aunque sumamente atractivo desde la perspectiva de la ficción.

FINAL ABRUPTO

Ante el reclamo del público los ejecutivos de la ABC les exigieron a Lynch y a Frost revelar la identidad del asesino. El plan de los creadores, sin embargo, consistía en siempre mantenerlo oculto mientras se exploraban las locuras de los otros habitantes de Twin Peaks. Con una segunda temporada que se iba a pique a causa de su humor involuntario y de tramas cuyo carácter absurdo se había hecho cada vez más artificial, todo el mundo abandonó el barco. Dejó la serie a la deriva, desde los ejecutivos pasando por los creadores, aun el público que la había encumbrado. Lynch sólo regresó para dirigir el episodio final. Lo dejó abierto para no cerrarse a la posibilidad de la tercera temporada. Una ingenuidad de su parte. La televisora mató la serie. Persistente en la idea de no dinamitar del todo el pueblo, Lynch intentó trasladarlo a la pantalla grande con Fire Walk with Me (1992). Lo anterior no le trajo ningún elogio. Ni de los aficionados ni de la crítica acostumbrada a películas como Terciopelo azul o Salvaje de corazón. A pesar de este fracaso y gracias al éxito inicial de Twin Peaks, se empezó a dar una metamorfosis en la televisión estadounidense. Las apuestas y los riesgos ante historias fuera de lo común se dieron. Otro fenómeno similar surge poco después con Los expedientes secretos X. Ahí dos agentes investigan sucesos paranormales. Su actor protagonista había participado en un par de episodios de Twin Peaks.

Y aunque haya desaparecido sigo siéndole fiel. Pero ya no soy un enajenado. Nunca negaré lo bajo que cayó tras la revelación del asesino de Laura. Por eso tomo con cautela el anuncio que recién se hizo. Algo inesperado ocurrió en octubre de 2014: los artífices de Twin Peaks anunciaron la creación de la tercera temporada, aquélla pendiente durante un cuarto de siglo. La nostalgia lo contamina todo y cualquier expectativa desmesurada encontrará la decepción con este regreso. De ahí mi cautela. Sin embargo, es posible que en la época dorada de las teleseries y en el momento de mayor transformación en los hábitos televisivos, Twin Peaks resurja de sus cenizas, remonte el vuelo y resplandezca una vez más como el ave fénix que, a diferencia de Laura Palmer, se resiste a morir.

Twitter: @mbaesduran

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