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EL PENSADOR AMATEUR

LAS CONSECUENCIAS DE AMPLIAR LOS MÁRGENES DE LA ÉTICA

FEDERICO SÁENZ-NEGRETE

Nosotros decidimos qué tan amplios van a ser los márgenes de la ética, entre que límites vamos a permitir que deambulen nuestras acciones y que tanta holgura vamos a ser capaces de digerir a la hora de relacionarnos. No sólo decidimos sobre lo que nosotros vamos a hacer y cómo nos vamos a comportar, sino también qué tanto margen de holgura ética le vamos a tolerar al vecino, al socio, al colega, al gobierno, a la sociedad entera, a la hora de interactuar con nuestros semejantes en lo social, en lo económico, en lo político.

Con el riesgo de parecer el raro de la película, de ser el único que se comporta con un sentido más estricto (o auténtico) de la ética, ¿qué postura vamos a tomar ante la displicencia generalizada?

¿Ser agente de cambio o conformarnos con ser uno más de la manada?

Las sociedades y los individuos que apegan su código de ética a un límite más estrecho, que reducen significativamente su tolerancia a la displicencia (o corrupción), que deciden abstenerse de andar con triquiñuelas y se lanzan a comportarse, a producir, a comerciar, a gobernar, apegados a normas y criterios más estrictos; son los individuos, las sociedades, las naciones, que logran un mayor desarrollo, una mejor calidad de vida, adquieren una fortaleza institucional que brinda seguridad y bienestar a sus integrantes.

Conozco a muchos individuos y a muchas empresas, aquí en La Laguna, que lo han logrado. Sobre países, por desgracia, sólo lo he leído y observado al viajar.

Son las sociedades que logran el mayor avance tecnológico, que obtienen mejores índices de igualdad, que logran cohesionar mejor a sus sociedades y que sus individuos se sienten parte del todo, siempre dispuestos a cooperar con la colectividad.

Las sociedades que permiten, fomentan, generalizan la corrupción, tienen índices de crecimiento miserables, cargan con elevados niveles de desigualdad, tienen riesgo de rompimiento social, la delincuencia encuentra campo fértil para su existencia, los individuos viven en el peor de los sobresaltos.

La corrupción no solamente desperdicia enormes cantidades de recursos monetarios, sino que echa a perder por completo a una sociedad al asignarle los recursos a empresas carcomidas en su estructura por la extrema holgura ética. Son las que obtienen los contratos dejando fuera de la fiesta a las que se rigen por normas más estrictas y están mejor preparadas para competir con el mundo, para crecer y jalar al resto del país en la cuesta del progreso. En cambio, las organizaciones corruptas que obtienen los contratos, jalan a la nación a deslizarse por el abismo de la mediocridad.

Esto no se resuelve con leyes y oficinas de procuración de justicia que más bien parecen (o son) oficinas de persecución política, instrumentos para encontrar fallas en empresas que quieren apoderarse de ellas haciendo a un lado a sus actuales dueños. Esto se resuelve con el inicio de una cultura de legalidad que empiece desde nuestras casas y desde Palacio Nacional. Una acción conjunta de gobierno y sociedad que encuentre su sitio de reunión en una saludable y productiva plataforma de convivencia a todo lo largo y todo lo ancho de nuestro país.

Es eso, o seguir por este absurdo, injusto e insensato…despeñadero.

www.elpensadoramateur.blogspot.com

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