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EL PENSADOR AMATEUR

Los elásticos márgenes de la ética

Federico Sáenz-Negrete

La ética, como comúnmente se entiende, es el estudio racional de la moral, lo que es correcto hacer independientemente de ideología, creencias y actitudes. Un concepto que nos permite convivir sin agredirnos, un bálsamo que aceita y encuadra nuestras relaciones.

La ética establece límites de lo que es deseable hacer. Un techo y un piso para que entre esos márgenes deambule nuestra vida sin grandes perturbaciones. Un concepto superior que nos rige.

El respeto a la vida, el apego a la honestidad, la entrega del esfuerzo diario de manera respetuosa. Una especie de fuego interno que regula nuestros apetitos y alarga nuestro horizonte.

El asunto se complica cuando entra al quite un hombre de negocios. Es necesario ensanchar un poco el margen de maniobra, pues del buen funcionamiento del negocio depende la estabilidad financiera de todos los colaboradores, empleados y proveedores. A veces hay que echarle menos gramos al costal, pues no han autorizado el aumento de precio, a veces hay que alterar un poco el documento para que quede asentado un trato más conveniente, una que otra vez hay que cooperar con el funcionario para que el trámite se acelere. En fin, una serie de argucias para preservar la salud de la empresa, una serie de triquiñuelas que se le ocultan a la familia, que vive bajo los límites normales de la ética y que no entiende de negocios.

El margen se amplía más si hablamos de políticos. Las razones son más poderosas, son de "Estado". Los parámetros de honestidad se ensanchan hasta tocar las montañas que circundan el horizonte, como si la ética se adaptara a la circunstancia en turno con el pretexto de que al ser más grande el margen de maniobra, los peligros se compensan al existir también un ilimitado campo para obtener logros positivos. Al permitirse acciones de dudosa factura, crece al mismo tiempo la posibilidad de beneficio, de potencial mejoría para elevar el nivel de vida de la población.

Un político puede hacer mucho bien, mucho más que un hombre de negocios y que un ciudadano normal. Su campo de acción es casi infinito.

El político navega en aguas más amplias, su comportamiento tiene influencia en casi todos los terrenos y muy seguido tiene que "sacrificar" su honestidad al comprometerse en acciones de dudoso sustento moral siempre con el fin de lograr metas superiores que transformarán a sus gobernados.

Por esa razón, deberíamos de exigir más a los políticos, porque su margen de maniobra es más amplio que el nuestro, ellos se permiten acciones que para nosotros serían faltas graves. ¿Dónde están las grandes obras, los grandes logros que compensan esa holgura? Si para un ciudadano normal, en una escala de 1 al 10, 5 es reprobado, para un empresario es necesario superar el 7, pues su riqueza hace que le exijamos más. ¿Y el político? El 9 debería de ser su calificación mínima, 8 es reprobado. No deberíamos de esperar menos si tomamos en cuenta los instrumentos que los ciudadanos ponemos en sus manos.

Que curioso, siempre veo que con tan sólo 3 de calificación, los políticos ponen sus nombres en avenidas y se construyen estatuas, se hacen homenajes.

Pobres, creen que se lo merecen y nosotros que lo consentimos.

Es cuestión de revisar (o suprimir) el margen de maniobra y el elástico margen de la ética.

www.elpensadoramateur.blogspot.com

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