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Lo complejo de evaluar competencias

ROLANDO CRUZ GARCÍA
“Con un saludo especialpara mis compañeros profesores (as) de las SecundariasEstatales de la SEED, porsu interés en esta apasionante temática y con el deseo de que le encuentr en sentido”

— Rolando Cruz García

Cada vez que aludimos al término evaluación, de manera natural, lo asociamos únicamente a los resultados del aprendizaje de los estudiantes, es decir, pareciera que el sistema escolar sólo privilegia lo que el alumno obtiene de calificación, cuando evaluar significa mucho más, por ejemplo "dar valor" a lo evaluado.

Cabe reconocer que dichos resultados son complejos, es decir en ellos influyen el profesor, el alumno y los contenidos; implican también al método de trabajo en el aula, al vínculo hogar-escuela-comunidad, a las relaciones interpersonales que imperan en el colectivo escolar y en el claustro de profesores, al funcionamiento de las estructuras administrativas, sin olvidar las perspectivas evaluativas del modelo educativo que se esté trabajando. Es por todo ello que la evaluación se convierte en un concepto multirreferencial.

Ahora bien, si de resultados de aprendizaje se trata, es necesario tener presente que éstos cambian de acuerdo al modelo pedagógico, por ejemplo en el modelo tradicional, se busca el desarrollo en las facultades innatas del alumno y que repita de manera fidedigna lo aprendido, por lo que es el propio alumno quien tiene que modificarse para alcanzar los niveles de desarrollo que de manera externa a él, le demandan.

Las concepciones más actuales del aprendizaje reconocen que no sólo se trata de la adaptación de los alumnos a la estructura escolar, sino que se basan en la comprensión, la utilidad y la transferencia de lo aprendido; el que los alumnos sepan demostrar y hacer algo con lo que aprenden y que además todo ello se refleje en sus actos y en su personalidad; es este enfoque lo que constituye una competencia.

Bajo este enfoque, no basta con aprender conocimientos, hay que saber usarlos y aplicarlos con responsabilidad. Una competencia es una meta que define el punto al cual debe llegar el docente en el trabajo al interior de su salón de clase. Las competencias puntualizan lo que tiene que saber el estudiante y lo que sabe hacer con el conocimiento que posee, en contextos específicos y como respuesta a las demandas de su entorno. Lo que significa que no basta con un saber declarativo o conceptual, ya que en la vida esto no sirve para resolver problemas.

Para poder evaluar competencias es necesario seguir una metodología de planeación muy sencilla y que incluye al menos, las siguientes fases: primero establecer las necesidades y demandas que el entorno nos exige como una meta a lograr con los alumnos. Segundo: especificar la meta en términos de la competencia a lograr (objetivo específico). Tercero: establecer los indicadores de desempeño que de él se esperan. Cuarto: establecer la situación de aprendizaje y su secuencia didáctica. Quinto: definir la forma de evaluar, la técnica o el instrumento para obtener la evidencia y sexto: establecer el nivel de aprendizaje logrado. Con lo que se cierra el ciclo que deberá repetirse incesantemente.

Cuando intentamos evaluar competencias, es importante definir qué tipo de evidencias obtendremos; a saber: evidencias de conocimiento, de desempeño, de producto o de actitud y a partir de ello, se diseñan y se elaboran los instrumentos y las técnicas.

Cuando hablamos de técnicas e instrumentos, nos estamos refiriendo a la necesidad de conocer y desarrollar pruebas de diagnóstico, pruebas objetivas, portafolios de evidencias, rubricas, guías de observación, evaluaciones formativas, evidencias de conocimiento, evidencias de desempeño, evidencias de actitud, evidencias de producto, evaluaciones valorales y evaluaciones sumativas. Por mencionar algunas y sin que el listado sea exhaustivo.

Es por ello que la evaluación se convierte en el proceso mediante el cual se recopilan evidencias y se emiten juicios o dictámenes, con base en esas evidencias. Esta forma de evaluación nos proporciona una retroalimentación, que es fundamental para mejorar el desempeño de todos.

Tradicionalmente es el profesor el que realiza las acciones o tareas evaluativas; sin embargo, es hora de atender a cómo se ve el propio sujeto que aprende (autoevaluación) y cómo lo ven los demás (coevaluación). Esta visión requiere de establecer la clara distinción entre evaluación y calificación.

La evaluación se ha convertido en los últimos tiempos en un tema recurrente, para muchos es un tema de difícil solución y de difícil acuerdo, pero indudablemente nos compromete con los desafíos de la tarea de educar. El componente menos abordado, pero no menos importante es el análisis y la interpretación de los resultados de la evaluación, aspecto que debemos de conocer y practicar continuamente.

Evaluar es participar en la construcción de un conocimiento axiológico, interpretando información, estableciendo visiones no simplificadas de la realidad y propiciando la generación de una verdadera cultura evaluativa; construir una cultura evaluativa implica incorporarla como una práctica cotidiana que realizan todos y afecta a las instituciones en su conjunto.

Como podemos observar, evaluar por competencias es complejo, pero a la vez valioso, será deseable darnos la oportunidad de lograrlo.

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