El mismo día dos escenarios creadores de percepción internacional, la entrega de los premios Oscar y la figura Papal, le han hecho "mala campaña" a su telegénica forma de gobernar. Esos escenarios a los que Peña Nieto aspiraba a conquistar y construirse como referente con las reformas estructurales y la "ayudadita" de la portada de la revista Time.
Antes de ir a lo dicho por Alejandro González, hay que decir que lo dijo hasta el último segundo, había tenido la oportunidad de hablar en dos ocasiones antes y no lo hizo, a menos que él supiera que recibiría un tercer premio, se puede afirmar que había callado en dos ocasiones. En el caso de Francisco su afirmación es el contexto de un mensaje privado, y hace referencia a lo dialogado con obispos mexicanos, éstos tuvieron su visita oficial al Papa en el mes de mayo del año pasado, si fue fruto de esa reunión, pasaron varios meses para que conociéramos la valoración de Francisco sobre la situación de México, país a quien le ha dirigido palabras personalizadas en varias ocasiones.
En los dos casos hay elementos circunstanciales para que nos enteremos de lo que están pensando, es decir, era más probable que no nos enteráramos, porque no queda claro que había una intencionalidad original para hablar de los problemas de la sociedad mexicana. Diferente sería que Iñárritu desde su primer discurso de agradecimiento hubiera leído un texto preparado, como hizo Patricia Arquett en la misma ceremonia al hablar sobre la igualdad social y salarial. Diferente sería que la afirmación de Francisco hubiera sido en una carta dirigida a los habitantes de América Latina sobre los peligros de dejarse gobernar por el binomio corrupción-narcotráfico, que han producido tana muerte y terror en México.
En lo dicho por Iñárritu algunos columnistas de este medio han reflexionado sobre el "merecer". Aquí queremos fijarnos en una palabra que mencionó el cineasta y que no hace referencia a los gobernantes sino más bien a los ciudadanos, si mi "inglés de migrante" no me falla, en sus breves palabras antes de abordar el tema de merecer un tipo de gobierno, se hizo mención de la palabra "build" que tiene que ver con la posibilidad de construir y es a los ciudadanos a quienes les toca construir los gobiernos. Si la percepción mediática es que no merecemos este gobierno, ¿Por qué no hemos construido otro? ¿Por qué si tenemos éste?
No merecemos el gobierno que tenemos en México, ni en Coahuila, tampoco el que tenemos en Torreón, pero no hemos construido otro. Las minorías activistas que buscan construir un gobierno diferente, digno de un ser humano, enfrentan la apatía y pereza constructora de las mayorías ciudadanas, y es lógica simple de la democracia rudimentaria que son las mayorías las que eligen, de manera consciente o no, las formas de gobierno, y automáticamente quedan en el margen electoral las propuestas por las minorías activistas.
Hay un sector que invita a castigar a los partidos políticos cambiando el sentido del voto o anulándolo, eso para el día de las elecciones está bien, pero ¿Y el resto del año? ¿Y exigir rendición de cuentas durante el período de gobierno? ¿Y la evaluación sobre el ejercicio del poder? La vigilancia de las casillas y de los votos en el día de la elección parece una obsesión con fundamento, pero esa vigilancia debe evolucionar, los fraudes electorales se han hecho más complejos y exigen mecanismos ciudadanos de observación proporcionalmente complejos. De los contrario seguiremos con los "mismo-nuevos" gobiernos que decimos no merecer.
¿Cómo hacer de los temas más comentados en lo que va de la semana algo que pase del desahogo a la construcción de un mejor escenario para vivir?
Abonaría mucho que los respectivos gremios de las voces internacionales que colocaron estos temas en nuestra discusión cotidiana respaldaran y capitalizaran en el escenario nacional esta coyuntura. Las voces del partido al que pertenece Peña Nieto, no se hicieron esperar para responder tanto a González Iñárritu como a Francisco. Se distribuyeron la respuesta, no actuaron desde el mismo frente, al primero le respondió la dirección del PRI vía Twitter y al segundo el secretario de Relaciones Exteriores. Arroparon bien a su Presidente haciendo gala de su cinismo, pero no lo dejaron solo.
Ayudaría mucho si el gremio de artistas que se muestra disidente a los discursos dominantes y triunfalistas del gobierno de la República convirtieran el discurso inesperado, pero virtuoso y no ignorado, de González Iñárritu como el comienzo de una expresión artística que promueva la reflexión y nos quiten la idea de apagar la televisión y dejar de ir a ver cine comercial.
Cuanto más ayudaría a la construcción de un nuevo escenario nacional el hecho que la organización de los obispos mexicanos respaldara lo dicho por Francisco, confirmara que fueron ellos lo que enteraron a detalle del horror en el que sobrevive gran parte de la población de este país, que refrendaran lo dicho por ellos mismos en noviembre del año pasado donde lanzaban un claro ¡Basta ya! a este clima de violencia, y donde los obispos, al igual que González Iñárritu, afirman que rezan por un mejor país, por: "un México en el que la verdad y la justicia provoquen una profunda transformación del orden institucional, judicial y político, que asegure que jamás hechos como éstos vuelvan a repetirse".
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