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Más vale la imprudencia

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Es casi inimaginable hasta donde va a parar este país, este estado. Ahora resulta que los gobiernos aunque legítimos, pero carentes por completo de autoridad, intentan con reacciones mediáticas o en su caso, la utilización de nimios instrumentos diplomáticos, tratar de distraer a la opinión pública de los hechos verdaderos que están conduciendo a México y en determinadas acciones a Coahuila al vil desbarrancadero.

En el caso del tema nacional, el Papa Francisco envía un correo electrónico privado a un amigo suyo, un diputado argentino, en donde le comparte que desea que la nación argentina no se vaya a "mexicanizar", refiriéndose particularmente a la situación que nuestra patria vive por la violencia desatada por las mafias del narcotráfico y sus derivaciones.

Funda el Santo Padre sus líneas señalando que obispos mexicanos le han descrito hechos y situaciones que acá se han vivido que son horrorosos. Nada que no sea cierto (¿o quién podrá decir lo contrario)

Esta comunicación privada papal desató una reacción formal del gobierno mexicano que a través de sus instancias formales correspondientes, léase la Secretaría de Relaciones Exteriores ordenó a su embajador en El Vaticano, colocara una nota diplomática en la que se manifestaba el descontento por la expresión "mexicanización" que había utilizado Su Santidad, siendo que ésta tenía una connotación peyorativa.

A la nota diplomática el estado Vaticano reaccionó de manera inmediata diciendo que en ningún momento el Papa quiso ofender a los mexicanos, que al contrario, él tiene a México en el corazón. Más o menos hasta ahí llegó el tema.

No sé si se deba llamar cinismo o si se pueda encontrar otro calificativo a la respuesta que el gobierno mexicano utilizó por una comunicación papal de tipo privado. Hay quienes dicen que sea como sea Jorge Mario Bergoglio cometió una imprudencia por haber utilizado ese tipo de expresiones por la relevancia de su persona aun en comunicaciones privadas; que el Papa debe saber que cualquier cosa que él diga puede tener repercusiones. Me parece que quienes esgrimen ese tipo de comentarios no hacen otra cosa que hacer una defensa estéril de una realidad que nos está llevando a un colapso. Hoy vivir mexicanizado significa que estamos a merced más que nunca de los corruptos: el escándalo de la Casa Blanca y de la vivienda del secretario Videgaray son verdaderas minucias comparadas por ejemplo con el desfalco que se hizo en el Distrito Federal con la línea 12 del Metro donde se invirtieron más de 27 mil millones de pesos. O el multicitado caso de la megadeuda de Coahuila, donde no se sabe el destino de 18 mil millones.

Peor todavía, ser mexicano y saber que Tamaulipas es un narcoestado, o mirar por televisión los destrozos y atropellos que cometen los dizque maestros de Guerrero, o aquellos anarquistas que no son otra cosa que vándalos mimetizados en legítimas manifestaciones por el caso de Ayotzinapa, o los pseudodocentes de Oaxaca que dejan sus aulas y a miles de niños sin clases por ir a confrontarse a la ciudad de México con la autoridades federales utilizando como rehenes a los capitalinos que tienen que soportar la interrupción del tráfico y los desmanes que causa a su paso este tipo de agrupaciones; donde lo peor es que luego de generar caos y afectar a terceros y por supuesto no ir a trabajar, el gobierno sencillamente les paga sus salarios como si hubieran trabajado.

Casos manifiestos hay miles de corrupción, violencia brutal: extorsiones, secuestros y asesinatos son la nota diaria, aunque ciertamente las cifras muestran un descenso de este tipo de acontecimientos respecto a su punto más alto que se alcanzó en el sexenio pasado. Esto, sin embargo, no es consuelo alguno.

Qué bueno que el Papa fue imprudente, si así se le quiere clasificar, más vale la imprudencia que la indolencia, o peor aun la complicidad de algunos de los gobiernos de México ya sean municipales, estatales o el federal.

Este país o cambia pronto y se aprende a respetar la ley y hacer prevalecer el estado de derecho, o más pronto de tarde la descomposición será suficiente para convertirnos en estado absolutamente fallido.

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