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El Oscar

GILBERTO SERNA

El hombre debe de estar en los cuernos de la luna, por méritos propios En sus manos se haya el trofeo más preciado a que aspira todo cineasta. Él es un compatriota nuestro, que ha triunfado trascendiendo con la humildad como sólo es mostrada por un genio en este caso de la cinematografía. Si usted observa su pelo alborotado tiene en su look una asombroso parecido con el peinado a la despreocupé que acostumbraba usar el físico matemático Albert Einstein, autor de la Teoría de la Relatividad. La diferencia sería el color de su cabello. Aun me atrevo a comparar la forma en que muestra sus ya blancos bigotes. Es este un hito en la industria del celuloide. Me hubiera gustado tener la oportunidad de verlos caminar para darme cuenta si sus pasos tienen la misma cadencia.

Ha conseguido lo que ningún otro en un país en que es difícil destacar teniendo un monstruo de la cinematografía al lado. Lo que demuestra que cuando se quiere se puede, un Oscar es mucho, dos son un lujo, pero tres Óscares es una locura. Los que vimos como le eran entregados cargándolos sobre su pecho si no lo vemos no lo hubiésemos creído y él demostraba que aún tenía espacio en los brazos para cargar otros más. No cabe duda que lo demostró, "Este momento tiene mucho de surrealista", dijo en la sala de prensa de los ganadores. Se trata de plasmar el mundo de los sueños con los fenómenos subconscientes intentando descubrir las profundidades del espíritu. El resultado es un mundo aparentemente absurdo. escapando al dominio de la razón.

Ya que hablamos de imágenes no podríamos dejar de referirnos al cinematógrafo presentado por primera vez en el Gran Café de París por los hermanos Lumiere el 28 de diciembre de 1895, capaz de rodar, revelar y proyectar una película. En un principio nuestros abuelos tenían que conformarse con un cine mudo, carente de sonido que además producía filmes en blanco y negro. Al que desde que empezó se le agregaba música en la sala donde se exhibía, pues, se contrataban músicos que al tocar seguían la trama que se proyectaba en la pantalla. El problema era sincronizar imagen con sonido, lo cual fue resuelto al poco tiempo. Lo que resultó un dilema, no resuelto hasta la fecha, fueron los rines de las llantas que parecían avanzar hacia atrás.

Hay una fotografía donde aparecen Auguste y Louis Lumiere, vestidos con ropa de la época, ingenieros franceses que fueron quienes iniciaron la primera proyección pública en 1895. En Torreón los que asistieron al estreno de una película que filmaron los hermanos Lumiere de una locomotora en movimiento hizo salir en estampida a los ingenuos espectadores de aquellos años que vieron al armatoste venírseles encima creyendo que los arrollaría si no se quitaban a tiempo, vaya susto que se llevaron los petimetres de aquellos días.

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