Columnas la Laguna

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Diálogo nupcial. La novia: "Hazlo con cuidado; despacito. Me está doliendo". El novio: "Quizá con algún lubricante podría entrar mejor". La novia: "No, no entra. Está muy apretado". El novio (volviéndose hacia el joyero): "Definitivamente ese anillo no le queda. ¿Tiene alguno más grande?". Me pregunto si todavía habrá declamadores. Si alguien me responde que aún los hay me asombraré tanto como si me dijeran que todavía queda un señor que habla esperanto y una señorita que hace trutrú. Han desaparecido aquellos señores y señoras que se gozaban en hacer llorar a la pobre gente infligiéndole impunemente poemas lacrimógenos como "El brindis del bohemio", "Reír llorando" o "El Cristo de mi cabecera". En un baratillo compré hace años la Biblia de esos artífices del llanto, un libro llamado "El perfecto declamador". A más de un extenso repertorio de versos gemebundos contenía lecciones muy valiosas para los principiantes. El tema de una de ellas era "La expresión facial". Ahí se enseñaban al novel declamador los gestos y ademanes que debía hacer para transmitir "las diversas pasiones del alma": Amor y odio, alegría y pena, esperanza y desesperación, etcétera. A fin de mostrar duda o desconcierto el artista debía "enarcar las cejas, entrecerrar los ojos y apretar los labios, adelantándolos un poco". Pues bien: Miradme ahora. Tengo -yendo de arriba hacia abajo- enarcadas las cejas, entrecerrados los ojos y apretados los labios. Eso quiere decir que estoy desconcertado. Mi duda es ésta: ¿De vez en cuando el Espíritu Santo se distrae o duerme? En términos católicos una de sus tareas consiste en inspirar las palabras y acciones del Papa en turno. ¿Aleteó la paloma del Espíritu sobre Francisco cuando escribió eso de la "mexicanización" de Argentina? ¿O acaso la palomita estaba con la atención puesta en otra parte, o dormitando? Las palabras del pontífice, independientemente de cualquier otra consideración, fueron imprudentes. No tomó en cuenta el Papa que sus expresiones, aun dichas en privado, pueden volverse públicas y ofender o lastimar a un tercero. Es guía espiritual de una iglesia, pero es también un jefe de Estado obligado a tener presentes siempre las normas del trato entre naciones. Si no tomó en consideración la caridad debió recordar al menos la diplomacia. Habrá quienes lo defenderán a ultranza -los profesionales de la religión son representantes de Cristo en la tierra, y por lo tanto no se les puede tocar ni con el pétalo de una risa-, pero debemos recordar que el México católico ha mostrado muchas veces su devoción al Papa -"México siempre fiel", dijo Juan Pablo-, y no merece un trato así, denigratorio. En vez de mostrarse compasivo Bergoglio se mostró peyorativo. Ignoro si un Santo Padre sea capaz de reducirse al nivel de un mortal simple y ofrecer una disculpa, pero aquí procede al menos una explicación. No sé cuál sea la postura de la Cancillería mexicana a ese respecto. Por mi parte yo seguiré con las cejas enarcadas, entrecerrados los ojos y los labios apretados (yendo de arriba hacia abajo). La esposa de Babalucas dio a luz gemelos. Preguntó él, furioso: "¿Quién es el padre del otro?". El automóvil de don Algón se descompuso. Una voz dijo: "Es el carburador". Volvió el conductor la vista a todas partes y no vio a nadie. Sólo había ahí un perro. Cuál no sería su sorpresa -frase inédita- cuando el perro habló y volvió a decir: "Es el carburador". En eso llegó al dueño del can. Don Algón le dijo con asombro: "¡Su perro habla! ¡Me dijo: 'Es el carburador'!". "Ignórelo -replicó el hombre-. No sabe nada de motores". El niñito marciano apremió a su mamá: "¡Se me hace tarde para la escuela! ¡Arréglame ya la mochila!". "No me apresures -respondió la mamá marciana-. Sólo tengo ocho manos". El perro es el mejor amigo del hombre. Los diamantes son los mejores amigos de la mujer. ¿Cuál es el sexo más inteligente?... Ovonio Grandbolier, el mayor haragán de la comarca, vivía eternamente apoltronado en su sillón, fumando pestíferos cigarros, tomando cerveza y viendo en la tele los partidos de futbol. Su esposa le comentó a una vecina: "Me parece imposible creer que alguna vez venció a millones de otros espermatozoides en la carrera hacia el óvulo". FIN.

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