LLEGARON SIN ANUNCIARSE Y ME DIJERON:
-Somos las obvias razones.
Por razones obvias quise saber a qué obedecía su visita. Me dijeron:
-Estamos cansadas de que nos llamen "obvias". Ninguna de nosotras lo es. No hay en verdad ninguna razón que sea obvia. Somos como las personas: Todas tenemos algo especial que nos quita la obviedad.
Miré atentamente a la razón. Ciertamente no era obvia. Había en ella algo misterioso, una cierta ambigüedad que me inquietaba. Le pregunté en qué podía servirla. Respondió:
-Aprenda usted a ver lo oscuro que hay en lo aparentemente claro. Así se librará de la obviedad.
Le prometí hacer eso, pero también le dije que procuraría ver lo claro que hay en lo aparentemente oscuro. Quiso saber por qué. Iba a responderle: "Por obvias razones", pero me contuve.
¡Hasta mañana!...