Doña Rosa es la mujer de don Abundio el del Potrero.
Debe acercarse ya a los 80. Cuando alguien le pregunta cuántos años tiene responde: "Los suficientes para no andar preguntando cuántos años tienen los demás".
La tarde de ayer comí en su casa. Ahí todo albea de limpio: el mantel de la mesa; las colchas de hilo blanco de las camas; las cortinas... Sonríe satisfecha doña Rosa cuando le digo que su casa parece una tacita de plata. "Favor que nos hace, licenciado; a mí y a la casa".
La vi lavar los platos de la comida. Lo hace con esmero, cuidadosamente, como si estuviera lavando almas, pero también con energía, como si estuviera lavando cuerpos. Cada plato queda brillante, reluciente.
Eso de lavar platos es algo muy humilde. Sin embargo esta mujer le da grandeza.
La tarea de doña Rosa es importante.
Cuando termina su labor el mundo está más limpio.
Y ¡hay tantos que lo ensucian!
¡Hasta mañana!...