Con estupor escuchaba las palabras de un viejo lobo acerca de la situación de la cosa pública del país. El diagnóstico provenía de una persona que por décadas ha trabajado y vivido de la política. Sus circunstancias y capacidades incluso lo tuvieron muy cerca de lo más alto del poder, y eso cuando éste era autoritario.
Experiencia y preparación son cartas que tiene más que sobradas para dar una visión sólida de lo que está sucediendo, aun con que siga convencido que los tiempos del pleno corporativismo priista fueron los mejores. Por eso el pasmo; su diagnóstico es sombrío para lo que hoy se vive. Referencia como un punto de inflexión el año 1997, cuando por primera vez el PRI perdió la mayoría de la Cámara de Diputados, que luego desencadenaría en la pérdida de la presidencia 3 años más tarde y con ello el inicio de la docena de años que el PAN estuvo al frente del ejecutivo federal, hasta apenas 2 años y medio atrás, cuando el PRI pudo mediante las urnas, volver a la presidencia de la República. Pero aun con el partido tricolor como gobierno, su conclusión es que México está en su peor momento en décadas, y que lo diga alguien como él, resulta más que preocupante.
La situación es alarmante según sus palabras por tres factores fundamentales: la pérdida de la hegemonía del PRI (antes mencionada) la falta de aplicación de la ley (que ha sido por cierto la constante en el ejercicio priista) y hasta la falta de oficio político del actual presidente de México.
El primer punto en lo que se refería a la pérdida del control absoluto del PRI, señala que este suceso dio cabida a políticos de la peor calaña y que han permitido una descomposición como la que ahora vivimos. Señalamientos claros sobre el desempeño del PRD en estados donde ha gobernado como lo son Michoacán y Guerrero, entidades destrozadas y convertidas en tierra sin ley que están a merced del hampa organizada. Guerrero además con el componente de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación, conformada por "maestros" que no son otra cosa que una horda que su única pretensión es reventar el Estado mexicano en aras de beneficios económicos. A esta aseveración de mi interlocutor, asintiendo que efectivamente Guerrero y Michoacán son más que un desastre, le pregunté por Tamaulipas, que siempre ha sido gobernado por el PRI, a lo que me respondió que quien está al frente del gobierno estatal no es político, ya que alcanzó el puesto por el asesinato de su hermano y por eso llegó. Endeble respuesta.
Sobre la falta de aplicación de la ley, los hechos diarios son un constante recordatorio que en México está muy por debajo de las conveniencias políticas. Una muestra más que fehaciente de esta semana fue la retención ilegal del gerente y subgerente de una embotelladora de Coca Cola que miembros de la CNTE en Guerrero consumaron, ya que compañeros de los segundos habían sido detenidos por la policía porque éstos secuestraron un camión repartidor. Los funcionarios de la empresa afectada presentaron las denuncias por el robo de la unidad. La conclusión es que un grupo de la CNTE los privó de su libertad a cambio de que los detenidos por haber perpetrado el robo del camión fueran puestos en libertad ¡y así ocurrió! Todo solapado por el gobierno guerrerense. Qué más para ejemplificar que ese estado está hoy perdido.
El tercer punto también es importante para entender por qué la incapacidad del gobierno de sacar del atolladero en el que se encuentra el país: la falta de oficio político. Enrique Peña Nieto encarnó la opción más viable que a la postre se cristalizó para que el PRI recuperara la presidencia. El problema es que el hoy presidente, había realizado su carrera política en el Estado de México, y poco roce tuvo a nivel federal. No fue ni senador ni diputado en San Lázaro y por razones obvias estando el PAN en el poder, no tuvo acceso a cargos de gabinete ni mucho menos, lo que le impidió tener experiencia en el gobierno de la república. Esto provoca que en ciertas áreas haya colocado a parte de su equipo de trabajo que venía del gobierno mexiquense, y que a la hora de gobernar la república simplemente no haya sido lo mismo, ya que la carencia del oficio daña sin duda al gobierno peñista y por añadidura, quiérase o no, al país.
Con este panorama, con sus asegunes por supuesto, parece que es imperativo que la sociedad hoy con la reservas y las libertades debidas, apoye con determinación al presidente Peña, porque quiérase o no, en él recae el poder para enderezar este México que hoy vive una de sus épocas más oscuras en la historia moderna, aun con su evidente falta de oficio. Escoger otra opción, no haría más que seguir hundiendo ya esta desasosegada situación.
