En la imagen se muestra una representación de cómo lucían las primeras tarjetas de San Valentín. (CULTURA COLECTIVA)
El origen religioso de San Valentín se remonta a 16 siglos atrás, cuando en el año 496 después de Cristo, el Papa Gelasio estableció la fecha para honrar al santo.
El origen amoroso del día se ubica en el siglo XIV, gracias a que por las obras de Geoffrey Chaucer, padre de la literatura inglesa, se empezó a asociar la festividad con el amor.
Ya establecido este nuevo vínculo, empezó a formar parte de el entregar obsequios a los amantes, que representaran los sentimientos, como se dice que lo hizo San Valentín antes de morir con una mujer.
Uno de los productos más tradicionales durante mucho tiempo y aún en la actualidad, fueron las tarjetas, las cuales existen desde hace tiempo, pues fue en el siglo XVIII cuando empezaron a surgir, aunque no fue sino hasta 1840 cuando este mercado vivió una revolución gracias a una mujer.
Esa mujer fue Esther A. Howland, una dama oriunda de Massachusetts a quien se le atribuye la popularización de las tarjetas de San Valentín.
De acuerdo con el portal Cultura Colectiva, todo comenzó "cuando recibió una tarjeta por parte de un socio de su padre, la cual era de origen inglés. Así las tarjetas que eran más frecuentes en países como Alemania e Inglaterra, llegaron a Estados Unidos y fueron modificadas por Esther, quien decidió mejorar la técnica de manera artesanal e incluirlas en el mercado americano".
La mujer, relata la fuente en mención, envió "una docena de ellas con su hermano, quien comerciaba los productos del negocio de su padre por varios puntos de Estados Unidos. Cuando regresó con las ganancias, las expectativas fueron superadas y entonces Esther Howland decidió producir más. Así nació su negocio, al cual llamó 'New England Valentine Company'".
Así, Howland pudo vivir en carne propia parte del éxito de su negocio, aunque quizá, jamás habría imaginado que sobreviviría tanto tiempo y se convertiría en una tradición.
