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Un pato cojo

ALBERTO AZIZ NASSIF
"En cualquier democracia moderna, sería conducta "inaceptable". ¿Pero quién dijo que México es una democracia moderna?"— Alberto Aziz Nassif

A diferencia de la visita que hizo Peña Nieto a Naciones Unidas en septiembre pasado, en donde el Presidente parecía el rey león, en el encuentro con Obama el pasado 6 de enero dejó dudas importantes sobre si el presidente mexicano era un pato cojo (lame duck), como dicen en Estados Unidos, es decir, un político tocado que ya no puede hacer bien su trabajo porque ha perdido el liderazgo, la confianza y la fuerza para sacar adelante un proyecto de país.

Entre las dos visitas está la crisis de derechos humanos y una cadena de conflictos de interés que involucran directamente al inquilino de Los Pinos. ¿Estamos ante un pato cojo a la mexicana?

En esta ocasión no me voy a referir a fuentes dentro del país, sino a lo que llega desde el exterior y que debe tener preocupado al gobierno federal. El 20 de enero pasado, en el Reporte Washington, que hace desde la capital estadounidense la periodista Dolia Estevez para el noticiero de Carmen Aristegui, contó que -de acuerdo a sus fuentes-, Peña no quiso tratar con Obama los temas de impunidad, corrupción y derechos humanos, porque se consideran "asuntos incómodos". Así, mientras que sobre los asuntos económicos Peña se mostró "entusiasmado", sobre los otros temas simplemente los "eludió". Según el reportaje, cuando Obama trató estos temas, Peña "tomó apuntes" y "asintió con la cabeza". Esta actitud de Peña lleva a preocupaciones sobre un vacío de liderazgo, sobre un debilitamiento del gobierno, sobre un pato cojo para los próximos cuatro años del sexenio.

En estos días han seguido apareciendo nuevas piezas de la crisis con la que cerramos el año pasado. El gobierno está empeñado en cerrar de forma definitiva el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Los resultados del estudio que se hizo en el laboratorio de Innsbruck muestran que no hay forma de identificar a nadie más con los restos que se enviaron. Así volvemos a la narrativa de que los mataron y los desaparecieron. Pero el movimiento que llevan adelante los padres de los 43 muestra todavía energía para seguir en la búsqueda y la demanda de justicia.

Unos días después volvió a salir en el diario The Wall Street Journal (WSJ) la nota de que Peña en 2005, cuando era gobernador del Estado de México, compró otra casa con otro contratista en Ixtapan de la Sal. El mismo modelo que conecta la obra pública con los negocios y el gobierno, que parece estar en el DNA del grupo priista del Estado de México y que ha sido replicado con éxito en Chihuahua, por Duarte; en Coahuila, por Moreira, y un largo etcétera de casos de corrupción, en donde los políticos corruptos siguen tan campantes porque están protegidos por el manto de la impunidad, salvo excepciones que llegan a pisar la cárcel casi como un error del mismo sistema.

El día 24 de enero circuló un artículo del conservador semanario británico The Economist, en donde hace una durísima crítica a Peña. Lo menos que le dicen es que "el gobierno mismo está manchado por el escándalo (…) Peña y Videgaray insisten en que no han hecho nada ilegal. Están perdiendo el punto". Al final de cuentas la conclusión es: "que no entienden que no entienden" (They don't get that they don't get it). En cualquier democracia moderna, insiste el artículo, eso sería un comportamiento "inaceptable". ¿Pero quién dijo que México es una democracia moderna?

La mirada exterior muestra al país con un gobierno que no entiende la diferencia entre la legalidad y un conflicto de interés. La crisis que destapa Ayotzinapa mostró las costuras de un gobierno que no ha logrado enfrentar la adversidad. Con todas las reservas que pueden tenerse frente a algunos diarios, como los citados, lo cierto es que se trata de medios influyentes que inciden en la opinión pública internacional y en los inversionistas. Se puede encapsular la crisis de Guerrero o normalizar el horror de la violencia en Michoacán, Morelos o Tamaulipas, pero lo que no se puede ocultar es que la corrupción sistémica, que viene desde la punta de la pirámide del gobierno, es un factor crítico para que México tenga el respeto de la comunidad internacional y la confianza de los inversionistas. Un pato cojo…

@AzizNassif

Investigador del CIESAS.

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