Susana expresa que en el acompañamiento descubrió su vocación.
Luego del fallecimiento repentino de su madre el 10 de febrero de 1997, Susana Dingler Gutiérrez se quedó con mucho dolor y grandes dudas, pues había perdido a su ancla y sentía que su vida iba a la deriva.
Gracias a Dios, Juan Dingler SJ la invitó a tomar un curso sobre Tanatología, y no sólo encontró elmedio para salir adelante de tan grande pérdida, sino que resignificó el sentido de su vida.
A partir de ahí, ha continuado y profundizado su aprendizaje en el tema del manejo de las pérdidas, no sólo a través de diplomados y estudios superiores, sino principalmente a través de 14 años que ha tenido la bendición de ejercer la Tanatología.
Una definición sencilla de Tanatología sería “el estudio de todo lo relacionado con la muerte, el morir, las pérdidas y el duelo”. Incluye dimensiones económicas, psicológicas, sociales, morales, espirituales, biológicas y cuantos aspectos directa o indirectamente se relacionan con el final de la vida y el pensamiento en torno a la muerte, el morir y lo que sucede después de la misma.
Su objetivo principal es eliminar el miedo a la muerte y dar plenitud al tiempo de vida, desmitificar la muerte y morir aprendiendo a convivir con ella. Se busca educar para la vida y la muerte a niños y niñas, adolescentes y adultos, para que partiendo del conocimiento personal, cultural y social, se logre dar sentido al proceso de la muerte, que comienza en el momento de nacer y se va aprendiendo lentamente a través de las pérdidas que se enfrentan día a día.
El principal trabajo de un tanatólogo es el acompañamiento -teniendo empatía y escuchapara conocer al doliente y reflejarle las herramientas personales con las que cuenta para poder llevar y superar su duelo. Es indispensable ser paciente, creativo, prudente, discreto y flexible.
Susana comenta que tuvo la fortuna de nacer en una familia donde se tenía como filosofía de vida contribuir para el bienestar de los demás en los que se pudiera.
“Mi papá, Francisco Dingler, fue el fundador del Pentatlón y su compromiso fue con la juventud y la sociedad. De mi mamá, Gloria Gutiérrez de Dingler, aprendí a ayudar al desvalido, a pesar de las carencias que tuvimos en ciertas épocas, pues siempre veía la forma de apoyar a quien tocaba la puerta”.
Reconoce que su experiencia como “doliente” la motivó a realizar actividades para ayudar a los demás.
“La Tanatología resignificó mi existir y me ayudó a descubrir mi vocación. En el acompañamiento me realizo como persona. Me siento feliz de poder contribuir en lo que sea con el que sufre. No soporto ver el dolor ajeno”.
