- La clave, como siempre, será la ciudadanía. Si presiona a la partidocracia en aras de un profundo cambio institucional.
Los manuales de política suelen contener consejos y predicciones sustentados en la realpolitik.
Van cuatro ejemplos que son relevantes en México en 2015, el año que viviremos en peligro. 1) La oposición debe ser inversamente proporcional a la popularidad de los gobernantes: mientras menos popular sea un presidente más deben confrontarlo y criticarlo públicamente sus opositores, y viceversa; 2) conforme se acercan las elecciones los partidos han de minimizar los acercamientos entre sí para pelear por el voto; 3) las probabilidades de triunfo de una oposición radical se elevan en la medida en que la situación del país, y con ella la imagen del gobierno, se deterioran; 4) el poder de las organizaciones antisistémicas beligerantes se incrementa cuando se deslegitiman las autoridades.
¿Qué pasaría bajo esta lógica en la actual coyuntura mexicana? 1) La baja popularidad y el déficit de legitimidad de Enrique Peña Nieto llevarían a los partidos de oposición a endurecer su postura frente al gobierno; 2) la inminente pugna electoral provocaría la postergación de la agenda legislativa; 3) Morena crecería más que nadie en los comicios de este año; 4) la ingobernabilidad en Guerrero y quizá también en Oaxaca se exacerbaría. Pero México es un país beckettiano, y la crisis mexicana hace que el absurdo sea un volado. Por eso es igualmente posible que se den los siguientes escenarios: 1) que la oposición rompa lanzas con el gobierno o que su canibalismo la obligue a llevar la fiesta en paz con él; 2) que algunas de las iniciativas pendientes se congelen o que salgan antes de junio; 3) que Morena rebase al PRD o que la "partidoclasia" aumente el abstencionismo y el voto nulo al grado de socavar también al lopezobradorismo; 4) que se reprima la movilización de la CETEG y la CNTE y se incendie el pasto social guerrerense y oaxaqueño, o que la violencia de los maestros que no quieren desperdiciar esta oportunidad de agudizar las contradicciones les reste apoyo social y su represión resulte eficaz.
Así de impredecible es hoy este país. En estos momentos lo único pronosticable es que el PRI, con su voto duro y su maquinaria clientelista y con la ayuda involuntaria de abstencionistas y anulistas, será la primera fuerza en la Cámara de Diputados. Es decir, que un partido que en cualquier otro país del mundo estaría al borde del precipicio aquí arrancará la carrera presidencial como puntero. Y ya. Porque las cosas pueden cambiar en la segunda mitad del sexenio y el PAN, que seguramente obtendrá la segunda bancada, puede trabajar con la izquierda para impedir una nueva victoria priista. La clave, como siempre, será la ciudadanía. Si presiona a la partidocracia en aras de un profundo cambio institucional y si la sensatez triunfa y los partidos de oposición se abren, otro gallo puede cantarnos en 2018.
PD: La opinión pública global se ha unido para repudiar los asesinatos de los periodistas de Charlie Hebdo. Me incluyo: Je suis Charlie. Pero el repudio no presupone respaldo a la línea editorial de la revista. A mí no me atrae ese tipo de periodismo caricaturesco (no me refiero a los dibujos) ni creo plausible y menos prudente burlarse de las creencias religiosas de la gente. Me parece tan indefendible la atrocidad criminal perpetrada en París como la idea de que la libertad de expresión es infinita. Uno de sus límites es el derecho al honor de las personas, que por cierto está consagrado categóricamente en las leyes europeas (y sólo precariamente en las mexicanas: aquí no hay derecho de réplica que valga y se puede calumniar sin mayores consecuencias). Pero esa garantía individual no se ha extendido a colectividades. Tal vez sea hora de que Europa legisle en ese sentido (supongo que aquí tendremos que aprender a caminar antes de correr) para que pueda demandarse por cauces legales un castigo pecuniario a la difamación o el escarnio contra grupos religiosos o étnicos.
@abasave
Académico de la Universidad Iberoamericana
