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La Columna de Rosell

RAFAEL ROSELL

Siempre me ha llamado la atención cuando Santos Laguna vence categóricamente a un rival lo que algunos periodistas laguneros siempre comentan de lo mal que se vio el contrincante, de que seguramente era la peor versión del rival, que el equipo lagunero aprovechó los errores del de enfrente y así los méritos de los Guerreros prácticamente no existen, todo es en base a lo mal del rival. Al parecer hablar bien del desempeño futbolístico de los Guerreros es un tabú, yo no tengo empacho en reconocer la excelente exhibición del equipo de Caixinha que abrumó, apretó y ahogó a unos Rayados descoloridos, pero fue el Santos el que decoloró a los regios, fue el Santos quien anuló y dominó al equipo de Barra, fue el Santos quien corrió de principio a fin, fue el Santos quien trabajó los noventa minutos el resultado final, un esplendoroso cuatro a uno.

La intensidad de la que nos habló Pedro antes de arrancar el torneo volvió a aparecer pero en esta ocasión fue una intensidad bien entendida con el balón, llegó un momento en que los santistas tocaron la pelota más de veinte veces seguidas a gran velocidad, enloqueciendo a los Rayados y a la tribuna. Fue una noche de buscar a los involucrados en el triunfo y quitarse el sombrero (en mi caso el gorrito de mis Steelers) vi a Pedro y se lo dije claramente "pronostiqué empate pero con la sensación de una inminente derrota" el portugués se sonrió y simplemente me dijo "era cuestión de tiempo, pero ahora no pensemos que somos los mejores".

Me topé con Alberto Canedo, vicepresidente de Santos, el jueves antes del partido y me aseguró que se le iba a ganar al Monterrey, me pudo haber dicho como todos: "se va a intentar ganar, se van a entregar con ese objetivo, pero garantizar la victoria es arriesgado", ese sería el rollo diplomáticamente correcto, pero Alberto fue claro: "le vamos a ganar a los Rayados, de mí te acuerdas" y después del partido nos volvimos a encontrar y por supuesto que me recordó su pronóstico y tuve que volver a descubrir mi pelado cráneo para hacerle un pequeño homenaje a quien con absoluta certeza adivinó lo que iba a ocurrir en la cancha.

No tengo ningún problema en reconocer que la victoria del Santos sobre Monterrey, y sobre todo de la forma en que se dio, no formaba parte de mis sueños más estrambóticos, dos exhibiciones lamentables no me hacían ni siquiera vislumbrar lo que sucedió el viernes por la noche, ver a Néstor Calderón galopar por la banda derecha dándole un trato magnífico al balón, dos volantes como González y Molina que deslumbraron por su efectividad, Aldrete y Abella los laterales laguneros sobrios en la marca y haciendo lo necesario de manera simple y sin complicaciones, Mendoza corrió como poseído, Rentería y Orozco contenidos por momentos explotaron justo en el momento para liquidar el partido. Atrás, el guardameta Marchesín que en tiempo récord ya se echó al bolsillo a la afición, Izquierdoz y Alanís fueron obstáculos y no cómplices como en otros encuentros. En fin, como diría don Armando Navarro Gazcón "no echemos las campanas al vuelo" que faltan catorce partidos, pero lo que sólo Caixinha veía, ahora se nos empieza a revelar a todos, un equipo competitivo en base a esforzados jóvenes con deseos, carácter y gran determinación.

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