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No lo permitamos

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GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

En los últimos días ha estado circulando una información preocupante, pues se afirma que el Colegio La Paz, va a cerrar sus puertas.

Al parecer, esta institución educativa, no alcanzó, este año su punto de equilibrio para seguir funcionando.

El problema, es que el colegio, tiene más de cien años funcionando en nuestra ciudad. De hecho, uno de los atractivos que tiene Torreón para los inversionistas, es su amplia oferta educativa y sería un duro golpe el que se supiera que esa oferta se ve disminuida, porque faltan alumnos.

A lo largo de más de cien años, han egresado del colegio La Paz, miles de alumnas educadas, por las monjas "Del Verbo Encantado", que con verdadero espíritu de servicio, han formado a nuestras madres, hermanas y abuelas, con valores fundamentales para la vida.

Una institución como ésa no puede desaparecer, porque le faltaron en este ciclo 80 alumnas, para alcanzar su punto de equilibrio.

Desde que tengo memoria La Paz, ha estado ubicado a un lado del Bosque y, por cierto, a últimas fechas lo he visto remodelado.

La educación siempre ha sido un negocio aceptable, aunque los colegios privados, castigan sus ganancias a favor de su apostolado, sobre todo los que son manejados por religiosos.

Pero no pueden destinar dineros que no tienen a los fines educativos.

¿Qué sería de Torreón, si no existieran instituciones como la Luz, la Paz, El Francés o la Pereyra, de las que hemos egresado miles d alumnos que tratamos de dignificar esas instituciones. Es como si fuera a cerrar la PVC.

Creo que debemos organizarnos para apoyar becas que les permitan a alumnos de escasos recursos acudir a sus aulas. Que instituciones, netamente laguneras, como Soriana, abran un sistema como el de Televisa o Telmex, para apoyar a esos alumnos. También se pueden organizar instituciones de servicio locales para ir al rescate de La Paz, pero algo tenemos que hacer para que esa institución no desaparezca.

Sería una afrenta para Torreón que ese colegio cerrara sus puertas después de más de cien años de funcionamiento.

Las monjas también deben de avisparse y ponerle ingenio a este caso, pero no se pueden rendir.

Que aunque sea, se pongan a hacer rompope, galletas o pasteles, pero que se vea el ánimo de continuar con su abnegada labor.

Pongamos atención a las cosas que suceden en nuestra ciudad y demostremos que el espíritu lagunero está vivo y actuante. Que no se nos vaya el tiempo sólo en criticar lo que nos rodea, porque si nuestros padres nos vieran se morirían de vergüenza.

Por lo demás, "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".

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