Responden. Los estudiantes de la UA de C, despidieron a la orquesta de pie.
Aún cuando la mayoría de los estudiantes de la Universidad Autónoma de Coahuila, nunca han asistido a un concierto de Camerata de Coahuila en el Teatro Nazas, para ellos la orquesta coahuilense es un motivo de orgullo, que además identifican perfectamente, así lo manifestaron ayer minutos antes de iniciar el primer concierto didáctico del año.
Aunque al inicio la constante fue los teléfonos de los estudiantes que registraban con cierta curiosidad la foto para las redes sociales, tan pronto el maestro Ramón Shade, director de la orquesta, movió la batuta para invitar al compositor Von Suppé, y su festiva obertura Pique Dame, se robó la atención de los jóvenes.
Ya relajados, el maestro Shade invitó a los estudiantes a cantar con la Polka Campesina del más famoso de los Strauss, Johann. Muchos de los estudiantes, que más tarde afirmarían que la música clásica no es tan aburrida, guardaron sus teléfonos para seguir las instrucciones del director, que puso a cantar el auditorio universitario, donde incluso llegaron jóvenes para escuchar el concierto de pie.
Con un gran sentido del humor, Ramón Shade interactuó con un público juvenil, haciéndolos reír y contagiándolos de música, "Estos programas los hacemos para compartir con ustedes nuestra labor en la música".
"Tenemos un idea de que este tipo de música es para gente que sabe, pero la verdad nunca había escuchado una orquesta clásica en vivo, y sí es muy diferente, pero es agradable y sí, volvería a un concierto de este tipo", manifestó una estudiante de contaduría.
Antes de cerrar el programa con la Obertua de Orfeo en los Infiernos, de Offenbach, el maestro Shade narró algunas anécdotas y agradeció a los jóvenes estudiantes su asistencia, quienes sorprendieron al pedir un ancore, a la voz de un relajado "otra... otra...", mientras despedían a la orquesta con un emotivo aplauso, enérgico, que incluyó los infaltables gritos y chiflidos, códigos juveniles de agradecimiento y simpatía que fueron devueltos con otra alegre obertura, Rayos y centellas.
Música para contagiar, música para el frío de una mañana en el desierto, música para disciplinar incluso la impaciencia propia de la edad de los más de 450 estudiantes de diferentes carreras, quienes vivieron, incluso por primera vez, la experiencia de una orquesta en una improvisada, pero acogedora sala de concierto.
