El español Enrique Ponce lidia su primer toro de la tarde 'Liberador', de 497 kg, en la decimotercera corrida en la Plaza de Toros México. (EFE)
Sólo un toro le bastó al diestro español Enrique Ponce para poner a la Monumental Plaza México a sus pies, un escenario que ya se ha convertido como su segunda casa por el cariño con el que lo arropa la afición taurina y ayer les supo devolver ese gesto con una faena que le valió las dos orejas.
En su regreso, tras dos años de ausencia a la capital, Ponce se lució con su primer de Teófilo Gómez, toreó con suavidad y estética ante un astado, al que supo guiarlo a su terreno para arrancarle par de verónicas que dejaron los "oles" retumbando en el Coso de Insurgentes.
No podían faltar también sus "poncinas", antes de arrojarse a la máxima suerte, en la cual dejó una estocada contundente que el juez le premió con dos apéndices, mientras que el público se deshacía en elogios de pie. Con el quinto de la tarde la suerte fue muy distinta, con un toro que no se prestó al ataque de la tela.
Enrique intentó todo, sacó sus mejores armas, pero el animal decidió que tenía suficiente con sus dos premios anteriores, aunque la gente seguía encendida y así el matador se retiró en silencio.
Juan Pablo Sánchez mostró inteligencia para sacarle jugo al cuarto de la tarde, conservó el temple pero pinchó con el acero varias veces y ahí tiró una posible oreja, con el séptimo pausó más su lidia tratando de acomodarse a un toro que tampoco estuvo a la altura y el matador fue silenciado.
No conforme, Sánchez regaló un toro, ahí fue por todas, aunque el sobrero de Teófilo Gómez que escaseaba de clase y forma, pues las patas se le doblaban para llevarse el hocico a la arena.
El hidrocálido recortó distancias con el toro y dejo algunos buenos muletazos, que ayudado con una estocada entera para ser premiado con una oreja.
Juan Pablo Llaguno confirmó su alternativa en la Plaza México, en su primero tuvo buenas formas por la derecha y eso gustó a la afición taurina, que lo ve como promesa al joven torero, pero no tuvo fortuna a la hora de lanzarse a matar y fue recompensado con palmas tras aviso.
Con su segundo ejemplar no pudo hacer mucho, pues el animal carecía de recorrido y embiste, Llaguno no pudo redondear su faena y fue silenciado.
El rejoneador Emiliano Gamer sólo tuvo palmas.
