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2015 totalmente Atlacomulco

MAITE AZUELA

Operan con maestría la colocación de cuadros cuando se acerca un proceso electoral

Cerramos el año con la noticia de que Raúl Salinas recuperó su "honorabilidad" como quien se quita un saco que después le es colocado delicadamente por sirvientes una vez que lo han lavado y planchado.

El hermano del expresidente Carlos Salinas de Gortari quedó exonerado de manera definitiva del delito de enriquecimiento ilícito tras un juicio que tomó 19 años. Sin explicación que justifique su inmensa fortuna, fue liberado con el Partido Revolucionario Institucional de vuelta en el Poder Ejecutivo. No puede ser coincidencia que el caso haya estado suspendido en un juzgado cuya titular, durante los últimos años, era una antigua funcionaria del gobierno de Enrique Peña Nieto en el Estado de México. La sustituyó Fausto Cotero, secretario del Tercer Tribunal Unitario Penal del DF, quien aspira a ser juez. Quizá reciba alguna fortuita compensación por su oportuna decisión.

Hay quien afirma que el grupo Atlacomulco se ha ido disolviendo y que incluso perdió fuerza cuando Eruviel Ávila, el candidato para sustituir a Peña Nieto como gobernador del Estado de México, resultó alguien "ajeno" al clan. Sin embargo el sello del grupo Atlacomulco, más que responder a una membresía con rituales de iniciación, atiende a comportamientos reproducidos sistémicamente una vez que se ocupa un espacio de poder. Dentro de las figuras emblemáticas del grupo Atlacomulco brilla por su proceder Carlos Hank González, al que podríamos identificar como el patriarca. Le acompaña Arturo Montiel también acusado de enriquecimiento ilícito, transacciones millonarias, posesión ilícita de propiedades e igualmente absuelto el 20 de octubre de 2005, a quien la revista Forbes ubica como uno de los diez hombres más corruptos de México. Durante su gobierno lo acompañaron Peña Nieto y Luis Videgaray, quienes debieron haber visto de cerca su modus operandi. La forma en la que ambos fundadores se hicieron de propiedades millonarias perfila un patrón que parece que los nuevos priistas han aprendido al pie de la letra. Bajo el amparo de todos ellos, con sede en Toluca, creció el Grupo Higa.

La colocación de cuadros estratégicos cuando se acerca un proceso electoral, es también una estrategia que operan con gran maestría. Sacrificando a perfiles especializados y con trayectorias honestas, hasta en la Secretaría de Educación Pública se han realizado movimientos para extender los tentáculos del grupo. De modo que por instrucciones del Presidente se relevó de la subsecretaría de Educación Básica a Alba Martínez Olivé, y en su lugar tomó posesión del cargo el ingeniero Alberto Curi Naime, y como subsecretario de Planeación y Evaluación de Políticas Educativas, cargo que ocupaba Enrique del Val, al maestro Javier Treviño Cantú. Dos fichas del grupo Atlacomulco relevan a académicos prestigiados que podían hacer una diferencia en el impulso de políticas educativas libres de complicidades sindicales y uso proselitista de recursos públicos.

Su capacidad se extiende hasta los espacios financieros estratégicos y el año abre con el anuncio de que a la cabeza de Banorte se coloca a Carlos Hank González nieto pródigo del patriarca que funde a dos de las familias más poderosas de México: los Hank González y los González Barrera.

Exonerados por jueces o libres de juicios, parece que a pesar de los escándalos, gozan de una inmunidad gremial que tarde o temprano pone su saldo a favor. Las elecciones son terreno fértil para sembrar adeptos que garanticen su permanencia en las generaciones venideras. El estilo ya está asimilado hasta la médula, la operación entonces se da por instrumentos.

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