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Verdades y rumores

El Agente 007

Por andar de espléndido, el jefazo de Torreón, Miguel Riquelme, se metió en aprietos. Como lo comentamos en la columna anterior, don Miguel organizó para su informe un acto con promotores del desarrollo social en donde rifó atractivos regalos que incluían desde aparatos electrodomésticos y línea blanca hasta... ¡un auto! Y aunque el alcalde dijo que esos presentes los había pagado de su bolsa, algunos escépticos no le creen que tenga tanto dinero para ello. Tal es el caso de la asociación Laguneros Unidos de Corazón, en la que participa Ricardo Segura, la cual solicitó a Riquelme que transparente las facturas de todos y cada uno de los regalos para confirmar que no fueron pagados con recursos del erario.

En respuesta, el munícipe dijo que “claro que sí, cómo no” pero que lo hará en enero. El problema es que en el encuentro con los promotores también se rifó otro auto y el alcalde dijo que ese corría por cuenta del gobierno de Coahuila, pero no especificó si el dinero para pagarlo había salido de los bolsillos del gobernador Rubén Moreira o de las agujereadas arcas estatales. Así que, sin querer, don Miguel embarró a su jefe, a quien también ya se le está pidiendo que aclare cómo se compró ese regalote. Pero la cosa no para ahí. Resulta que el gobierno provincial organizó el fin de semana pasado una verbena popular en la vecina ciudad de Matamoros, en donde también fueron rifados una buena cantidad de presentes presuntamente con cargo al erario. Pero hasta ahora don Rubén no ha querido hablar del incómodo asunto. Y algunos críticos y criticones ya andan vociferando que cómo es posible que se regalen tantas cosas estando las finanzas estatales tan dolidas todavía por la megadeuda del Profe Moreira I. ¿No sería mejor que ese dinero se invirtiera en obras y programas de beneficio para toda la comunidad? “Panem et circeses”, dice el adagio latino.

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Cuentan que quien anda preocupada por el balconeo que le dio a su jefe es la expanista y directora de Atención Ciudadana, Martha Rodríguez. Resulta que la funcionaria fue la encargada de atender a los manifestantes defensores del “patrimonio familiar” que bloquearon el periférico la semana pasada para exigir que les sean devueltos sus autos “chuecos” decomisados. Nuestros subagentes disfrazados de placas “onappafas” nos informan que cuando doña Martha llegó, identificó de inmediato a una de las lideresas de los quejosos. Se trata de Verónica Corral, dirigente de la asociación “Patrimonio Lagunero”, quien encabezaba la escandalosa protesta. Al verla, la directora de Atención Ciudadana le cuestionó que de qué se quejaba ella si el mismísimo alcalde Miguel Riquelme ya le había regresado tres autos que habían sido recogidos en los operativos y hasta había roto los documentos que dejaban constancia de la retención por circular sin las placas debidas. La lideresa Corral, empoderada, respondió que sí era cierto pero que ahora querían que les regresaran todos los vehículos. Así que, de voz de una funcionaria municipal, nos venimos a enterar del trato privilegiado que se les da a algunos propietarios de autos “chuecos” que no quieren pagar, como todo ciudadano cumplido, sus impuestos. A ver si doña Martha no se mete en problemas con su patrón por andar hablando de más.

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Los problemas de control de temperamento del zar de la planeación y la competitividad municipal, Eduardo Holguín, ya están ocasionando “fricciones” al interior del ayuntamiento. Nuestros subagentes disfrazados de calmante caduco nos reportan el caso de una de sus colaboradoras a la que le dio un trato que la llevó, dicen, hasta las lágrimas. Pues resulta que durante el más reciente taller del Implan, la colaboradora sufrió un problema de salud que logró controlar gracias a la atención médica y al apoyo de sus compañeros. Lo que llama la atención de este episodio es que don Eduardo, en vez de haber mostrado solidaridad con su colaboradora, le recriminó al día siguiente su “falta de profesionalismo” y el que “casi le echa ha perder su evento”. Nos comentan que la afectada salió de su oficina con toda la intención de renunciar pero que sus compañeros y su tío la convencieron de no hacerlo. Pero ¿quién es el tío de la colaboradora en mención?, se preguntará usted, curioso lector. Ah, pues es aquí donde se pone peliagudo el asunto. La trabajadora del Implan a la que Holguín regañó por “enfermarse” es sobrina de nada más y nada menos que el zar financiero del ayuntamiento, Enrique Mota Barragán. Y cuentan nuestros subagentes que el exabrupto del jefe del instituto tuvo consecuencias, ya que desde entonces don Enrique le ha estado reteniendo los cheques. De entre ellos, el que más preocupa a Holguín es el de los honorarios de su asesor estrella, Rafael Pérez, del Implan de León, Guanajuato. Dicen que esta situación le ha provocado un caso muy serio de inflamación de dedos, ya que no deja de marcarle por teléfono al tesorero para solicitarle el pago y los recursos del Implan y, de paso, hablarle maravillas sobre su sobrina, situación que parece divertir a Mota Barragán, ya que no sólo no le toma las llamadas, sino que además puso como intermediario a un antiguo colaborador del jefazo del Implan: a Mario Alejandro Cruz García de Alba, quien fue su mano derecha pero de plano optó por renunciar ya que no quiso seguir sus usos y costumbres. Vaya cosas.

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Tal parece que algunos de los regidores del ayuntamiento de Torreón no entienden muy bien cuál es su labor en el Cabildo, aunque cobren igual que si supieran. Nuestros subagentes vestidos de escritorios nos reportan de las “nuevas” funciones que han asumido los H. Representantes del pueblo de Torreón. Uno de ellos es el edil perredista, Roberto Rodríguez, quien se ha convertido en un auténtico reventador de las reuniones de comisiones, cuando éstas -claro está- no trascurren como al jefazo de la ciudad le conviene. Y es que don Roberto está muy metido en su labor de defender a la máxima autoridad local, a pesar de pertenecer a un partido de oposición, o como se le pueda llamar. Y esta actitud de condescendencia ha llegado al grado de enfrentarse con otros regidores en algunas comisiones, a las que entra aunque él no pertenezca a ellas. Incluso, en la reunión más reciente de la comisión de Desarrollo Institucional, Rodríguez estuvo a punto de liarse a golpes con el coordinador de la bancada panista, Sergio Lara, a quien le reclamó airadamente por haber cuestionado la aprobación del presupuesto 2015, que fue entregado al 15 para las 12 y, por lo tanto, ningún edil tuvo la oportunidad de revisarlo aunque así se autorizó. Cuentan que si no es porque intervinieron sus compañeros del Cabildo y porque don Sergio no se enganchó, las cosas hubieran terminado mal. La otra regidora que anda en otras “funciones”, es la decoradora número uno del ayuntamiento, Lourdes Quintero, a quien se le vio muy quintada de la pena entregando apoyos sociales a personas de escasos recursos, lo cual no está mal. El problema es que doña Luly realizó la entrega en el Matamoros, en compañía de la primera dama de ese municipio. Con lo cual, los maliciosos dicen que Quintero ya anda en plena campaña en pos de la candidatura del distrito V.

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Un incidente que deja en claro que hasta en la Iglesia se cuecen las habas en eso de las rivalidades es el que recientemente se registró con motivo del fallecimiento de José Rodríguez Tenorio, quien fuera durante 40 años el guardián del Cristo de las Noas y mejor conocido como el “Padre Grillo”. Cuentan que la familia del sacerdote vino de Zacatecas a recoger sus pertenencias personales al santuario del cerro y a una casa que don José tenía en Lerdo. Pero cuál fue su sorpresa que las personas que se encargaron de cuidar del cura en sus últimos días no les dejaron entrar. Y cuando hablaron con monseñor José Luis Escamilla, rector interino del santuario, para explicarle la situación, éste les dijo que “con la pena”, pero todos los artículos del padre Rodríguez Tenorio ahora pertenecían a la Diócesis de Torreón. La cosa se puso álgida porque obviamente los deudos no estuvieron de acuerdo en esa postura, aunque terminaron por retirarse, pues ya se sabe que “con la iglesia hemos topado”, diría Cervantes. Vaya cosas. A propósito del deceso de don José, nuestros subagentes nos comentaron de un hecho que causó sorpresa entre los asistentes a las misas que se le dedicaron. ¿Adivine de quién fue el arreglo más llamativo y cercano al féretro del incansable Rodríguez Tenorio? Nada más y nada menos que del exgobernador Humberto Moreira. Pero no es ningún secreto la cercanía que ambos personajes tuvieron, sobre todo, por los ingentes apoyos que dio el Profe bailarín -que nos bailó a todos- para la ampliación del santuario del Cristo. Incluso, en una de sus últimas entrevistas, el todavía entonces rector llegó a decir que probablemente había dinero de la deuda en recinto sagrado, pero, claro, que ese dinero ya se había “purificado”.

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Muy contentos y complacidos se mostraron los regidores de Gómez Palacio con la “decisión histórica” de homologar los horarios de venta de alcoholes con los del resto de la zona metropolitana. Tan contentos que olvidaron una situación curiosa que suele ocurrir en estas tierras: una cosa es que existan leyes y otra que se cumplan. Y es que, como es sabido por todos los noctámbulos de la región, en la vecina antigua Santa Rosa existen establecimientos que cierran a la hora que se les da la gana, sin importarles lo que diga la autoridad. Y así es que, en su júbilo, no han tenido la delicadeza de explicar cómo se hará cumplir con el nuevo reglamento y qué mecanismo de control van a establecer para evitar que los inspectores encargados de velar por que se respete el nuevo horario anden haciendo travesuras. Aquí también el desentendido alcalde de Gómez Palacio, José Miguel Campillo, tendría algo que decir, ¿no cree usted?

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