Beyond The Painting, 2011 . (Foto: Cortesía Musée des Beaux-Arts de Nantes)
Una sociedad como la nuestra, donde las atrocidades del poder siempre son exaltadas como hazañas, da origen a la obra de María Thereza Alves, una propuesta dispuesta a confrontar las versiones de los vencedores con la de los vencidos a través de los estragos que siguen siendo palpables, aun con el paso del tiempo.
Alguna vez se ha dicho que nuestra sociedad es de memoria corta; en un mundo donde la información, tan al alcance de la mano, nos hace olvidar pronto, lo que hoy es noticia, mañana ya no lo es. Sin embargo, olvidamos que el presente es fruto del pasado y germen del futuro. Y en esta sociedad de prisas y falta de reflexión, se levantan las voces de artistas como María Thereza Alves, que buscan reflexionar y hacer patente la huella del pasado en las sociedades postcoloniales, hurgando y poniendo de manifiesto las injusticias del pasado, nuestra xenofobia, así como los errores del presente que reactualizan pasadas injusticias y no permiten ver con claridad el futuro que resarce las deudas pendientes para con minorías desamparadas, cuyas voces pareciera que nos negamos a escuchar.
María Thereza Alves nació en Sao Paulo, Brasil, en 1961. Junto a su familia salió de su país, huyendo de la dictadura militar, para instalarse en Estados Unidos, donde recibió toda su educación, pero sin que ello la hiciera perder nunca su identidad; al contrario, su condición de inmigrante potenció su espíritu crítico hacia el uso excesivo del poder.
Adquirió su educación artística en la Cooper Union de Nueva York. Pronto desarrolló su obra creativa, manifestando siempre un compromiso social y político en defensa de las minorías. En 1979 fundó el Centro de información de Brasil, que buscaba hacer concientizar e impulsar el reconocimiento y respeto de los derechos humanos de los indígenas.
Su trabajo se ha exhibido en América, Europa y Asia; una pequeña muestra de las exposiciones internacionales donde ha participado sería la siguiente: Trienal de Guangzhou y Manifiesta de Treno, en 2008; Bienal de Lyon, donde recibió el Prix de la Francophonie, en 2009; Bienal de Sao Paulo 2010; Trienal de París y 'documenta' de Kassel, en 2012.
ARTE CONTRA EL IMPERIALISMO CULTURAL
Buscando siempre dar voz a los desposeídos, la mayoría de sus proyectos se han centrado en poner de manifiesto grandes injusticias que se han perpetuado a lo largo del tiempo.
Uno de sus proyectos más inquietantes fue el denominado Trade Head, donde la artista recordaba el infame contrabando de cabezas tatuadas maoríes, producto del expolio cultural de que fue objeto Nueva Zelanda durante los procesos de colonización. Su obra invita a ofrecer nuestra cabezas a cambio de las de los maoríes, exhibidas en los museos franceses, mostrando la fotografía de una joven maquillada al estilo característico de los tatuajes faciales de esa etnia. El texto que la acompaña hace patente lo incongruente de las políticas culturales del gobierno francés, al exhibir las cabezas maoríes como objetos culturales de Francia sin tomar en cuenta que se trata de restos humanos llevados a este país como souvenir, sin duda un acto que perpetua la infamia de los colonizadores, quienes, en muchas ocasiones, obtuvieron las cabezas por medio de asesinatos.
En 2009, Alves produjo para la Bienal de Lyon el cortometraje Iracema, donde cuenta la historia de una indígena brasileña que recibe como herencia una finca campestre en Francia y que, al momento de querer tomar posesión de ella, tiene que enfrentarse a la oposición de la autoridades del lugar, quienes, por su parte, buscan comprar el predio porque no soportan verlo en poder de una “salvaje”. Sin embargo, Iracema transformará esta experiencia negativa en algo positivo al fundar en su finca un instituto para las Artes y la Ciencia. El filme pone de manifiesto como las ideas de igualdad y respeto a la diversidad que tanto pregonan los gobiernos y discursos culturales actuales, son todavía lejanas para la sociedad. Los prejuicios de la nación desarrollada sobre la subdesarrollada, del culto sobre el ignorante, o el 'citadino' sobre el provinciano, siguen impulsando mecanismos de segregación, pobreza e injustica.
Estos mecanismos de segregación e injusticia de los que son víctimas las minorías es lo que llevó a la artista a presentar en la Bienal de Sao Paulo 2010 el Diccionario Krenak/Portuguese (publicado por Lumiar Cité / Maumaus), el cual busca facilitar el estudio y preservación de esta lengua moribunda, propia de una minoría de indígenas de Brasil que, a través de la historia, ha sufrido infinidad de injusticias y vejaciones motivadas por la posesión de sus tierras, de las que finalmente fueron desalojados. Este proceso que comenzó desde la colonia, continuó a lo largo del tiempo y se endureció con la dictadura militar brasileña, que, so pretexto de realizar grandes obras en beneficio para la nación, los desalojó por la fuerza y los confinó a reservas o reformatorios donde recibieron trato casi de esclavos.
En los años setenta, la represión hacia los Krenak se recrudeció y se convirtió en un verdadero genocidio, llegó al grado de que un Krenak podía ser eliminado por el hecho de hablar su propia lengua. Ha habido voces que se han levantado para señalar que es culpa de los propios Kreank la pérdida de su lengua y cultura, sin tomar en cuenta las infamias a que han sido sometidos durante los últimos tiempos.
Tristemente, esta historia se repite para muchos pueblos indígenas por toda América; se exalta la riqueza cultural que han heredado a sus países y al mismo tiempo son tratados como extraños y a menudo son presas de abusos y vejaciones.
DARLE VOZ A LA NATURALEZA
En México, Maria Therza Alves presentó en el MUAC (Museo Universitario de Arte Contemporáneo) la instalación El retorno de un lago, el pasado mes de noviembre. Esta instalación, conformada por imágenes, dioramas fotografías y texto, fue presentada originalmente en documenta 13, en Kassel, Alemania (2012). El proyecto fue realizado conjuntamente con el Museo Comunitario del Valle Xico, en la región de Chalco, cofundado por Genaro Amaro Altamirano.
La región lacustre del Valle de México, formada por varios lagos como el Texcoco y el lago de Chalco, entre otros, es la historia de un 'ecocidio'. La desecación de los lagos, a cargo de los españoles después de la conquista, y el avance desmedido de la mancha urbana, terminó con las posibilidades de un entorno natural que les permita a los lugareños un modo de vida equilibrado con la naturaleza.
El lago de Chalco, tuvo la misma suerte que el de Texcoco, se le desecó para aprovechar sus tierras como tierras de sembradío, lo que lo convirtió en el principal granero de la capital.
Maria Thereza Alves cuenta, a través de su instalación, la historia de la degradación de este entorno natural, centrándose en la figura de Íñigo Noriega Laso (1853-1923), terrateniente español que durante el régimen de Porfirio Díaz obtuvo el poder y el derecho de drenar el lago para transformarlo en tierras de cultivo, destruyendo de ese modo un ecosistema que le había permitido sobrevivir a los habitantes del lugar de manera equilibrada y digna, y, al mismo tiempo, despojándolos brutalmente de sus tierras.
Dado que era uno de los hombres más ricos del país, y amigo cercano de Díaz, al estallar la Revolución Mexicana, retornó a España y se construyó ahí una espléndida mansión, sede actual del Museo de la Emigración de Colombres (Asturias), donde se le celebra como un empresario exitoso que llevó la modernización a la antigua colonia.
¿No resulta paradójico rememorar al hombre que desecó un lago, acabó con modos de vida ancestrales, potenció el 'ecocidio' de una zona, como un héroe cultural? En la instalación, Noriega está representado entre llamas, al estilo de los cuadros de ánimas mexicanos, tal vez como alegoría de las múltiples culpas que debería expiar.
Dicen que el agua tiene memoria, actualmente el lago tiende a renacer, lo cual presenta un enorme problema para la zona, ahora densamente poblada, con casas deleznables y grandes problemas de pobreza y criminalidad.
Las continuas inundaciones que ha sufrido el valle de Chalco en fechas recientes hacen necesario que se estudie la problemática y se encuentren las soluciones para una zona en donde la naturaleza busca recobrar terreno.
REVISIÓN PLURAL
La obra de Maria Thereza Alves, no busca solamente hacer conciencia ecológica, sino también generar justicia social para aquellos que fueron despojados de sus tierras y su modo de vida, e impedir que esta injusticia se pierda en el olvido, por lo cual, como parte del proyecto museográfico y artístico, facilitó el viaje de Genaro Amaro Altamirano, director comunitario del Museo del Valle de Xico, a España para presentar un documento donde se pone de manifiesto la responsabilidad de Noriega en el 'ecocidio' perpetrado en Chalco, a fin de lograr una justicia histórica, donde Europa reconozca la responsabilidad para con sus excolonias y que haya una revisión de la historia que no sólo abarque la visión triunfalista de los conquistadores, sino que incluya la perspectiva plural de los conquistados.
Es magnífico ver que haya artistas como María Thereza Alves, conscientes de que una de las funciones del arte es crear conciencia y dar voz a los que no la tienen, no desde una ideología partidista o política, sino simplemente desde la historia, misma que en una sociedad de tan corta memoria, necesita una revisión pronta y continua.
