Crisis. Petrobras sigue bajo la mirada del mundo por la corrupción en su interior.
"En Brasil nos llueve sobre mojado", expresa José Cortés Prado, empleado del Departamento de Tránsito (Detran) de esta capital, a propósito de las revelaciones del exdirector de Refinación de Petrobras, Paulo Roberto Costa, sobre quien se abrieron investigaciones que descubrieron un esquema de corrupción en la mayor empresa paraestatal del país sudamericano.
El pasado 24 de octubre, dos días antes de que tuviera lugar la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, la revista "Veja" publicó un extenso reportaje en el cual -según sectores oficialistas, insidiosamente y por razones electorales que perjudicaban a Dilma Roussef como la posible vencedora en los comicios-, se aseguraba que ella sabía de ese asunto de tiempo atrás.
Igualmente, el semanario de Sao Paulo responsabilizaba sin pruebas al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, de conocer detalles sobre la trama corrupta, sin ocultar el fondo de la difusión de ese trabajo periodístico, sus patrocinadores y los objetivos del mismo.
Respecto a lo último, la meta era descarrilar el ascenso de Dilma Rousseff -quien finalmente triunfó con el 51.6 por ciento de los votos, un mínimo por encima de Aécio Neves, el candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB)-, descalificándola en el marco de una guerra sucia en contra, que al final pudo librar.
En cuanto al descubrimiento del llamado "Petrolao" ("Petrolazo"), el periódico "O Globo" -caracterizado por colocarse siempre del lado de los gobiernos en turno, excepto los dos de Lula (2003-2010) y el primero de Rousseff (2010-2013)- reconoció que, el llevar adelante la investigación (conocida como "Operación Lava Jato"), "representa un acto de madurez de las instituciones de Brasil".
La referencia de Cortés Prado sobre la temporada de lluvias copiosas al iniciarse el verano austral, es en el sentido de que, además del tema de la corrupción en Petrobras, el nombramiento de Joaquim Levy como ministro de Economía de la administración que se inicia el 1 de enero de 2015, no augura tiempos felices para los brasileños.
Esto se atribuye a la tendencia ortodoxa que, en lo económico, ha caracterizado las acciones de Levy -apodado "Doutor Nao" y "Maos de Tessouras"-, habituado a los recortes en el gasto público y a los ajustes financieros que aprendió de los Chicago Boys que, con excesivo poder, asesoraron a la dictadura militar que se prolongó en Brasil durante más de dos decenios del siglo anterior.
En el caso Petrobras, además de revisar los contratos firmados por la paraestatal y lanzar nuevas bases en la relación entre empresas privadas y organismos públicos, la operación de limpieza consiste en que sean devueltos los millones de dólares que sirvieron para "aceitar" la maquinaria burocrática del contratismo.
Ese es un añejo vicio no solamente brasileño, sino de otras naciones latinoamericanas, reconocen funcionarios cercanos a la Procuraduría General de la República, cuyo titular, Rodrigo Janot, al parecer aún ignora el tamaño de la Caja de Pandora de Petrobras.
La prensa nacional e internacional asegura con énfasis que el fiscal, que dice impartir justicia en la nación de las injusticias, "duerme tranquilo pese a las revelaciones del sistema endémico de corrupción en la principal empresa de Brasil".
La que aparentemente tampoco pierde el sueño es la presidenta Rousseff, a quien cerca de cinco mil manifestantes exigieron su renuncia en una demostración llevada a cabo el pasado sábado 6 de diciembre en Sao Paulo, la gran urbe que, en mayoría, votó en contra de ella como candidata del Partido de los Trabajadores (PT).
"La oposición está atrasada doce años"; "Dilma conocía la corrupción del gobierno y el PT"; y "El Congreso nacional vendió a la Patria", rezaban tres de las numerosas pancartas que portaban los inconformes en su marcha de protesta, integrada incluso por personas que pidieron "mano dura", como en tiempos de los gobiernos militares.
Sin embargo -recuerdan antiguos opositores a estos, quienes sufrieron persecución y exilio-, la corrupción en Brasil es algo endémico, que empezó a alzar el vuelo durante la dictadura, con su obsesión por las obras faraónicas como la presa de Itaipú.
Petrobras
La petrolera estatal Petrobras fue durante años la "joya del imperio" de los brasileños, quienes ahora ven como un gigantesco escándalo de corrupción ha arrastrado parte del valor de la mayor empresa de Brasil.
Las acciones de la compañía llegaron a alcanzar esta semana su menor valor en los últimos diez años lastradas por una tempestad perfecta que incluye episodios de corrupción, aplazamiento de la divulgación de sus resultados financieros del tercer trimestre y la caída internacional del precio del petróleo.
Los papeles preferenciales bajaron el lunes hasta los 9.18 reales (unos 3.45 dólares), el menor valor desde julio de 2005, mientras que los ordinarios retrocedieron hasta los 8.52 reales (unos 3.21 dólares), una cifra que no se veía desde septiembre de 2004, según la consultora Economatica.
El declive de los títulos de Petrobras en los últimos meses perjudicó principalmente a los inversores "estándar", que compraron a partir de 2010, en medio de las expectativas generadas por el presal, el horizonte de exploración descubierto en aguas profundas.
DÓLARES
Es el precio actual de las acciones de la empresa Petrobras.
