Las peregrinaciones
Los recorridos de personas hacia los santuarios datan de tiempos remotos que se pierden en los anales del tiempo, esta manifestación se ha dado en todas las culturas y en todas las religiones, así como en todas las latitudes y geografías.
Es una acción natural del ser humano encaminada a satisfacer una necesidad espiritual. Es decir alimentar el espíritu.
Caer en la trampa racional de encontrar rebuscadas explicaciones psicológicas de la conducta humana nos lleva a un laberinto sin salida, es importante no devanarnos el entendimiento en estas infructuosas, por lo tanto inútiles y vanas explicaciones debemos dejar que nuestro entendimiento (en este caso) se subordine a la intuición de nuestra naturaleza que de forma ancestral nos indica que debemos alimentar esa otra parte de nuestro ser que es el espíritu y que aceptemos que esa parte busca y necesita la protección, ayuda y consuelo nada más y nada menos que de su creador.
En estos días los mexicanos guadalupanos festejamos un aniversario más del majestuoso y hermoso regalo de Dios que nos mandó a su Madre ataviada con rasgos mestizos, es decir rostro fino y moreno que se condolió de los más pequeños y necesitados, que nos trajo amor, consuelo, alegría y esperanza, y que plasmando su imagen en un ayate se quedó para seguir cuidando de nosotros, hoy nuestra nación se encuentra muy maltrecha por los acontecimientos que nos turban y nos atropellan, pero nuestra Madre nos recuerda “¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?
Y así el pueblo entero nos volcamos en esas hermosas y coloridas fiestas que son las peregrinaciones, vemos a jóvenes ataviados con sus trajes multicolores de matachines, también niños ejecutando los pasos a ritmo de una estruendosa repercusión de tambora y algún viejo de la danza espantando niños y provocando risas de adultos, personas rezando el Santo Rosario, carros de sonido cantando alabanzas a la Madre, personas lanzando cohetes al firmamento, bandas de música entonando Las Mañanitas, bandas de guerra que con paso marcial redoblan sus tambores, cornetas y clarines que estrujan el pecho de emoción, personas vendiendo globos y niños solicitándolos, también gente que vende flores para la Virgen (diez pesos marchante), agentes de tránsito controlando automovilistas y semáforos para mantener la seguridad y el orden, vendimia de todo a lo largo del peregrinaje, tunas, nieve, churros, tamales, buñuelos, tacos, gordas, lonches, enchiladas, todo la verdad sea dicha a precios módicos al alcance de todos los bolsillos en una verdadera comunión espiritual, es decir hermanados todos en la alegría festiva de la peregrinación para saludar en su día a la mera Patrona.
Y llevarle nuestra pequeña oración y solicitarle su amor y consuelo; y después de la caminata con la bendición de la Madre y de haber recibido hasta un chubasco con agua bendita repartida por un sacerdote a la entrada del santuario pues salimos cansados, pero reconfortados y contentos a entrarle ahora sí sin ningún remordimiento a los tamales y al champurrado gracias a Dios.
Arturo Salas Juárez,
Ciudadano de Torreón.