Siglo Nuevo

José Revueltas: Un arma de doble filo

Escritor y agitador político

Foto: Cortesía CNL-INBA

Foto: Cortesía CNL-INBA

Gerardo de Jesús Monroy

En 1967, entrevistado por Norma Castro Quiteño, en ocasión de haberse reconocido el valor de su obra con el premio Xavier Villaurrutia, José Revueltas dijo: “Mi vida literaria nunca se ha separado de mi vida ideológica. Mis vivencias son precisamente de tipo ideológico, político y de lucha social”.

Llana pero orgullosa, la observación caracteriza con claridad la trayectoria dual del narrador y activista político duranguense, cuyo nacimiento centenario celebra México este 2014. Para Revueltas, como para muy pocos otros, la escritura fue una herramienta de labranza ideológica con la que aró concienzudamente los intelectos de los lectores y de él mismo.

FAMILIA DE GENIOS

La familia Revueltas ha dado a luz algunos de los más grandes talentos artísticos de nuestra patria. Además del escritor, alumbró a su hermano mayor, el músico Silvestre (1899-1940), sin duda alguna el compositor mexicano más influyente del siglo XX; y a su hermano segundo, el pintor Fermín (1901-1935), precursor del muralismo. Los talentos familiares geniales, decisivos en la historia del arte en México, son Silvestre, Fermín y José, pero cabe mencionar a un lado de ellos como personalidades notables a Rosaura (1910-1996), destacada actriz y bailarina; a la erudita Eugenia (1934), especialista en literatura mexicana, hija de Silvestre; a la filósofa Andrea (1939-2010), hija de José; a Román (1952), violinista y articulista, hijo también de José; y a Julio (1974), guitarrista de jazz, nieto de José.

El padre del artista centenario llevó el nombre de José Revueltas Gutiérrez. Comerciante peregrino original de San Andrés de la Sierra, Durango, Revueltas Gutiérrez hizo su esposa a una vecina del mismo pueblo, Romana Sánchez Arias, con quien produjo nada menos que doce vástagos (las progenies numerosas tenían ocurrencia regular y eran aspiración y modelo de las casas de aquellos tiempos). Hombre severo, escasamente educado, alentó sin embargo la formación cultural de sus niños. En sus constantes andanzas, recuerda Rosaura en un apunte biográfico, no dejaban [padre y madre] a los hijos sin escuela, buscando siempre un maestro de violín para Silvestre y uno de pintura para Fermín. (Silvestre Revueltas por él mismo, 1989). Los dos hijos mayores llegaron incluso a estudiar en Estados Unidos (Chicago y Texas), lo que no debió haberle resultado fácil costear al mercante.

José Maximiliano Revueltas Sánchez, futuro narrador, hijo noveno, nació en Santiago Papasquiaro el 20 de noviembre de 1914, exactamente cuatro años después de la fecha designada por Francisco I. Madero en el Plan de San Luis para que los mexicanos se alzaran en armas contra la dictadura de Porfirio Díaz. El alzamiento dio inicio a la Revolución Mexicana, cuyo profuso derrame de sangre enmarcó la infancia de José.

LA HOZ Y EL MARTILLO

En 1914 el planeta completo arde en guerra. No sólo México, sino Rusia, China, Japón, Europa, y pronto también América, enfrentarán revoluciones civiles o conflictos internacionales. La transformación más trascendente a que dio lugar aquella turbulenta época fue el derrumbe, en 1917, del imperio de los zares, con el consecuente establecimiento de una sociedad igualitaria en las nuevas repúblicas soviéticas. La filosofía marxista, inspiradora de este cambio, expandió su influencia por el orbe. Imparable (“un fantasma recorre el mundo”), la palabra de Marx y de Engels, acrisolada por el ejemplo de Lenin, arribó pronto a nuestro país.

Revueltas padre muere en 1923. La familia se ha radicado en la capital de la nación. Sobreviene entonces un período de penuria económica para la viuda y los huérfanos, y el pequeño José se ve forzado a suspender sus estudios antes de concluir el primer grado de secundaria.

José Maximiliano se indigna con las desigualdades sociales de la ciudad mexicana y con los perjuicios causados por el capitalismo. Empleado en una ferretería, entabla trato con otro trabajador, Manuel Rodríguez, a quien apodan “el Trotski”, que le brinda su primera instrucción en el socialismo científico. En noviembre de 1929, los jóvenes asisten a una manifestación socialista en el Zócalo de la Ciudad de México. José anuda al asta principal una bandera bolchevique -roja bandera de la hoz y el martillo-; la policía lo detiene, lo acusa de sedición y lo envía a la correccional por seis meses. No cumple aún 15 años de edad.

Integrado en 1930 al clandestino Partido Comunista Mexicano (PCM), el muchacho es aprehendido de nueva cuenta, esta vez por distribuir propaganda subversiva, y es recluido en las Islas Marías en 1932. Debe excarcelársele antes de un semestre por ser menor de edad. Dos años después organiza una huelga de peones agrícolas en Camarón, Nuevo León, y se le envía de vuelta a las Marías, donde permanece hasta 1935. De este segundo encierro en las islas puede decirse que determinó para Revueltas su destino como escritor, pues le brindó experiencias y sugestiones eximidas en la novela Los muros de agua, el primero de sus libros en ser publicado (1941).

Junto a Los muros de agua, los libros de narrativa más recordados de Revueltas son El luto humano (novela, 1943), Dios en la tierra (cuentos, 1944), Los días terrenales (novela, 1949), Dormir en tierra (cuentos, 1961), Los errores (novela, 1964), El apando (novela, 1969) y Material de los sueños (cuentos, 1974).

El joven contrae nupcias en 1937 con Olivia Peralta, estudiante normalista. Procrean cuatro hijos: Andrea, Fermín, Pablo y Olivia.

En una primera etapa, nuestro escritor intentó adherir su literatura al “realismo socialista”, corriente artística y didáctica cuyo objetivo es que la obra de arte sirva como medio de exposición de un problema social. Nunca cesó Revueltas de proponerse la exposición y la denuncia; sin embargo, su genio excedía dicho fin. Defensor de la más amplia libertad estética, para Revueltas el artista no debe escatimar recursos, siempre que le permitan reproducir la experiencia humana en toda su complejidad. Producto de la reflexión sobre su aprendizaje como autor, el duranguense llegaría con el tiempo a elaborar una estética que opondría al realismo socialista. Llamó “realismo dialéctico” a esta estética. “El realismo dialéctico”, explicó, en entrevista en Venezuela con la licenciada en Letras María Josefina Tejera, “consiste en la realidad del movimiento, pero no es un movimiento inmediatista, sino el movimiento interno, que es el movimiento real, porque lo inmediato siempre induce a error en política o en filosofía. El inmediatismo es una de las cosas en que la razón se equivoca, porque lo inmediato tiene un movimiento interno de conexión con los demás fenómenos, muy posteriores” (El Nacional, Caracas, 1 de septiembre de 1968).

Las diferencias estéticas de Revueltas con la ortodoxia comunista revelan pronto mayores desacuerdos filosóficos y tácticos. Es expulsado del PCM en 1943, acusado de sostener “actividades fraccionales”. Solicita su readmisión en 1955 y es definitivamente retirado del partido en 1960.

“SU ARMA ES SU MENTE”

Desventurados años para el novelista, por lo político, por lo económico y no menos por lo concerniente a sus vínculos sentimentales más íntimos. Luego de una década de matrimonio, se ha enamorado de una hermana del director de teatro Ignacio Retes, María Teresa. Le solicita el divorcio a Olivia. Se casa con María Teresa en 1947. Ella es la madre de Román.

Revueltas, no obstante la aspereza con la que se despidió del comunismo tradicional, mantuvo firmes en la izquierda su pensamiento y su práctica política hasta el último latido de su corazón.

Ya en la vejez (a la que llega prematuramente, estropeado el organismo por la pobreza, la prisión, el alcoholismo y la impredecible carrera de agitador), el izquierdista ingresa, por invitación directa de Pedro Ramírez Vázquez, presidente del Comité Organizador, a la Dirección de Publicaciones de los XIX Juegos Olímpicos, que se celebrarían en México en 1968. Pero las protestas estudiantiles de ese año distraen a Revueltas de un trabajo que, por otra parte, no lo entusiasma. Incumple el contrato que ha firmado y decide involucrarse con el movimiento estudiantil. Confundida y nerviosa, la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz encarcela a Revueltas en Lecumberri, sin justificación alguna.

Tras intensas jornadas de protesta realizadas por los admiradores que tiene en todo el mundo, el escritor sale libre en 1971. Entre los acontecimientos que tuvieron lugar en los años subsecuentes a su liberación están su segundo divorcio; el nacimiento de su hija Moura, a quien procreó con la cubana Omega Agüero; y su boda, en 1973, con Ema Barrón. Finalmente, fallece el 14 de abril de 1976.

“El criminal que debe sentarse en el banquillo de los acusados es el presidente de la república”, declaró el novelista en Lecumberri.

La explicación con que el agente del Ministerio Público Federal dictaminó la peligrosidad de José Revueltas es mucho más clara de lo que los torturadores y caníbales de la policía que el escritor combatió toda su vida, habrían estado dispuestos a admitir:

“Tiene plena conciencia de que su arma es su mente, y que de ella emanan las enseñanzas que abrirán los espíritus de los jóvenes”.

Twitter: @erathora

José Revueltas: Un arma de doble filo
José Revueltas: Un arma de doble filo
Revueltas en Lecumberri, 1970 (Cortesía Centro de Documentación y Difusión de Filosofía Crítica)
Revueltas en Lecumberri, 1970 (Cortesía Centro de Documentación y Difusión de Filosofía Crítica)

Leer más de Siglo Nuevo

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Siglo Nuevo

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Foto: Cortesía CNL-INBA

Clasificados

ID: 1069424

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx