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Las cuentas del Ejecutivo

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Es el último de este año.

Este 2014 para desfortuna de la sociedad mexicana termina con un horizonte incierto (por decir lo menos) ante tal deterioro de la cosa pública.

Son muchas ya las decepciones acumuladas por los mexicanos en los últimos años. Desde aquel verano esperanzador del año 2000, cuando se rompió de manera pacífica y democrática la dictadura partidista del PRI que por más de 70 años ejerció sin contrapeso, para luego pasar a la docena decepcionante y trágica de los gobiernos panistas, culminando ahora el primer tercio del mandato del presidente Enrique Peña Nieto, que luego de un inicio esperanzador y en muchas áreas plausibles, como lo fue la capacidad de su gobierno para sacar adelante muchas de las reformas estructurales (excepto la fiscal, que ha sido una de las cosas reprobables de su gobierno) que se le habían negado a sus antecesores Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada y Felipe de Jesús Calderón Hinojosa.

Desde el propio inicio de su administración Peña Nieto parecía que se disponía a gozar la popularidad que había conseguido con la aprobación de las tan manoseadas reformas. Su imagen internacional era la de un estadista que podría ser el real catapultador del México que no acababa de desarrollarse, a la potencia económica de América Latina, incluso por arriba de Brasil, cuya economía empezaba a dar síntomas de debilidad una vez que los precios internacionales de las materias primas comenzaron a descender derivado de la desaceleración de la economía china, actor preponderante en la demanda de los insumos básicos.

La imagen de presidente mexicano además de construirse con sus notables resultados reformadores, estuvo acompañada por supuesto de una estrategia mediática instrumentada con todos los recursos del Estado para generar la percepción de que las cosas con este gobierno estaban mejor que antes. Desde sus tiempos como gobernador del Estado de México, la entidad federativa con el presupuesto más grande de toda la república, supo entre otras acciones, generar una sociedad de conveniencia con Televisa que a la postre le representó un cimiento importante para no encontrar demasiados escollos en su ruta hacia Los Pinos.

Su estrategia mediática comenzó por sacar de la agenda pública el tema de la seguridad pública. El objetivo era retirar de la cortinilla de los noticieros de los medios electrónicos y de las portadas de los impresos, todas aquellas noticias relacionadas con la violencia que genera el crimen organizado y que fue el tema toral en la comunicación del gobierno de Calderón. El equipo de Peña sabe por su largo oficio, que esos asuntos tenían que desaparecer o minimizarse lo más posible y como líneas arriba se menciona, han utilizado todos los medios que tienen al alcance, desde presionar con las pautas publicitarias que los gobiernos le compran a las empresas de comunicación, o métodos que van desde la presión desde el poder público hasta entregar prebendas por otras vías a los periodistas afines. El caso de la eliminación pública de Pedro Ferriz de Con mediante la ventilación de un asunto privado de él, es un muestra tangible de que este gobierno muy lejos está del respeto irrestricto de la libertad de expresión.

Así el país en apariencia se encontraba en una posición alentadora, pareciera que este gobierno emanado del PRI, que como ellos se denominan, sí saben gobernar, podría conducir a la nación al franco desarrollo. Pronto esto desaparecería.

El caso de Tlatlaya, donde el ejército presuntamente asesinó a sangre fría a un par de decenas de individuos con los que previamente se había enfrentado y en el cual trató de engañar a la opinión pública con la información que primero se dio a conocer, fue el primer indicio de relevancia que denotaba que no todo era medianamente cierto en lo que los medios publicaban.

La barbarie de Ayotzinapa fue el hecho que destapó el nivel de corrupción que campea en todos los niveles de gobierno y que derivó en el monstruoso hecho perpetrado contra los normalistas y civiles asesinados de brutal manera.

Faltaba que se conociera el escándalo de la "casa blanca" de la primera dama que adquirió al constructor favorito de los gobiernos de Peña, para que la imagen del presidente siguiera desplomándose, pero más allá de eso, que la indignación popular creciera.

La turbulencia financiera ocasionada por la estrepitosa caída de los precios del petróleo y la devaluación aparejada del peso mexicano, son factores que complican aún más la conducción del país para el próximo año, que verá de entrada mermado su presupuesto federal en alrededor de un 10 % de lo proyectado por los diputados.

El futuro próximo no parece tener buena cara, pero mucho se debe a que por casi dos años la sociedad mexicana vivió una especie de hipnotismo acerca de los verdaderos alcances de la administración federal.

Vienen las elecciones intermedias en julio entrante, y verdaderamente habría que esperar a que el electorado elija legisladores que no vayan a ser lacayos y sirvientes serviles de un poder ejecutivo que a estas alturas, muy lejos está de dar las mejores cuentas.

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