Cultura

Las Palabras Tienen la Palabra

Se le ponían los "pelos de gallina"

Juan Recaredo

Cuando se ponía a platicar, la Tía Retórica era simplemente genial. Decía que le gustaba vivir en la "peripecia" de la ciudad y siempre estaba presumiendo de su cocina de acero "inexorable", que después de servir la cena, ella misma limpiaba con sumo cuidado hasta dejarla completamente "implacable".

Nunca pudo ni quiso entender que en donde ella vivía no era la "peripecia", que es "un cambio repentino de las cosas por causa accidental", sino en la "periferia", que es al área circundante de algún lugar específico, y cuando le hacían alguna observación al respecto, la tía no hacía caso, pretextando que la palabra periferia a ella le sonaba más bien como que periferia era la Feria de la Pera, similar a la Feria de la Naranja, que organizaban en la región citrícola donde a ella (a mi Tía) le cortaron el cordón "dominical".

La cocina de acero "inexorable" ya se imaginará usted que en realidad era de acero inoxidable, y que hay una gran diferencia entre "aquello que no cede a los ruegos", que es lo "inexorable", y el material que no se oxida con el que estaba hecho su cocina… y además ésta -la cocina-, después de limpiarla quedaba "impecable" y no "implacable", pues nunca se supo que tuviera algo por lo que hubiera qué aplacarla.

Le gustaban particularmente los cuentos de aparecidos, aunque confesaba que le ponían los "pelos de gallina" y oyéndola se imaginaba usted a una gallina que parecía haber sido cruzada con el hombre lobo porque tenía el cuerpo lleno de pelos en lugar de plumas y que esos pelos a la menor provocación se le erizaban.

¡Y luego la hubiera visto…! O mejor la hubiera usted oído (a mi Tía, no a la gallina) cuando se ponía a narrar ahora sí que "las peripecias" cuando se fue de viaje con mi Tío por "las Uropas" cuando tuvo la oportunidad de conocer la Torre "Infiel" que está en París y que ella describe tan en detalle que parece como si ella -mi tía- la hubiera descubierto y nadie más la conociera.

Platicaba también con orgullo como había sido testigo "presidencial" del cambio de guardia en el Palacio de "Cuningham", queriendo decir por supuesto que había sido testigo "presencial" del solemne acto, pues no estaba ahí como delegada o representante de la Presidencia, y además nunca pudo aprenderse el nombre correcto del palacio de Buckingham.

Había que escucharla platicando con mucho entusiasmo de todo el árbol "ginecológico" de la familia que convertía la ascendencia y descendencia familiar -que es el árbol genealógico- en un tratado sobre las enfermedades propias de la mujer, que es de lo que se encarga todo lo "ginecológico".

Había que oírla hablar del Tío Timoteo que era más viejo que "Jerusalén", cuando en realidad quería referirse al viejo de Matusalén, y comentar que el Tío era "supertenso", en lugar de hipertenso, y que de los dos hijos que tuvo, uno le salió "rarito", pero el otro sí era "estereosexual", queriendo decir que el muchacho era heterosexual, o sea que sí le gustaban las personas del sexo opuesto.

Definitivamente, la Tía Retórica era harina de otro cantar, como diría ella misma, queriendo decir que era harina, sí, pero de otro costal.

Escríbale a Don Juan Recaredo: La dirección de su correo electrónico es [email protected]

PREGUNTA DEL PÚBLICO:

Gustavo G. Martínez de Chihuahua nos pregunta ¿Cómo es venimos o vinimos, veniste o viniste?

RESPUESTA:

De los cuatro términos existen tres: Venimos es presente: nosotros venimos en este momento. Vinimos es pasado: Ayer vinimos a buscarte pero no estabas. Viniste es pasado de segunda persona: Tú viniste ayer. Y "veniste" no existe en ningún tiempo ni persona.

Frase crítica para terminar: Hay jóvenes a los que me gustaría llevar al hipódromo para que vieran cómo hasta los caballos logran terminar su carrera. ¿Cómo dijo? LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA.

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