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Estados Unidos y Cuba: la historia que viene

Sin lugar a dudas

PATRICIO DE LA FUENTE

“La injusticia es una madre jamás estéril: siempre produce hijos dignos de ella.”

Ayer se escribió un capítulo de la historia que zanja y resarce más de cinco largas décadas de injusticia y que sin duda cambiará el rumbo de este nuevo siglo que apenas comienza.

Los protagonistas, Barack Obama y Raúl Castro, tienen ya garantizada la escritura de su nombre en los libros históricos y tras el sorpresivo paso que han dado, muchos de sus yerros se verán minúsculos y posiblemente olvidados, no sólo por quienes hemos sido testigos de lo ocurrido y lo observamos con asombro, sino también por las generaciones que nos sucedan.

Hay, sin duda e hipérbole, un antes y un después en los anales del tercer milenio. Un siglo convulso que de la forma más cruenta diera inicio con los ataques terroristas del 11 de septiembre, hoy a catorce años de distancia, nos enseña que de distintas maneras es posible contrastar el horror en todas sus formas y apostarle al diálogo.

Nuestras diferencias de fondo, esas que ayer veíamos como insalvables, sí pueden resolverse.

Con la mediación del Papa Francisco y tras meses de conversaciones en lo obscurito, por primera vez en cincuenta años, un presidente de Estados Unidos y otro, el de Cuba, conversaron vía telefónica por más de una hora. Acordaron, en un primer esbozo, poner fin a cincuenta años de tensión entre ambas naciones y restablecer relaciones diplomáticas mediante la apertura de embajadas tanto en Washington como en La Habana. No se descarta al momento, inclusive, que Obama pudiera visitar a su homólogo en el mediano plazo y sí, como lo lees: aterrizar en Cuba.

Así mismo, el Gobierno de Estados Unidos ha expresado su intención de incluir en el marco de esta nueva relación, el tema del bloqueo a Cuba -que data de los tiempos de John F Kennedy- y que ha supuesto para la isla muchas décadas de opresión y las subsecuentes tribulaciones económicas, y anímicas para su pueblo.

Cabe recordar que el bloqueo, además de un acto de guerra, representa un acto de injusticia pese a la instauración del socialismo hacia 1960, y a los ataques y restricciones a las garantías individuales que ha sufrido Cuba bajo el atroz régimen castrista en manos de Fidel, y ahora de Raúl Castro.

Un pueblo, en esencia, no debiera asumir las facturas y errores de quien los gobierna. Cuba y Estados Unidos, sus ciudadanos por entero, han pagado un precio muy alto por la indolencia de sus gobernantes.

Esta historia que apenas comienza y en cuyas páginas aún queda mucho que escribir, supondrá un cisma en todos los órdenes y a todos los niveles. Para algunos, será motivo de aplauso. Para otros miles, especialmente si hablamos del ala radical que reside en Miami y que por mucho tiempo ha apoyado las sanciones a la isla y condenado cualquier intentona de diálogo o acercamiento con el gobierno de los Castro, dará motivos de sobra para ponerle piedras a Barack Obama y a su administración y, posiblemente, intentará truncar al próximo candidato demócrata rumbo a la Casa Blanca.

Se avecinan, estoy cierto, tiempos convulsos y un férreo debate que cimbrará tanto a la clase política norteamericana, como a la opinión pública y a los votantes. El sentido de las próximas elecciones en Estados Unidos, su desenlace como tal, adquiere un nuevo cariz y tendrá un final inesperado tras lo que estamos presenciando.

En posteriores entregas y adivino que por mucho tiempo, estaré analizando a profundidad las vicisitudes, contexto histórico y la coyuntura de una relación bilateral que como pocas, marcó al siglo veinte y el rumbo de la historia. Por ahora, en una primera aproximación, no me queda sino congratularme. Lo que muchos tuvimos por imposible en el pensamiento, hoy se hace posible en la realidad.

Barack Obama y Raúl Castro hablaron por teléfono ayer. Tendrían que pasar cincuenta largos y crueles años para volver a ver el sol y sentir de nuevo a qué sabe la primavera.

Nos leemos en Twitter, sin lugar a dudas: @patoloquasto

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